Trigo Limpio

Sobre el blog

Hablaremos de la política agraria, de los políticos que la ejecutan, de los agricultores y ganaderos que la sufren o disfrutan, de la agricultura y la ganadería, de la agroindustria, el consumo y del mundo rural

Sobre el autor

Vidal Maté

Vidal Maté. Soy periodista y pequeño agricultor. Nací y viví pegado al campo y al mundo rural. Aprendí de agroindustria y la distribución para seguir el calvario (ahora se llama cadena alimentaria) que siguen los productos agrarios hasta el consumidor. Dicen que soy un histórico - he visto pasar a todos los ministros - y un tipo crítico. Nunca me he casado con nadie. Defiendo un futuro para el mundo rural. Soy trigo limpio.

PAC, ¿ a quién damos los 5.000 millones?

Por: | 31 de mayo de 2013

 Con la aprobación de la reforma de la Política Agrícola Común a la vuelta de la esquina, el Ministerio de Agricultura, las organizaciones agrarias y las comunidades autónomas deberán comenzar ya a sentar las bases para la aplicación de la misma en España ante la existencia de aspectos muy importantes, sobre todo, en lo que se refiere a la distribución y gestión de los 5.000 millones de ayudas directas en manos de cada Estado miembro. En España, Agricultura, en principio, tiene dos cosas claras para evitar complicar más la situación, aunque todo debe ser negociado con los gobiernos regionales. La primera, que la administración del sobre nacional se haga desde Atocha y que no se asigne un sobre para su gestión a cada una de las comunidades autónomas. Segunda, que, con la aplicación de la reforma, no haya apenas trasvases de fondos entre territorios, explotaciones y sectores.

A partir de esa disponibilidad de los algo más de 5.000 millones para pagos como ayudas directas, España deberá decidir aspectos importantes para su distribución. En las actuales propuestas todavía a debate, una de las pocas medidas concretas apoyadas en Bruselas es la no concesión de pagos a los beneficiarios cuyos ingresos por la PAC sean inferiores al 5% del conjunto de sus ingresos por otras actividades no agrarias, excluyendo también como perceptores a inmobiliarias, campos de golf, aeropuertos y otro tipo de entidades que dispongan de terrenos, pero con evidencia de que no se dedican a la actividad agraria. A partir de ahí, se deja la puerta abierta a que los Estados regulen quiénes se deben considerar como activos, la modulación de ayudas a los que más cobran y la posibilidad de eliminar pagos en la parte baja cuando los mismos sean muy escasos.

Con estos planteamientos en la mano, además de las exigencias comunitarias de ese 5% como mínimo de ayudas PAC sobre el total de los ingresos de otras actividades no agrarias para recibir los pagos, uno entiende que:

 Con la aplicación de la reforma se debería acabar con la actual discriminación que supone, en muchos casos, el pago por derechos históricos que ha puesto en casa a unos y dejado a otros en la calle. La salida es compleja, pero no se entiende que un agricultor activo, un profesional como la copa de un pino en un determinado sector, no reciba ayudas y las esté cobrando el de al lado, lo que supone ya una rotura del mercado. No es fácil quitar a unos para dárselo a otros, pero es una situación injusta.

Desde algunas posiciones en el sector agrario, se asocia solamente como agricultor activo, a efectos de las ayudas, al que se monta a diario en el tractor o da pienso cada mañana a sus cabañas ganaderas. Uno entiende que también es activo quien lleva indirectamente una explotación, quien invierte en la misma y crea empleo, al margen de la dimensión de la misma. La mayoría de los mortales en el campo nos debemos conformar con unas docenas de hectáreas frente a unos pocos terratenientes. Para ajustar esta situación en el campo de los pagos, Agricultura tiene sus manos la posibilidad de aplicar un sistema de modulación a partir de unos determinados ingresos. Bruselas propone esa modulación a partir de los 150.000 euros en una escala progresiva hasta no hacer pagos por encima de los 300.000 euros y cada país la puede modificar. La Administración tiene igualmente la posibilidad de vigilar para evitar que se hagan subdivisiones de explotaciones para sortear esos techos, como ya hicieron muchos en el pasado antes de la PAC

 En la parte baja de las ayuda, Agricultura, de acuerdo con las posibilidades que ofrece la reforma, puede  las puede eliminar cuando las mismas no lleguen, en el caso de España, a los 300 euros en cuanto se considera que ese tipo de ayudas no responde a un profesional y que los gastos de tramitación valen más que la ayuda. Ojo. Los 300 euros de hoy, si lo miramos en pesetas, son 50.00 de las de antes y ya parece que nos hemos olvidado de una cifra que no se puede desdeñar. Habrá muchos beneficiarios para quienes esa cantidad no les suponga nada porque se dedican a otra actividad y tienen la agricultura como algo secundario. Pero, existen muchos agricultores que reciben solamente esa cifra baja simplemente porque desarrollan otras actividades que hoy no tienen derecho a ayudas, pero que pueden ser profesionales del campo de los pies a la cabeza.

Es un dato positivo que Agricultura contemple eliminar como perceptor de ayudas a ese beneficiario que recibe pagos de la PAC, pero que en su declaración de la renta no incluye ingresos procedentes de la agricultura o la ganadería. Es otro dato positivo en los planteamientos actuales de Agricultura, a la hora de aplicar la reforma, no hacer pagos a superficies de pastos donde no haya cabezas de ganado reales, no de papel, que las hubo.

 Finalmente, a la hora de distribuir los fondos y definir los beneficiarios, debería existir, vía desarrollo rural, una fuerte discriminación en positivo para los profesionales que, además de ejercer la actividad agraria y, sobre todo la ganadera, vivan y padezcan en ese medio rural más profundo que se está quedando vacío, donde no disponen de supermercados con precios de oferta, trenes de cercanía, coches de línea, centros de salud cercanos o de educación secundaria.….Pagar solo por estar ahí, manteniendo el territorio.

Se busca oveja para pastar

Por: | 20 de mayo de 2013

 En los presupuestos del Ministerio de Agricultura para este ejercicio, una de las pocas partidas que no sufrirá un ajuste era la destinada para la lucha contra los incendios forestales tras un año negro de superficie arrasada. Y, si no cambian mucho las circunstancias, es probable que se trate de una cifra escasa para las necesidades que se pueden presentar en los próximos meses, tal como está viniendo el año de lluvias con los campos a reventar de hierba.

Los incendios se producen, en unos casos por una imprudencia, en otros son intencionados, en ocasiones por factores climatológico imprevisibles como un rayo,( los hubo siempre), por problemas provocados con los cables de la energía eléctrica, por el abandono de botes o cristales, por muchas más razones, pero sobre todo, por una: porque hay mucha hierba en todos los campos, porque los bosques se han convertido en una maraña de maleza y abandono, porque cada día hay menos gente viviendo en ese medio rural y porque nos estamos quedando sin cabañas ganaderas extensivas puliendo los campos, donde destacan ovejas, cabras o el vacuno.

 Nos estamos quedando sin ese tipo de cabañas ganaderas extensivas y ahora en muchas zonas, los agricultores cerealistas no saben qué hacer con la hierba, salvo matarla a base de veneno. Conozco un pueblo de esas inmensa Castilla de cereal, donde han desaparecido la media docena de rebaños que había hace una década y donde las hierbas cubren hasta la eras que antaño estaban limpias como la patenta y que eran como campos de fútbol. Los cerealistas son muy suyos y han dicho no a que un ganadero de fuera se ubicara en el pueblo con sus ovejas, que además pagaría unos dineros que bien habrían venido para la música en la fiesta del pueblo.

 En el conjunto de las cabañas ganaderas extensivas, el proceso de caída más grave se ha producido en el ovino. Por remontarnos solamente a los últimos cinco años, se ha pasado de un censo de 22 a solamente 16 millones de animales, lo que ha supuesto la desaparición de miles de explotaciones y, sobre todo, de rebaños extensivos con sus pastores que limpiaban montes y campos y donde los pastores juegan un papel de de guardianes en el mantenimiento y cuidado del territorio.

 Por qué se cierran explotaciones y sobre todo, se eliminan las cabañas ganaderas extensivas como ésta? Primero, por falta de una adecuada rentabilidad. Se ha producido un fuerte incremento de costes, mientras los mismos no se han compensado con los precios de los productos en un sector dominado por el minifundismo, por la falta de organización a la hora de comercializar sus productos y donde también han caído en manos de los intereses de la gran distribución, con el cordero como reclamo. Eso, sin contar con importaciones desde terceros países y, en muchos casos, unos etiquetados donde te dan cordero importado por nacional. Segundo, porque se trata de una actividad que, a diferencia de otras en el sector agrario, requiere una dependencia total. El ganado come y se ordeña todos los días y, si además es una explotación extensiva, es preciso ir al campo, llueva o truene. No se ha desarrollado la figura de los trabajadores sustitutos de fin de semana, aunque, en todo caso, no es fácil que un pastor deje su rebajo dos días en manos de nadie. No hay vocaciones para ser agricultor, y menos para trabajar de pastores, una profesión difícil de aprender, ni adecuadamente remunerada. Tercero, ser pastor no es una figura reconocida socialmente más allá de la imagen bucólica en el campo con su rebaño, enfoscado en su capa y con sus perros alrededor. En el campo ya no se ve nadie. Y cada día es más evidente que las ayudas PAC, tanto las del primer pilar, ayudas directas, como las del segundo pilar, desarrollo rural, deberían ir prioritariamente a los activos y, sobre todo, a quienes vivan en el medio rural. En los próximos meses, hablaremos de año hierbas, abandonos y del coste de los incendios....

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, Coag, acaba de hacer públicos datos de un informe referido al relevo generacional en el campo y a la incorporación de los jóvenes a la actividad agraria en el marco de sus esfuerzos bajo el slogan, ”Mamá, quiero ser agricultor”, para apoyar un relevo generacional.

No es un secreto que nos hallamos ante una población gravemente envejecida donde solamente el 5,3% de los agricultores tienen menos de 35 años, mientras el 56,3% superan los 55años. El dato novedoso más importante de este estudio es el hecho de que en 2012 hayan  presentado solicitud en las comunidades autónomas para primera instalación en la actividad agraria 5.803 jóvenes, frente a los 3.246 que lo hicieron en el ejercicio anterior, y de una media en los años precedentes de menos de 2.000 personas.

A primera vista, en una situación de crisis como la actual, este aumento del número de jóvenes que quieren acceder oficialmente a la actividad agraria, tiene el riesgo de interpretarse,no lo ha hecho Coag, como el mejor síntoma de que el campo se hubiera convertido en una especie de salida al problema del paro. Sin embargo, la realidad es que ese aumento de solicitudes tiene otras lecturas muy diferentes que impiden hacer valoraciones optimistas y casi eufóricas que hemos visto en los últimos días cuando se indicaba alegremente que los jóvenes vuelen al campo y como que se acabó el problema del relevo generacional.

En primer lugar, cabe señalar que, de esas casi 6.000 solicitudes de ayuda para una primera instalación en el sector agrario, hay una mayoría que se han quedado en simples solicitudes, ante la no existencia de fondos para estos fines en las comunidades autónomas. Ante la falta de recursos, de lo primero que se quita es de la política del territorio o de la agraria.

En segundo término, la realidad es que ese aumento de solicitudes, más que una salida a los problemas del paro, constituyen simplemente un refugio, la posibilidad para miles de jóvenes de agarrarse a algo, por falta de otras posibilidades. Es, en su mayor parte, el punto seguido de una resignación. No son personas que llegan de nuevas al campo. Solicitan esa primera instalación jóvenes que en la actualidad ya se hallaban trabajando, bien en la propia explotación familiar y que optan por quedarse ante la falta de salidas en el exterior,construcción,actividad industrial o servicios, como hicieron siempre y que, ante el panorama actual, optan por quedarse. Solicitan esa primera instalación jóvenes que en su día salieron de la explotación hacia otras actividades y que en este momento, con el paro a cuestas, tienen la posibilidad de volver a la explotación familiar o a reiniciar tímidamente una nueva sobre alguna base territorial  familiar.

Instalarse hoy día en la actividad agraria para una persona joven, no es una decisión voluntarista o de vocación, con eso de “Mamá, quiero ser agricultor”, o las campañas oficiales llamando a la juventud  como una  profesión digna  e indispensable para la sociedad, que lo es. Instalarse como agricultor es hoy una cuestión de rentabilidad, de disponer en el medio rural de todos los servicios que en la actualidad disponen los ciudadanos de los medios urbanos y, sobre todo, es una cuestión de recursos e inversión. Hay que tener mucho dinero para montar un negocio caro, a la intemperie, bajo la capa del cielo, de rentabilidad escasa.

En líneas generales si uno es un tipo joven con ganas de funcionar en la actividad agraria, de ir al campo como una primera instalación y no parte de la existencia ya de una  explotación familiar, en primer lugar se requiere capital. Hay que disponer de muchos recursos propios, porque si uno espera los créditos de entidades financieras, el joven puede llegar a viejo,además de dejar en prenda a toda la familia. Aunque todo suma a la hora de apoyar la sostenibilidad de los territorios, en las actuales circunstancias, solo pueden desembarcar en el sector agrario, como una primera instalación, sin  una base familiar, jóvenes para desarrollar una agricultura casi testimonial, para pequeños nichos de mercado en la actividad agrícola o con mini explotaciones ganaderas. Pero, para ser realmente un profesional, la inversión supera todas las posibilidades de una personan joven con  unas necesidades medias entre  los 150.000  y los 200.000 euros para adquisición de equipos completos de maquinaria, compra de animales e instalaciones, el caso de una explotación ganadera Si es en propiedad, disponer de tierras, hoy a un precio mínimo  de 6.000 euros la hectárea de los secanos, es una empresa imposible y con cada día mayores dificultades para arrendar tierras con derechos de ayuda. Ahí deberían estar las fórmulas asociativas, pero  eso no es una cultura que se instale de la noche a la mañana.

Ante una situación de falta de salidas al paro, es seguro que existen muchos jóvenes que, a pesar de tener un medio rural con servicios básicos deficientes en  materia de educación, sanidad etc.. optarían por apostar por la agricultura o la ganadería. Pero, la realidad es que, hacerse hoy agricultor o ganadero para un joven,sin  isponer ya de una base familiar,es un objetivo caro,imposible.

Lo de San Isidro a la sombra y los bueyes arando, era otra historia. Y, encontrar un relevo generacional  al santo, parece cada día una empresa más difícil.  

Exportaciones y precios de oferta

Por: | 06 de mayo de 2013

Las exportaciones agrarias y de las empresas alimentarias constituyen una salida indispensable para el mantenimiento de las producciones agrarias y del sector de la industria. Aunque en algunas producciones como leche, derivados, quesos, maíz, soja, algunas conservas vegetales chinas o peruanas somos un territorio invadido, en otras dependemos de vender en el exterior. De una producción de 17 millones de toneladas de frutas y hortalizas, se exportan once millones de toneladas. España exporta el 35% de la producción de porcino y despojos, el 18% de vacuno, el 9% en avicultura. De una producción media de casi 40 millones de hectolitros de vino, en la campaña anterior se exportaron 22,4 millones de hectolitros frente a los 10 millones que se exportaban hace una década. En el aceite de oliva, de unas producciones medias de 1,4 millones de toneladas, en la campaña anterior se exportaron 875.000 toneladas, una cifra equivalente a lo que era hace unos años la cosecha, mientras el consumo de aceite de oliva en el mercado interior se halla estancado y no pasa de los 10 litros por persona y año. En los últimos tiempos, con la crisis instalada en la actividad económica, el sector agrario y la industria alimentaria han sido unos de los pocos que ha seguido tirando hacia fuera con unas ventas en permanente crecimiento en una media anual del 10% hasta los 22.078 millones de euros en 2012 desde la industria alimentaria y otros más de 10.000 millones solo de frutas y hortalizas frescas. Unas cifras agradecidas desde la política.

 Pero, nadie mejor que los protagonistas de ambos sectores saben de los esfuerzos necesarios para mantener y aumentar esos niveles de ventas frente a la competencia de otros países comunitarios en sus propios mercados y, sobre todo, en terceros países, ante la oferta de productos baratos que los invaden bajo el empuje de economías emergentes,de los grandes grupos mundiales de la distribución instalados en vender el producto más barato, o las barreras proteccionistas creadas bajo argumentos sanitarios para la defensa de sus producciones. Se trata de una situación compleja de la que hoy son conscientes los responsables de Agricultura desde donde, la próxima semana, se presentarán las líneas estratégicas para la internacionalización del sector agroalimentario por las que se pretende actuar en cuatro aspectos claves para seguir avanzando con unas bases más sólidas: En casa, lograr una mayor coordinación de todas la Administraciones implicadas en esos procesos, con las empresas o sus agrupación para lograr la máxima eficacia. Un segundo aspecto es poner a disposición de las empresas la máxima información. El tercer pivote sería el apoyo a las empresas para implantarse fuera y, finalmente, colaborar para la apertura de nuevos mercados.

 A pesar de esa mayor competencia y de las dificultades internas y externas, el sector agrario y la industria alimentaria pueden sacar pecho porque han seguido consolidando viejos mercados en el marco comunitario y abriendo otros en terceros países; porque la tasa de exportación de la industria sobre sus producciones se acerca ya al 30%, porcentaje que se supera en algunas de las producciones agrícolas; porque la tasa de crecimiento anual en la industria supera en los últimos años la media del 10% o por sus esfuerzos en materia de logística y en la apertura de nuevos nichos de ventas vía la innovación y la calidad. Pero por debajo de esos datos, de ese avance tan fuerte y, en algunos casos, hasta espectacular de las ventas, el desarrollo de las exportaciones tiene sus lagunas, sobre todo, algo que se manifiesta muy especialmente en dos de los productos que hasta la fecha han sido unas de las principales banderas de cara a esos mercados exteriores, el aceite y del vino.

 En aceite de oliva, las exportaciones han experimentado un crecimiento espectacular hasta esa cifra record de 875.000 toneladas en 2012, aunque casi la mitad sean de graneles para los italianos. Desde la interprofesional del aceite de oliva y, en medios oficiales, se sacaba pecho asociando ese aumento con el desarrollo de las campañas de promoción con elevadas inversiones costeadas en su mayor parte por el propio sector. Sin embargo, ha bastado una campaña con precios ligeramente al alza, tampoco para salirse, para que esas ventas hayan caído en lo que va de campaña más del 30% .Y, es una pena que la venta de un producto donde su calidad, sus valores alimentarios y de salud deberían ser el motor de sus ventas, se hunda simplemente por una subida discreta de los precios frente a unas cotizaciones anteriores de saldo. Algo no funciona y lleva tiempo avanzar por el camino de que se reconozca el aceite por su calidad más que por el precio. Aunque, mal se puede vender hacia el exterior la imagen de un producto de alta calidad y a un precio elevado, cuando esos millones de turistas ven el producto en el mercado interior casi permanentemente a precios tirados de oferta.

 Una situación similar ha pasado con la exportación de vino, aunque aquí sí funciona otro mercado caro para los vinos de calidad. Las ventas en el exterior llegaron en 2012 a la cifra récord de 22,4 millones de hectolitros, más de la mitad den graneles baratos, sin denominación de origen, frente a unas producciones medias de casi 40 millones de hectolitros. Ha bastado igualmente una campaña corta y una subida de los precios para que esas ventas cayeran el pasado año a poco más de 20 millones de hectolitros y que, en lo que va de año hayan descendido ya otro 20%.

En conjunto, funciona el mercado exterior en volumen, pero con un soporte excesivo en los precios. Exportar es una salida indispensable para la actividad de las industrias y del sector agrario. Pero la marca España agroalimentaria no puede basarse en los precios de oferta.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal