Durante los últimos meses, organizaciones agrarias y cooperativas han suscrito dos documentos reclamando a la Administración una política de apoyo específico para el conjunto de las cabañas ganaderas extensivas utilizando todas las posibilidades de ayudas que ofrece la nueva Política Agrícola Común
La ganadería extensiva, además de su importancia en la producción de carne o leche, constituye un elemento fundamental para el mantenimiento del medio. Los pastores o vaqueros suponen una pieza fundamental en la sostenibilidad del territorio, pastos, bosques, algo tantas veces alabado desde el resto de la sociedad y hasta envidiado por lo que tiene de bucólico, pastoreo y rebaños perdidos en el campo para la foto, pero muy pocas veces reconocido socialmente o en términos de ayuda para su mantenimiento.
Las ganaderías extensivas suponen el eje de las cabañas de ovino, caprino y de la vaca nodriza. Pero, en los últimos seis años, el deterioro de los censos ha sido alarmante, especialmente en el caso del ovino que pasó de 22 a sólo 16 millones de cabezas y en vacas nodrizas que bajó de 2,2 a dos millones de animales.
¿Por qué desaparecen las explotaciones ganaderas extensivas?
Por debajo de un cúmulo de causas, hay dos que lo resumen todo:
En primer lugar, por el alto grado de dependencia que supone su mantenimiento. Todas las cabañas ganaderas requieren una mayor dedicación que la actividad agrícola, pero la misma es mucho mayor si se trata de cabañas extensivas con necesidad de pastoreo en el campo donde no se respetan las fechas del calendario, las fiestas de guardar, ni los cambios del clima. Tener una explotación ganadera significa siempre irremediablemente la obligación de vivir pegado a la misma, en ese medio rural en proceso de desmantelamiento, pequeños núcleos, además ubicados, con carácter general, en las zonas menos favorecidas donde se agravan las carencias más elementales, donde todo se pone más cuesta arriba para las familias desde la educación a los servicios más básicos para un colectivo dominado por personas mayores.
Estas dificultades podrían ser más llevaderas y hasta despertar vocaciones de pastores o vaqueros, si se tratara de una actividad con una alta rentabilidad. Pero sucede que, por unas u otras razones, producciones minifundistas escasamente organizadas y el poder dominante de los operadores de carnes, la realidad es que se trata de actividades con mínimos beneficios totalmente alejadas de la dedicación que suponen las mismas.
A esta situación se han añadido además una serie de costes derivados de las nuevas disposiciones comunitarias, como la implantación de los controles electrónicos en los animales, los gastos por retirada de los cadáveres, las mayores exigencias en materia de sanidad, nuevas normas sobre bienestar animal y el cumplimiento de exigencias sobre condicionalidad. A la vida esclava del ganadero en un medio ya duro, se suma además la necesidad de ser un ganadero ilustrado o que disponga de una gestoría para solventar todos los papeleos.
Con todo ello, nula rentabilidad por unos pecios bajos y el desarrollo de un trabajo sin jornada laboral, no es extraño que las cabañas ganaderas extensivas se hallen en proceso de exterminio; que nadie de esos que dicen volver al campo se haya fijado en este tipo de explotaciones para afrontar el futuro y, en definitiva, que nadie quiera ser pastor.
Frente a esta situación, las organizaciones agrarias y las cooperativas consideran urgente el desarrollo de otras políticas totalmente indispensables para mantener este tipo de ganadería en el marco de la aplicación de la nueva Política Agrícola Común. Primero, que las ayudas se den única y exclusivamente a quienes de verdad desarrollen la actividad ganadera, con animales reales y con una base de superficies de pastos donde se ubiquen las mismas. Segundo, la aplicación de medidas de ayuda en el marco del desarrollo rural por su contribución al mantenimiento del territorio. En todo caso, las cabañas ganaderas extensivas deberían ser una actividad prioritaria a la hora de aplicar las medidas para zonas con limitaciones naturales.Una responsabilidad de las Adinistraciones que han mirado a otra parte frente a este problema.
Lleva ya mucho tiempo encendida la luz roja sobre este tipo de explotaciones y ganaderos. Nos quedamos sin cabañas. Muy pocos se incorporan a la actividad agraria, nos referimos a los agricultores de verdad, no a los testimoniales, y menos, para este tipo de ganaderías. En poco tiempo, a este ritmo, los únicos pastores en el campo serán los del belén. Estas navidades, si viajes por el medio rural y ves una especie de estatua que se mueve enfoscado en su capa en medio de una estepa y rodeado de ovejas, toma la foto.Puede ser la última oportunidad en ese mismo territorio. Y, un día no muy lejano dirás: “eran los pastores”.