Hace unas fechas, los ganaderos de porcino y hoy salen a la calle los regantes en contra las políticas del Ministerio de Industria respaldando los intereses de las compañías eléctricas y en defensa de la viabilidad de sus explotaciones. Se trata de unas protestas anunciadas que vienen de lejos, hace unos meses, en el caso de los ganaderos, y varios años en relación con los regantes, sin que, hasta la fecha, haya servido para mucho la mediación de los hombres de Atocha que están más cerca de los planteamientos del sector agrario.
Los ganaderos se hallan con el agua al cuello ante la propuesta oficial para seguir rebajando la retribución a la energía producida por las plantas de cogeneración en base a la utilización de los purines de las granjas, que desde 2012 habían pasado de 160 euros Mw a 136 en el segundo semestre de 2013 y que ahora caería hasta los 83,9 euros. Con esta retribución, mantener la actividad de las plantas, sin cargar más costes a los ganaderos, arrojaría pérdidas y la Administración solamente deja abiertas dos salidas: por un lado, gravar más los costes a los granjeros, lo que supondría perder competitividad. Por otra parte, cerrar las plantas,algo que provocaría un grave problema de excedentes de purines si los ganaderos no disponen de la superficie necesaria para esparcir los mismos sin crear problemas medioambientales peligrosos y que podrían acabar provocando un cierre de granjas. Reducir las retribuciones a las plantas de cogeneración de forma universal, es desconocer la parte medioambiental y económica que supone la eliminación de los purines, algo que podría tener cabida en el futuro en los planes de desarrollo rural si siguen ganando el pulso las eléctricas.
”Desde hace meses seguimos utilizando los purines en nuestra planta de cogeneración para producir energía con pérdidas, señalaban responsables de la cooperativa Coren en Galicia, uno de los mayores productores de porcino. Pero no paramos porque ello supondría el cierre de las explotaciones ganaderas al no poder desprenderse de los purines y las granjas abiertas crearían un grave problema medioambiental.”
Los regantes llevan años luchando para que las eléctricas les rebajen el precio de la parte de potencia en la factura dado que solamente la utilizan unos meses al año, o la posibilidad de hacer en un mismo ejercicio varios contratos en función de las exigencias de los riegos. Frente a esas demandas, desde que en 2008 se eliminaron las tarifas especiales de riego, todo han sido malas noticias para este colectivo que ha pasado de pagar una factura de 389 millones de euros, a 700 millones con el importe del término potencia disparado.
Debe de ser muy fuerte el poder del sector de la energía, cuando esa fue una de las promesas que no pudo cumplir el propio Zapatero y, por lo visto, tampoco le es posible ahora a los populares. Frente a las demandas del sector, Industria respondió con más subida que frena la competitividad de muchos regadíos.
El porcino es la producción ganadera que ha experimentado en las últimas décadas los mayores niveles de crecimiento, aunque se ha reducido el número de granjas. De los temores por la peste porcina allá por los ochenta y noventa, se ha pasado de una producción de 2, 5 a 3,5 millones de toneladas. España es ya el segundo país productor de la UE; la exportación supone más del 35% de las ventas, desde los países cercanos a los asiáticos; no dispone, ni dispuso nunca de ayudas PAC; ha modificado las granjas a su cargo en función de las exigencias sobre bienestar animal y ha hecho un importante esfuerzo para evitar el deterioro del medio ambiente con una distribución responsable de los residuos, los purines, en las superficies de las explotaciones agrícolas o por el empleo de los mismos en las plantas de cogeneración para la producción de energía eléctrica.
El sector de los riegos en España supone aproximadamente el 17% de la superficie de cultivo, pero significa más del 45% del valor de la producción final agraria; es una pieza clave en la creación de empleo durante todo el año; solamente en frutas y hortalizas supone unas exportaciones anuales de casi 11.000 millones de euros y en los últimos años ha hecho un gran esfuerzo inversor en la mejora de las estructuras de riego para ganar en eficiencia y ahorro de agua, con unas producciones que en su mayor parte tampoco han dispuesto de ayudas directas.
Al gobierno se le llena la boca cuando habla de los sectores agrarios y alimentarios como motores de las exportaciones, por su capacidad para competir en el exterior donde, casualmente porcino y frutas y hortalizas son protagonistas de esos éxitos. Pero, al final, ese mismo gobierno pone, o le obligan a poner, palos en las ruedas de los mejores carros.
Solo a los tontos se les ocurre tirar piedras contra su propio tejado. Y, por lo visto, la luz lo ciega casi todo.
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