Purines, algo más que mierda

Por: | 16 de febrero de 2014

El conjunto del sector agrario, la oposición y hasta los diputados populares de las zonas más ganaderas, andan estos días revueltos por la previsible propuesta de Industria para rebajar las compensaciones a la producción de energía vía las plantas de cogeneración a partir del uso de los purines de las explotaciones porcinas intensivas. Si eso se confirma, habría un problema de rentabilidad de las plantas, sobrecostes para los ganaderos y, previsiblemente, un ajuste de las cabañas. Pero, por debajo, hay algo más:¿Qué hacemos con los purines si no cuadran las cuentas en las plantas de cogeneración?.

Países como Holanda o Dinamarca tuvieron que frenar su expansión en la producción de porcino ante la contaminación provocada por los residuos de las granjas, con alto contenido de nitratos y la no existencia de tierra agrícola suficiente para esparcir los mismos sin afectar negativamente a suelos, ríos  o aguas  subterráneas.

Qué le vamos a hacer. Las granjas de cerdos, más que las de otras cabañas como ovino o vacuno, no dan colonias, sino mucha mierda y orines y una mezcla final de todo ello con restos de comida y agua que se denomina purines y que tiene un elevado poder de fertilización para las superficies de cultivo. Mal utilizados o utilizados de forma abusiva con una elevada concentración, si no se dispone de superficies de terreno, pueden dar lugar problemas para los propios cultivos y provocar problemas de contaminación ambiental en suelos y acuíferos. De los purines proceden esos malos olores que, a veces,  llenan el ambiente cuando estamos en el campo y hay un ganadero con su cisterna esparciendo esas aguas en las tierras. Sucede además que, mientras en los territorios donde hay más superficies de terrenos agrícolas el grado de concentración de granjas es reducido, en otros donde se concentran las mayores  producciones de porcino de engorde, las tierras disponibles para esparcir esos los residuos son más bien reducidas, como sucede en Galicia, algunas provincias catalanas, como Lleida, Murcia o Segovia.

Es posible que, como en otras opciones para la obtención de energías renovables, sea necesaria una revisión de esas compensaciones. Pero con transparencia, con luz y un criterio, que, en el caso de los purines,debería ir más allá de lo puramente económico. A la vista de esas ayudas a las energías alternativas, han proliferado los parques de molinos de viento como un buen negocio para los  fabricantes de las torres y  los propietarios de las superficies donde se instalan. Se han extendido los huertos solares y el negocio de los fabricantes de placas. Han resurgido los cultivos energéticos para biomasa. En lo que afecta a las plantas de cogeneración para la transformación de los purines, a la vista de unas determinadas reglas de juego, se han desarrollado una treintena, con unas inversiones medias superiores a los 20 millones de euros en función de unos censos de las cabañas ganaderas.

No parece lógico que se cambien las reglas a mitad de la partida, primero por los efectos económicos negativos sobre quienes acometieron esas inversiones, en algunos casos, desde sociedades cooperativas ganaderas, como en el caso de Coren que supone con su planta el 60% de la producción en Galicia. Pero, también por el impacto que la medida tendría sobre la propia actividad del sector y los riesgos para el medio ambiente al tener que desparramar por los campos lo que hoy se transforma. Lo mismo que sucede a plantas orujeras en el sector del aceite para eliminar residuos.

En el porcino, tenemos un sector donde se ha producido el mayor proceso de transformación experimentado por una cabaña ganadera en las últimas décadas. De una actividad marcada y arrinconada por la peste en  los años ochenta, se ha pasado a un sector donde España ocupa ya el segundo lugar en la producción  comunitaria, sólo por detrás de Alemania, con una producción que ha pasado de 2,5 a 3,5  millones de toneladas y  donde la exportación al resto de la UE y a terceros  países supone el 35% de  la misma. Este proceso no se ha hecho sin sacrificios y ajustes. El porcino ha sido escenario de un cambio de modelo de producción pasando de docenas de miles de pequeñas granjas a otro marcado por las grandes explotaciones intensivas y los grandes grupos de integración. Para lograr ese crecimiento ha sido indispensable el desarrollo paralelo de salidas para la utilización de los residuos. Esos purines que, en otros  países comunitarios como Holanda o Dinamarca, fueron el motivo para frenar su crecimiento en la producción de porcino por problemas de contaminación y falta de suelo donde esparcir los residuos.

En España no hemos sido ajenos a problemas puntuales en algunas zonas por la concentración excesiva de las granjas cuando los ganaderos esparcen en los campos sus cisternas. Estos problemas se han ido resolviendo, en parte muy importante, por el empleo de esos residuos en las plantas de cogeneración. Hoy, con la rebaja de las  compensaciones a la energía procedente de esas plantas de cogeneración, se daría un duro golpe  las granjas aumentando los costes de producción y, en definitiva, a la posición competitiva de un sector en todos los mercados. Habría un ajuste de cabañas y probablemente el sector se recuperaría del golpe. Pero, sobre todo, se agravaría  el problema de los excedentes de los purines, y se debería plantear qué hacer con millones de metros cúbicos en zonas ya hoy saturadas  que podrían acarrear serios problemas  medioambientales. Los purines son algo más que mierda y potencial energía. Son también una exigencia del medio ambiente.

Hay 2 Comentarios

Como el dinero que se usa para pagar las compensaciones sale de los impuestos los ganaderos podrian tener un detalle y enviar un jamon a cada pagano.

Esperemo que sea un "globo sonda" y que no se apliquen esas medidas!

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Trigo Limpio

Sobre el blog

Hablaremos de la política agraria, de los políticos que la ejecutan, de los agricultores y ganaderos que la sufren o disfrutan, de la agricultura y la ganadería, de la agroindustria, el consumo y del mundo rural

Sobre el autor

Vidal Maté

Vidal Maté. Soy periodista y pequeño agricultor. Nací y viví pegado al campo y al mundo rural. Aprendí de agroindustria y la distribución para seguir el calvario (ahora se llama cadena alimentaria) que siguen los productos agrarios hasta el consumidor. Dicen que soy un histórico - he visto pasar a todos los ministros - y un tipo crítico. Nunca me he casado con nadie. Defiendo un futuro para el mundo rural. Soy trigo limpio.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal