Trigo Limpio

Sobre el blog

Hablaremos de la política agraria, de los políticos que la ejecutan, de los agricultores y ganaderos que la sufren o disfrutan, de la agricultura y la ganadería, de la agroindustria, el consumo y del mundo rural

Sobre el autor

Vidal Maté

Vidal Maté. Soy periodista y pequeño agricultor. Nací y viví pegado al campo y al mundo rural. Aprendí de agroindustria y la distribución para seguir el calvario (ahora se llama cadena alimentaria) que siguen los productos agrarios hasta el consumidor. Dicen que soy un histórico - he visto pasar a todos los ministros - y un tipo crítico. Nunca me he casado con nadie. Defiendo un futuro para el mundo rural. Soy trigo limpio.

Alimentación - Moncloa, matrimonio de conveniencia

Por: | 19 de marzo de 2014

Los industriales alimentarios al completo y el presidente del Gobierno, se dieron una gran cita festiva hace unas fechas en Moncloa. Pedro Astals,ex consejero delegado de Central Lechera Asturiana, como nuevo presidente de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas, hizo la presentación multitudinaria del Programa o Marco estratégico para el sector con el horizonte 2020, reafirmando así que habían llegado nuevos tiempos a la organización. Tenía mucho aire el Programa, pero no voló porque se trataba de un recinto cerrado,donde lo importante era lo mucho que estaba haciendo el sector por la economía y, lo de menos, la cifras rellenables sobre el futuro. Mariano Rajoy, por su parte se apuntó al carro de los éxitos cosechados en los últimos tiempos en el exterior por el sector y repitió obviedades. Un montaje de conveniencia.Desde Federación, para marcar el inicio de una nueva etapa con un presidente que ahora no tiene empresa, pero que quiere ser ejecutivo de todo el sector.Y, el presidente Rajoy sacando pecho por un sector tradicionalmente más relegado en las esferas políticas que otros, a pesar de su importancia económica, social y por el espacio que ocupa en el territorio.

Es positivo que Moncloa acogiera en su sede a una parte de la más florida del panorama empresarial de una industria alimentaria que, aunque en menor medida que el sector agrario, no había gozado del reconocimiento y consideración de otros sectores de la actividad económica. Sin embargo, ese reconocimiento a un sector, no es cuestión de actos protocolarios, de gestos o montajes como el de Moncloa, si el mismo no se concreta en respuestas a las demandas que hoy tienen sobre la mesa industriales y sector agrario, porque hay cosas que van íntimamente ligadas.

El apoyo a un sector que lanzó el globo de llegar a los 115.000 millones de facturación frente a los 90.000 actuales y la creación de 60.000 empleos hasta el 2020, se puede comenzar llamando hoy IVA para determinados productos básicos con fiscalidad reducida. Apoyar a ese sector a cuyos éxitos se apuntan hoy los políticos, es trabajar para que medidas proteccionistas en diferentes terceros países, falta de nuevos acuerdos o aperturas o cierres indiscriminados de fronteras, pongan freno a las ventas en el exterior. Apoyar al sector puede suponer evitar que se inunde el mercado interior con productos importados no compitiendo en condiciones de igualdad en el mismo espacio. Los políticos pueden preguntar a los exportadores de frutas y hortalizas que sufren barreras en fronteras de grandes países consumidores fuera de la Unión Europea sin que nadie acuda a solventar esas trabas; a los exportadores de aceite hacia algunos terceros países donde se inventan tipos de aceite para evitar la entrada exterior o a los exportadores de porcino que sufren cierres y aperturas indiscriminadas en Rusia sin razones aparentes que los justifiquen. Apoyar al sector significaría además un mayor seguimiento de los productos baratos desde terceros países en virtud de acuerdos de los que solo se benefician exportadores de bienes industriales de otros países comunitarios. Apoyar al sector sería evitar que la gran distribución, hoy ese nuevo gran intermediario con más poder que toda la cadena  tradicional, siguiera marcando la ruta de las empresas con poder para imponerr precios y condiciones de compra, solo en aras de su estrategia para mantener sus ofertas al consumo. Y, no existirían esas industrias, si no hubiera debajo un sector agrario al que, sin embargo, como ha sucedido en los últimos tiempos, se le agrede con políticas como la aplicada en la energía eléctrica para regadíos; a empresas de transformación que funcionan especialmente en campañas, almazaras y bodegas; o la actual ofensiva contra las plantas de cogeneración de purines que puede suponer el cierre de miles de explotaciones ganaderas en un sector puntero en la exportación.

Es positivo, aunque con el patrocinio de varias empresas no alimentarias que aportaron los 300.000 euros pagados a la consultora por el estudio, que se hayan puesto en orden y en forma de programa o marco estratégico las fortalezas, retos, oportunidades, debilidades y amenazas de la industria alimentaria,aunque no eran ningún secreto para nadie. Suena bien ese Programa Marco hasta 2020 con esos 60.000 nuevos empleos o la facturación de hasta los 115.000 millones. Tiene música, pero le falta una letra que deben escribir los industriales y el gobierno. Hay aires de cambio en la FIAB. De entrada, porque ha llegado un presidente sin empresa, con más tiempo libre, más como presidente ejecutivo que como nombramiento de tarjeta de visita solo para la firma. El cambio se ha visto fuera, hasta en Moncloa, aunque tuviera mucho de montaje o de boda de conveniencia.Pero, parece que también se está produciendo dentro, otra forma de hacer la FIAB.

La sucesión de Cañete

Por: | 05 de marzo de 2014

 Con las votaciones al Parlamento Europeo a la vista y la confección de las listas electorales, una de las personas que más aparece en las quinielas para salir es el actual ministro de Agricultura, Arias Cañete. Está por ver el final del misterio de los populares, la persona que encabece esa lista y quiénes formen parte de la misma. En todo caso, se trata de una situación que ha dado luz verde al desarrollo de todos los interrogantes sobre la sucesión de ministro andaluz al ser el miembro del gobierno más valorado en los últimos meses y por su evidente peso en el equipo de los populares.

Siempre se ha dicho que segundas partes nunca fueron buenas. En este caso, acertó Rajoy frente a otras opciones que se barajaron en aquel momento, como la de García Margallo, por tres razones: primero, por el conocimiento del sector agrario tras su etapa anterior; segundo, por su conocimiento, y algo más importante, su peso en Bruselas; y, tercero, por la formación de un equipo donde, por encima de ideologías, primaron razones de profesionalidad, lo que llevó a mantener en los altos niveles a  cargos de la administración socialista.

No es el momento para hacer un balance detallado la política desarrollada en esta media legislatura. El acuerdo en Bruselas para la reforma de la Política Agrícola Común ha sido la negociación estrella y se puede decir, con una valoración positiva, aunque a la hora de su aplicación en España, se han infiltrado al final elementos con tintes sureños frente los intereses de producciones y colectivos de otras zonas. Pero, lo que es evidente, es que los resultados de esta reforma no se habrían logrado con otro ministro de los populares, con otro equipo, y menos aún, con las dos ministras que con las que nos regaló la vista Zapatero en la anterior legislatura. Bajo su mandato se han desarrollado importantes disposiciones para el sector agrario que tienen buena música, pero a las que falta ponerles la letra. Si Cañete deja finalmente Atocha, la realidad es que se crea un vacío que va a ser muy difícil que lo pueda llenar otra persona con la misma intensidad, y no es cuestión de tamaño, aunque lo más probable es que, si se va, Arias Cañete, allá donde esté, siga siendo como la sombra positiva del departamento.

Cuando algo está funcionando de una forma aceptable, no caben los experimentos y, lo más lógico, es que hubiera una línea y una política de continuidad basada en personas que conozcan lo que hay entre manos. No tendría sentido que, como ha sucedido otras ocasiones, por ser como un ministerio comodín, visto en muchos casos como de segunda, se siga utilizando el mismo para hacer componendas entre comunidades autónomas,(Castilla y León, que ha sido en esta legislatura para Agricultura como una astilla de la propia madera); para hacer ajustes de cuotas de igualdad o entre las diferentes corrientes de un partido para dar salida;para colocar a los descolocados o simplemente para políticas de compensaciones por los servicios prestados, dando un ministerio como si se tratara de un título a ex ministros en el exilio o presidentes autonómios que se aburren lejos de Madrid. No vale cualquiera y ante un relevo, debería anteponerse el conocimiento sobre todo lo demás. Lo del campo no se aprende en un día, uno no le toma cariño a la cosa por decreto y no basta lo que decía Rosa Aguilar, que venía a pintar el ministerio de verde, para mostrar su compromiso con el sector.

En Atocha, algo importante, hay un equipo que está funcionando con el ministro abarcándolo casi todo, pero con la presencia en el día a día, de forma más directa, de la secretaria general Isabel García Tejerina y del subsecretario Jaime Haddad. Hay mimbres dentro para dar continuidad a la línea de trabajo actual. Y, si se imponen los planteamientos políticos sobre los de la eficacia, que no se repitan escenas como las protagonizadas por la última ministra de Izquierda Unida con los socialistas, Rosa Aguilar, que simplemente se dedicó a desmontar el equipo socialista para dar entrada a amigos y compañeros de su partido. Cañete ha puestos algunos cimientos en política agraria, pero que deben tener un largo recorrido en su aplicación para que se pueda hablar de los mismos como pilares de una nueva política para el sector. Y ello necesita continuidad y conocimiento.Y no habría que ir a buscar fuera lo que ya hay dentro.  

El País

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