Seguros agrarios frente a las mesas de la sequía

Por: | 20 de mayo de 2014

Hay ministros o ministras con suerte que llegaron al Ministerio de Agricultura con la lluvia bajo el brazo, poniendo fin periodos de sequía, como le sucediera a Carlos Romero en 1982 y abonando buenas cosechas; otros, como Luis Atienza en 1994, lo hicieron con la sequía en la mochila y es algo que le está sucediendo ahora a la recién nombrada Isabel García Tejerina.

Las sequías son especialmente más graves que otras condiciones climatológicas adversas por afectar a las grandes extensiones de los secanos,donde dominan los cultivos herbáceos, junto a los terrenos de pastos. Esta campaña, tras un invierno cargado de lluvias, la primavera ha dado tiempo para que salieran adelante, con más o menos fortuna, las cosechas adelantadas andaluzas o extremeñas, mientras ha crujido a las superficies de la zona centro, Murcia, parte de Cataluña y Aragón y las zonas más al sur de Castilla  y León donde, solo unas lluvias inmediatas podrían dar un respiro a la cosecha en el resto de esa Comunidad Autónoma, granero de los cereales.

A la vista de esta situación, organizaciones agrarias y el Ministerio de Agricultura, han puesto en marcha los trabajos para analizar el alcance del problema, especialmente en la zona centro. Hoy es tiempo para conocer los daños en una serie de comarcas donde ya son irreversibles, pero es demasiado pronto para ver el efecto real que puede provocar la sequía en otros puntos si no llega agua para millones de hectáreas de herbáceos, además de daños en otros cultivos como olivar y viñedo.

A finales de los años setenta, para hacer frente a los problemas provocados por la falta de lluvias,se hicieron famosas las llamadas mesas de la sequía donde, como hasta la fecha, las peticiones más importantes del sector no han variado: rebajas en la fiscalidad, reducción, como cada año, de los módulos, a efectos del IRPF, exención del IBI, aplazamientos en los pagos de las cuotas a la Seguridad Social o bonificaciones de las mismas, créditos subvencionados y, hoy el pago de ayudas directas “de minimis” hasta los 15.000 euros permitidos a cada explotación por la UE en tres ejercicios, aunque eso es algo que ahora no permite la situación de los recursos escasos que tiene el Ministerio de Agricultura tras años de unos presupuestos estatales bajo mínimos.

Frente a la dinámica de las mesas para compensar los daños provocados por la sequía, la Administración de UCD puso en marcha la política de los seguros agrarios que ha experimentado, en los últimos 35 años, un proceso permanente de mejoras, perfeccionamiento de sus líneas de coberturas hasta abarcar en la actualidad prácticamente todos los riesgos  para todas y cada una de las producciones.

Es innegable que se han dado pasos muy importantes en el seguro agrario para que el agricultor y, la mayor parte de las producciones ganaderas, dispongan de un seguro frente a cualquier tipo de riesgos. La pregunta, a la vista de la situación actual, problemas de ganaderos sin pastos, superficies de cereales secos o miles de hectáreas de árboles frutales en la miseria y un sector pidiendo ayudas, es si las condiciones establecidas para suscribir un seguro para ese tipo de explotaciones, son las adecuadas como para que no se hayan suscrito pólizas o que las mismas no lleguen a cubrir unos ingresos que, en casos de una catástrofe, aseguren la viabilidad de la actividad sin tener que acudir a la mesa de la sequía.

España dispone, sobre el papel, de un seguro agrario modelo que Bruselas quiere exportar al resto de los países comunitarios. Pero hoy también es el momento para preguntarse igualmente si, a lo mejor, esa política tiene agujeros negros, aspectos mejorables, que hoy le hacen insuficiente por coberturas bajas, franquicias excesivas o, por tener unos costes elevados para lo que garantizan. Y, para ello, al margen de todas las explicaciones de los políticos y de los técnicos de los seguros, solo me basta ver y sentir la preocupación de los agricultores de mi pueblo ante la falta de lluvias o por la plaga de roya secando los trigos, para deducir que, en eso del seguro, hay algo que no acaba de funcionar, de dar seguridad, la seguridad que se le debe suponera un seguro, a pesar de todos los cambios introducidos en los últimos años.

El seguro nació hace 35 años para acabar, entre otras cosas, con las mesas de la sequía y garantizar unos ingresos frente a todo tipo de riesgos. Hoy se reabre la mesa de  la sequía y, sobre la misma, las mismas peticiones de antaño. Y, a lo mejor también, en lugar de mesas de la sequía, eran más necesarias, mesas sobre los seguros agrarios.

Hay 2 Comentarios

Sin duda que se ha perdido hace mucho el punto de vista de los principales protagonistas de este tipo de seguros. Despues cuando haya problemas lo de siempre, lucha durante mucho tiempo para que te den lo tuyo. En fin...

Estimado amigo, ha habido una desafeccion entre productor y el modelo de Seguro Agrario Combinado. Por tanto sería conveniente volver a la esencia del Seguro Agrario y escuchar a los verdaderos consumidores del Seguro que son los agricultores.

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Trigo Limpio

Sobre el blog

Hablaremos de la política agraria, de los políticos que la ejecutan, de los agricultores y ganaderos que la sufren o disfrutan, de la agricultura y la ganadería, de la agroindustria, el consumo y del mundo rural

Sobre el autor

Vidal Maté

Vidal Maté. Soy periodista y pequeño agricultor. Nací y viví pegado al campo y al mundo rural. Aprendí de agroindustria y la distribución para seguir el calvario (ahora se llama cadena alimentaria) que siguen los productos agrarios hasta el consumidor. Dicen que soy un histórico - he visto pasar a todos los ministros - y un tipo crítico. Nunca me he casado con nadie. Defiendo un futuro para el mundo rural. Soy trigo limpio.

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