El pollo de la gran distribución

Por: | 09 de julio de 2014

 Granjeros, mataderos, industriales y las empresas integradoras en su conjunto, protagonizarán mañana en Madrid un acto de protesta contra la política de los grandes grupos de distribución en relación con la avicultura de carne, repartiendo miles de kilos e informando de la situación por la que atraviesa el sector. No se trata de la primera iniciativa de los productores de pollos, la carne más  barata del mercado. Contra la distribución ya se habían desarrollado anteriormente movilizaciones ante las puertas de algunos de estos establecimientos en varias Comunidades Autónomas. Ahora, las protestas no se han dirigido contra  un grupo en concreto, sin contra toda una filosofía de compras  y ventas sin que, desde las diferente Administraciones se hayan adoptado medidas para modificar este tipo de comportamientos que han afectado, no solo a la carne de pollo, sino a otras  producciones claves en la cesta de la compra como conejo,aceite o leche.

En sector del pollo plantea tres tipos de denuncias que bien podrían extenderse a otras producciones.

La primera, la imposición en origen de unos precios a la baja que no llegan a cubrir  los costes mínimos de producción y que, en los últimos tiempos, han provocado el cierre de cientos de  pequeñas granjas.

Frente a esta denuncia, la  posibilidad de que una  gran distribución, como otra gran empresa de cualquier otro sector, imponga sus precios  en origen al agricultor o ganadero, responde solamente a la ley de la oferta y la demanda  y la capacidad de negociar de cada una de las partes. En este caso, los grupos de distribución, indispensables para la comercialización de los productos agrarios y alimentarios, se cuentan con los dedos de una mano y sucede lo mismo con las grandes integradoras en el sector avícola, pero con un punto débil clave. El pollo, como otras producciones agrarias de carácter perecedero, no dispone de la posibilidad de resistencia de otras producciones y tiene la necesidad de salir de granja en unos periodos concretos para ofrecer una cierta rentabilidad que, si se mantiene en la explotación ganando peso y con  mayores costes, impide aún más la capacidad de negociación con la gran distribución desde donde se amenaza siempre con las importaciones de terceros países.

En este escenario de simple juego de fuerzas, solo cabria la posibilidad de una actuación desde la administración llamando a la responsabilidad a los actores de la cadena alimentaria y mantener un comportamiento equilibrado entre los intereses de todas las partes.

La segunda denuncia del sector de la avicultura señala la posibilidad de que la gran distribución esté vendiendo la carne de pollo a pérdidas, por debajo de los niveles de compra a los ganaderos o mataderos. Se trata de una práctica a la que la gran distribución acudiría con el objetivo de mantener barato un producto que pueda ser reclamo para  la cesta de la compra. Lo que el establecimiento pierde en un producto, tiene la posibilidad de cargarlo en otro, e igualmente la opción de imputar esas pérdidas  como gastos campañas de promoción.

La venta a pérdidas se halla prohibida por la actual regulación sobre comercio, no en la Ley de la Cadena Alimentaria y, sobre ese tipo de actuaciones, en principio, las competencias no se hallan en Agricultura, sino en el Ministerio de Economía. Descubrir una venta a pérdidas de un grupo de distribución es una tarea compleja, pero sobre la que tampoco se han volcado en su detección los hombres de Economía, a pesar de las muchas denuncias en ese sentido. En definitiva, vender a la baja  una serie de productos es algo que beneficia para un IPC a la baja, algo que ha sido uno de los objetivos de la Administración, aunque hoy sea muy grave el daño que este tipo de prácticas están causando a las industrias alimentarias  y, a la postre, al sector agrario como parte final de esa cadena.

Una tercera denuncia de esta guerra del pollo es la coincidencia en los precios entre establecimientos cercanos de diferentes cadenas. Es una práctica habitual que todas ellas se marquen muy de cerca cada día en sus políticas de precios en un momento de crisis en la demanda, por lo que se podría hablar de coincidencia para  quitar competencia, y no exactamente que hayan pactado precios, dadas sus batallas por ganar consumidores.

Vender un producto a bajo precio, aunque sea a costa de ese establecimiento, el sector entiende que acaba perjudicando la propia imagen de ese producto, en el caso del pollo de cría intensiva ya bastante deteriorada, aunque se acuda en masa a su consumo.

Finalmente, desde la producción se asegura, según el estudio sobre  la evolución de las cotizaciones hecho desde UPA, que, en muchos casos, subidas o bajadas de precios en origen no tienen esa repercusión en los precios en destino. No se entiende, además, que un mismo grupo de distribución pueda vender un kilo de pollo un euro más caro al sur de  Francia, pegado a la frontera, que en Irún, salvo que no sea por el miedo a los movimientos de protesta de los ganaderos en cada país.

Hace unos meses, una de las batallas más importantes  en la que unieron sus fuerzas las organizaciones agrarias, las cooperativas y la propia industria alimentaria, fue contra la posibilidad de elevar el IVA para una serie de productos agrarios y alimentarios por considerar que ello iba a retraer la demanda y causar problemas en empresas alimentarias y, a la postre, en el campo. Esa preocupación se le elevó al presidente del Gobierno en un momento cuando Rajoy sacaba pecho por el papel y el peso del sector agrario y alimentario como motor de las exportaciones en tiempos de crisis. Hoy, superada esa amenaza  del IVA, desde ambos sectores no se duda en señalar las estrategias de los precios a la baja de la gran distribución en relación con una serie de productos  alimentarios, como la gran amenaza para su viabilidad, sin que, hasta la fecha, hayan dado el resultado esperado las iniciativas voluntarias pactadas con la distribución para dejar de utilizar algunos productos agrarios como aceite o leche como productos de oferta permanente.  La gran distribución tiene marcada su linde en sus politicas de ventas y no responde a otros impulsos

Hay 3 Comentarios

al comentario de "Pedro" ¿Qué pasa, eres de la distribución?
España de pesebres.

Como siempre sus artículos tan yermos como prescindibles. Señores de El País, hay periodismo especializado y del bueno, por favor salgan a buscarlo, como lector se lo ruego.

Como siempre sus artículos tan yermos como prescindibles. Señores de El País, hay periodismo especializado y del bueno, por favor salgan a buscarlo, como lector se lo ruego.

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Sobre el blog

Hablaremos de la política agraria, de los políticos que la ejecutan, de los agricultores y ganaderos que la sufren o disfrutan, de la agricultura y la ganadería, de la agroindustria, el consumo y del mundo rural

Sobre el autor

Vidal Maté

Vidal Maté. Soy periodista y pequeño agricultor. Nací y viví pegado al campo y al mundo rural. Aprendí de agroindustria y la distribución para seguir el calvario (ahora se llama cadena alimentaria) que siguen los productos agrarios hasta el consumidor. Dicen que soy un histórico - he visto pasar a todos los ministros - y un tipo crítico. Nunca me he casado con nadie. Defiendo un futuro para el mundo rural. Soy trigo limpio.

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