Tradicionalmente, los intermediarios han sido la salida obligada para la comercialización de una buena parte de los productos agrarios, especialmente de los frescos, y denuncia histórica en las protestas del sector por márgenes que han llegado a superar el 1000%. Había un problema para los pequeños productores.
Con el objetivo de romper esa situación, desde las diferentes administraciones se empujó a agricultores y ganaderos a lograr una mayor organización y concentración de la oferta en base a estructuras como Sociedades Agrícolas de Transformación, cooperativas u organizaciones de productores; a tener una posición de mayor fuerza a la hora de comercializar y defender el valor de sus producciones y depender menos de la cadena tradicional de intermediarios.
A este reto respondió una parte muy importante del sector agrario y, con esa nueva estructura, miles de productores dejaron de depender de esa larga cadena de pequeños o medianos operadores. Pero,con esa mayor producción y concentración de oferta en sus manos, los agricultores y ganaderos pasaron ahora a depender de unos pocos grandes grupos de distribución que habian ido más deprisa en sus procesos de concentración, con más capacidad para imponer de una sola tacada más exigencias que toda la vieja cadena de intermediarios, solo en función de sus estrategias de ventas donde dominan las políticas de precios bajos y hoy se hallan más indefensos que antaño. De Málaga a Malagón.
Con esa transformación de la cadena alimentaria como la madre del cordero, el sector agrario y la industria alimentaria andan hoy revueltos porque, un día sí y otro también, hay en el mercado productos en oferta, pollo, conejo, leche, aceite etc..a precios por debajo de costes de producción, sin que desde las Administraciones se tomen decisiones a pesar de las denuncias de los sectores afectados. Ahora han quedado lejos los intermediarios de siempre y, agricultores, ganaderose industria denuncian que, con esas políticas es probable se venda más, que aumente la demanda y que ello sea un apoyo para las previsiones oficiales, pero se olvidan los efectos que esa nueva estructura está arrojando sobre los más débiles de la cadena.
Obviando ese escenario y con un marcado tono optimsista, hace unas fechas, el ministro de Agricultura, Arias Cañete, ofrecía las cifras sobre el comportamiento del consumo alimentario en España con un panel basado en 12.000 encuestas. De los datos aportados se podría deducir una evolución moderadamente positiva en el gasto total del consumo, 101.250 millones, un 0,6% más que en 2012 y con un aumento en los hogares del 2,4% gracias a un crecimiento en volumen del 0,8% y del 1,6% en los precios e incluso una mejora en el porcentaje de compradores que adquieren sus artículos en función de su calidad y no de su precio. ¿Salida de la crisis?. ¿Nuevo escenario de confianza de los consumidores?.Solo cifras.
Porr debajo de todos esos números, en la evolución de la demanda alimentaria, tanto en volumen como en el precio, han influido otros factores que no se incluyen en ese panel. En ese mantenimiento de la demanda han jugado un papel clave el peso de las marcas blancas a bajos precios, a costes mínimos, soportados, en primera instancia, por las industrias, pero a la postre, repercutidos sobre los precios percibidos por los agricultores y ganaderos, ambos sectores como importantes benefactores del IPC. A este fenómeno ya ampliamente instalado en el consumo alimentario, donde ese tipo de oferta ya supone una cuota de entre un 60% y un 70% de las ventas, actualmente se ha unido además un nuevo jugador: las marcas de fabricante sumándose al festival de reducciones de los precios que han llegado a superar enalgunos casos el 30%.
Se trata de un nuevo escenario de bajadas,una burbuja, que podría tener dos orígenes.Por un lado, como una exigencias de la gran distribución para vender más. Pero eso solo lo podría imponer a pequeñas y medianas empresa, con escasa capacidad para defender sus condiciones.Sin embargo, se trata de una política que han adoptado igualmente los grandes grupos multinacionales alimentarios que siempre tuvieron capacidad para mantener e imponer sus precios a la distribución.En este caso, esa estrategia de bajadas respondería fundamentalmente a una decisión interna para mantener sus cuotas mercado, por encima de todo, en tiempos de ajustes en la demanda.
Vender a precios máas bajos es la consigna general. Y ya no son solo las marcas blancas. Habrá que ver si se factura más y si la medida solo lo soporta la parte más débil de cadena, porque las bajadas deben salir de alguna parte. Habrá que ver quién paga la factura de la fiesta.