Hay quien se empeña en resaltar que València es solo corrupción, despilfarro, incapacidad o chabacanería. Hay quien se empecina en querer reeditar una especie de llanto noventayochista sobre lo sombrío de nuestra ciudad y de nuestro país. No sin razón. Pero no debemos confundir el partido gobernante y su política institucional, que refleja a lo cutre una identidad regionalista y conservadora, con toda València. Blavènsia no es València. No vamos a dejarnos llevar por un Consell desastroso. Ni tampoco por interpretaciones que confunden este (mal)gobierno con nuestra sociedad civil.
Solo hay que dar un paseo por las calles, los barrios. Recuperar esos lugares desde donde emergen innumerables iniciativas sociales, políticas y culturales construidas desde abajo que muchas veces no son tenidas en cuenta a la hora de valorar València. Se trata de proyectos situados al margen de lo institucional, con objetivos de difusión cultural o reivindicación socio-política en ocasiones unidos a diversas formas de ocio. Centros sociales, bibliocafés, ateneos, radios libres o distintas asociaciones culturales irrumpen en los barrios de València intentando responder al sopor social que se trata de imponer desde los poderes oficiales. No solo lo intentan, sino que consiguen contrarrestar, sin salir en los medios de comunicación de masas ni en carteles de propaganda, la imagen de una urbe hueca presa de tópicos y grandes eventos. Demuestran que la ciudad puede bullir con iniciativas contrahegemónicas que no solo no requieren la tutela estatal, sino que pueden impugnarla desde la horizontalidad y formas no monetarias de establecer relaciones sociales.
Desde aquí queremos destacar la inmensa labor de los Centros Sociales Okupados (CSO), muchas veces criminalizados. En una España que tenía a principios de este año entre cinco y seis millones de viviendas vacías, en la que se han pulverizado todos los récords en el primer trimestre de 2012 al ser ordenados 46.559 desahucios, el problema de la vivienda es uno de los asuntos más dramáticos de nuestra sociedad y que requieren más respuestas. Los CSO no solo suponen formas de resistencia ante la suma iniquidad de casas sin gente - gentes sin casa; sino que crean alternativas, descabalgan lógicas sociales unidireccionales y ofrecen múltiples actividades gratuitas: talleres, cinefórums, reuniones de colectivos, exposiciones, jornadas de lucha, cabarets, huertos colectivos que intentan recuperar L’Horta, actividades infantiles, comedores sociales, iniciativas de análisis social o urbano, bibliotecas, eventos musicales y culturales…
Este post también es una invitación a acercarse a estos espacios, a participar en y de estas lógicas en las que no solo somos meros consumidores de lo que nos ofrecen empresas de toda índole o instituciones viciadas. Aquí se forma parte de la co-creación y se fomentan dinámicas sociales que van mucho más allá de nuestro día a día de gastar y producir, de nuestras cotidianidades emponzoñadas por la competitividad individual, por la maximización del beneficio, por las jerarquías epidurales o por el tragar sin escupir.
Poco después de que un patético Consell pidiera el rescate, nos acordamos de València.