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QQCCMH o la conveniencia de un 'reality' bien guionizado

Por: | 12 de octubre de 2012

Mano-Isidoro-cobra-vida_MDSIMA20120927_0109_7Isidoro, protagonista de la edición de anoche de Quién quiere casarse con mi hijo. /CUATRO

Un grupo de madres deja a sus hijos solos en casa una noche, estos organizan sus fiestas en plan Risky business y, cuando vuelven las progenitoras, acaban siendo víctimas de la ira materna. La trama se ha visto en miles de sitcoms y se sabe que funciona. También funcionó anoche, cuando se ejecutó con descarada precisión en Quién quiere casarse con mi hijo. Tanto, de hecho, que cuando la presentadora Luján Argüelles y su eterna media sonrisa la explicaron al principio del programa, lo remató con un: "No se recuerda tanta emoción desde el capítulo final de Falcon Crest".

Fue uno de esos momentos en los que se nos recuerda lo que no debemos recordar -que detrás de esos momentos de supuesta espontaneidad del programa hay varias horas de trabajo; que todo en cada capítulo está pensado, escrito y programado como en muchas otras ficciones; que incluso los protagonistas se esfuerzan por ser más tróspidos de lo que son en la vida real-. Un momento en un capítulo lleno de ellos, en una temporada que, a veces, parece empeñada en sustituir la frescura de la anterior con esperpentos delirantes.

Esto podría ser un problema. Puede chirriar ver los restos de la fiesta en casa del pijo Gabi, posiblemente mejorados por el equipo de producción (los vasos, vale; pero ¿los papeles de magdalena y la cáscara de plátano en el suelo?). Puede uno desconfiar incluso del hecho de que la "casualidad haya querido" (Luján dixit) que Javi y los mellizos acabaran en una fiesta, manteniendo una surrealista discusión en un andaluz imposiblemente cerrado ("ze cré zuperior", "ma sentío mal"). Podría acusar muchas cosas.

Pero al final compensa porque, si todo está tan pensado y calculado, está muy bien pensado y calculado. Los guionistas del reality supieron que tras conquistar al público con el encanto del gallego Pedriño y su madre Mary y tras explotar al máximo las posibilidades de Gabi, el pijo casi sociopático, en capítulos anteriores, este debería ser el de Isidoro, el vendedor ambulante de Almansa (Albacete), que hasta ahora se había presentado como irritante, torpe y hortera.

Esta vez se consiguió reciclar esos mismos rasgos en carisma: el que empezó llevándose a su ángeles de Charlie de botellón (mientras otros iban a discotecas o montaban fiestas en casa) empezó a parecer más y más vulnerable (dicho en frases: empezó con un "Me estoy poniendo romántico... Te han crecido las tetas, ¿no?" y acabó esa escena confesando su miedo a enamorarse de sus tres pretendientes) hasta que terminó hasta cayendo bien cuando una de sus chicas intentaba explicarle su deseo de ir a Visby, en Gotland (Suecia) (!) porque allí se había rodado Pippy Calzaslargas (!!).

Esta lectura solo puede defenderse de forma objetiva viendo los resultados de Twitter, complemento prácticamente oficial a la emisión del programa (#QQCCMH4 y #trospidismo volvieron a ser trending topics mundiales durante un buen rato). Y a juzgar por la red social, el punto álgido de anoche fue la grandiosa, la pluscuamperfecta aparición de su padre, Isidoro Sr. Albaceteño de pro pero que va en moto con AC/DC de fondo, chupa de cuero y botas de tejano, este hombre parece sacado de la América más profunda, de un guion que John Milius escribió pensando en Tom Waits y que Jeff Bridges rechazó para no eclipsar al Nota del Gran Lebowski. De repente todo era como en la tercera entrega de Piratas del Caribe, solo que esta vez Isidoro era Jack Sparrow, el irritante hortera con ínfulas de chulazo rockero, e Isidoro Sr hacía la misma función que Keith Richards haciendo de su padre.

Porque Isidoro Sr no salió más que unos segundos, para comentar el metraje de la fiesta de su hijo (donde había un striptease y un hielo), y lo suyo fue, efectivamente, un cameo. Pero un cameo que bebía directamente de tres capítulos y medio de rechazo a Isidoro, que entró en el momento justo y que tuvo el efecto necesario. Exactamente igual que esa imborrable imagen de su pretendiente con medias cortas a la altura de la rodilla con pantalones pirata, que también recibió una cantidad ingente de tuits.

Sumar a esto habiendo momentos de narrativa de reality ejemplar, como esa fiesta de Pedriño con su cohorte de gays que se puede resumir en tres frases a modo de introducción, nudo y desenlace. Primero: "Cuatro maricas vestirse para salir nos va a llevar un buen ratito". Luego: "¿Pero qué es este momento Pimpinela?". Y la gran frase de Mary al día siguiente: "Cariño, hueles a choni".

Todo en Quién quiere casarse con mi hijo está calculado y en esta temporada más que nunca. Pero mientras estemos en manos que rocen la sabiduría, da igual.

Hay 8 Comentarios

Tan mierda el País como el PSOE

No me gustan estos formatos ni los sigo, pero coño habla de esto pq este programita lidera su día de emisión siendo de 4 (eso es histórico) y lo peta en Twitter cada día de emisión...es un fenómeno televisivo independientemente que a mi me parezca un truño de programa...

Esto... Cuatro es de Mediaset... Se la compró a PRISA... Pero si decís que es porque es de PRISA, pues es de PRISA...

Cuatro posts de '¿Quién quiere casarse con mi hijo' en menos de dos semanas. ¡Olé tus cojones! Tom, majete, que ya sabemos que Cuatro es parte del grupo Prisa y que la cosa está muy achuchada, ¿pero no podrías disimular un poco? Estás acabando con la poca credibilidad que te quedaba. A este paso te veo anunciando cacerolas en la TDT.

A los afectados por el ERE de El País esta charla les va a encantar:

elpais.com/elpais/2012/10/13/videos/1350129104_228762.html

Juan Luis Cebrián enseña en Sao Paulo cómo hundir un periódico en tres años y que encima te paguen trece millones de euros anuales por ello.

Qué, que hay que vender las mierdas que caga la empresa ¿no?

En lo personal estoy hasta el cogote de realities por todas partes, uno detrás del otro ya no nos permiten respirar.

test 7 f

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Tuitología

Sobre el blog

Un blog sobre las ansiedades, ínfulas, confesiones y caprichos diarios que comparten las personalidades públicas en redes sociales. Lo más llamativo del mundo visto por los famosos, lo más delirante de los famosos vistos por el mundo y todo sobre ese insólito punto en el que ambos fenómenos se entrecruzan.

Sobre el autor

Tom C. Avendaño

es periodista. Se hace un lío con el país al que pertenece, si España o Estados Unidos, y suele resolverlo declarándose ciudadano de las redes sociales. Lo de los intereses lo tiene más claro: investigar cuánto dice la cultura popular sobre el mundo en que vivimos.

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