Ser Kim Kardashian -es decir, ser una mujer que ha alcanzado cotas inéditas de fama e influencia gracias a un reality que protagonizó solo por haberse acostado con un jugador de baloncesto en un vídeo que luego se filtró por Internet- tiene sus responsabilidades. Hay que ir a actos y fiestas por los que te pagan varios cientos de miles de dólares. Hay que mimar esas docenas de marcas que patrocinan tu fama sin que hayas, en realidad, hecho nada. Hay que pelear porque los tabloides comenten lo poco que quieres salir en los tabloides. Y también, no lo obviemos, hay que velar por la paz mundial.
Esto último es una parte fundamental del proceso de todo famoso estadounidense desde que existe Twitter. Es importante pero no trabajoso: consiste, en líneas generales, en avisar al resto del mundo de que ya se encarga el famoso de intermediar entre Dios y la raza humana, que no teman, que ya está mandando él sus oraciones a los afectados por una u otra tragedia, lo cual debe ser más efectivo que efectuar donaciones. La costumbre empezó más o menos cuando un terremoto asoló la región japonesa de Tohoku y seres humanos de la categoría espiritual de Khloe Kardashian (hermana pequeña de Kim), P Diddy o 50 Cent crearon el hashtag #prayforjapan (#rezadporjapón). Vale que después murieron más de 20.000 personas y el reactor de Fukushima protagonizó la segunda peor crisis nuclear de la historia. Pero el gesto estuvo ahí. Por ellos, se desprende de él, no fue.
Sin embargo, es posible que la expresión más problemática de este hábito, muy propio de un pueblo formalmente laico pero lingüísitcamente incapaz de expresar sentimientos trascendentales de forma coloquial sin mencionar a una deidad, haya llegado estos días de la mano de Kardashian.
Just touched down in Kuwait!!! Riding to the hotel now! So excited to be here! instagr.am/p/Sk_H_AOS_q/
— Kim Kardashian (@KimKardashian) November 28, 2012
La famosa tuvo un pequeño momento polémico tuitero el pasado viernes 16 cuando, tras estudiar la escalada de tensión en la franja de Ganza, resolvió mostrar al mundo su compasión y escribió: "Estoy rezando por todo el pueblo de Israel". Enseguida le llovió el consabido chaparrón de mensajes preguntándose si ese tuit no estaba siendo un poco parcial con los habitantes de Gaza, así que Kim, todo ecuanimidad, incluyó otro en el que ampliaba el alcance de sus oraciones no ya a Palestina, sino a todo el planeta Tierra en general, por si acaso. Luego, quizá también por si acaso, viendo la avalancha de tuits y las amenazas de muerte que había logrado que le mandaran partidarios de ambos bandos del conflicto, borró ambos mensajes.