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En bici a ninguna parte: la Casa Blanca se estrena en Vine

Por: | 23 de abril de 2013

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De los triunfos que legue Barack Obama a la historia de la política estadounidense,pocos serán tan indiscutibles como la impronta digital de su administración, acaso la que mejor entende, en todo el mundo, la utilidad y la importancia de ser ubicuo en cualquier rincón del mundo 2.0. El pasado noviembre, por ejemplo, cuando Obama venía de ganar las elecciones presidenciales por segunda vez y le tocaba enfrentarse a las ansias republicanas de subirle los impuestos a la clase media que él había defendido en su campaña, su equipo ideó una campaña en Twitter y Facebook en la que se pedía a los usuarios de a pie que explicaran qué significaba para ellos ganar 2.000 dólares más o menos. El invento, bautizado con el hashtag -en estos tiempos, todo lo que no lleve una almohadilla delante parece que no cuenta como invento- #My2K (#Mis2Mil), era una forma brillante de devolverle la pelota a la misma gente que le había dado la victoria en las urnas, y tuvo algo más de medio millón de respuestas, que no es poco para un asunto proveniente de una institución.

Ayer, esa brillante lógica moderna regaló al mundo la imagen del presidente número 44 de la primera potencia mundial cabalgando, en un bucle infernalmente imparable, a los lomos una bicicleta estática en su jardín.

Se trataba de uno de los siete vídeos con los que el equipo de Obama se ha estrenado en la red social Vine, con la que Twitter apostaba, ayer hace exactamente tres meses, por el tuit audiovisual. Se aprovechó para ello la celebración de la tercera Feria Científica de la Casa Blanca, un acontecimiento impulsado por el propio Obama en el que estudiantes de todo el país acuden a Washington D.C. a enseñarle sus logros en ciencias y matemáticas.

La decisión de estrenar el Vine institucional en semejante momento tenía sus defectos. Una cosa es dar una imagen desenfadada y cercana del presidente y otra, anunciar a bombo y platillo que ha echado el rato rodeado de chavales prestándose a hacer cosas como darle al gatillo a una escopeta que dispara de nubes de caramelo (un momento recogido en vídeo: hay un diálogo justo antes en el que el hombre con acceso a códigos nucleares le pregunta a Joey Hudy, de 14 años y creador del artefacto: "¿Le daría a esa pared de ahí? ¿Se quedaría pegado? Vamos a probarlo", cual adolescente en una película de John Hughes). Hay cosas que quedan mejor por escrito y en perfectísimo pretérito que en directo y con detalles.

 

Dos de los siete vídeos tenían a Obama de protagonista y víctima del principal problema de esta red social: estas publicaciones tienen un límite de seis segundos de duración y, lo peor de todo, se reproducen en bucle guste o no al creador o al espectador. Lo cual no favorece al jefe de ningún Estado. Nadie quiere ser visto haciendo la misma acción puntual u aparecer condenado a repetir unas frases entrecortadas de un discurso, así sin parar, cual Sísifo moderno (o, peor, como en un periódico de Harry Potter).

En los ejemplos que nos brindó ayer la Casa Blanca se veía a Obama en momentos poco propios del líder de un país que acaba de atravesar una semana especialmente negra. Dándole a la bicicleta, por ejemplo, como si el profesor de su clase de spinning hubiera dejado el aula para no volver, creando energía para activar un mecanismo casero de filtración agua. U observando con atención, en el otro vídeo, cómo un ascensor eleva un brazo robótico que cuelga un objeto de una barra. Cuando lo logra, la cosa vuelve a empezar y ahí sigue Obama, con las manos en los bolsillos, celebrando con infatigable pasmo el que que el brazo haya logrado su cometido por enésima vez. Quienes dicen que la locura es hacer la misma acción una y otra vez esperando diferentes resultados tienen en Vine material de sobra para ilustrar su teoría.

Por otro lado, la tercera Feria Científica de la Casa Blanca era un escenario perfecto para presentarle al mundo una nueva cuenta en una red social audiovisual, más que nada porque es un acontecimiento tranquilo, de poco peso político pero infinito valor creando imágenes en movimiento. Además, en caso de que algún día el primer vídeo de la Casa Blanca en Vine llegue a ser un asunto de importancia histórica, el que éste fuera protagonizado por LeVar Burton y Bill Nye (dos gigantes del espectáculo científico y cultural en la televisión de los 90) lo dirá absolutamente todo sobre el uso que las grandes instituciones dan a los iconos del entretenimiento como puente entre ellas y el público, y sobre el valor de la nostalgia en nuestros tiempos.

Es bien posible que el desembarco de la Casa Blanca en VIne diga más de la red social que de la Casa Blanca. Esta red social solo tiene tres meses de vida, pero al venir vinculada a otra innegablemente mastodóntica, ha crecido y madurado a gran velocidad. Si hasta hace poco se le consideraba una absurdez para dar cabida a veleidades como fiestas de cumpleaños llenas de niños y otros momentos desesperantemente anodinos, la semana pasada se antojó imprescindible, al ser idónea para compartir en tiempo récord toda una miríada de vídeos de las explosiones de Boston. Unos días antes ya había recibido su primer contenido inherentemente político, cuando un grupo republicano lanzó un anuncio para criticar a una candidata demócrata al Congreso. Vine se está politizando. Está ganando trascendencia. La Casa Blanca de Obama no podía llegar tarde a esa fieta sin perder y mantener esa credibilidad que ha llevado sus campañas a las clases de marketing 2.0.

Claro que esa credibilidad a veces exige concesiones poco decorosas como un paseo en bici a ninguna parte o una cuenta en Pinterest para que todo hijo de vecino pueda comentar la decoración de la que fuera la casa de Abraham Lincoln, John F. Kennedy, John Adams o los Roosevelt. En el reino de lo cotidiano, lo meramente banal es rey.

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Tuitología

Sobre el blog

Un blog sobre las ansiedades, ínfulas, confesiones y caprichos diarios que comparten las personalidades públicas en redes sociales. Lo más llamativo del mundo visto por los famosos, lo más delirante de los famosos vistos por el mundo y todo sobre ese insólito punto en el que ambos fenómenos se entrecruzan.

Sobre el autor

Tom C. Avendaño

es periodista. Se hace un lío con el país al que pertenece, si España o Estados Unidos, y suele resolverlo declarándose ciudadano de las redes sociales. Lo de los intereses lo tiene más claro: investigar cuánto dice la cultura popular sobre el mundo en que vivimos.

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