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Tuitología

Sobre el blog

Un blog sobre las ansiedades, ínfulas, confesiones y caprichos diarios que comparten las personalidades públicas en redes sociales. Lo más llamativo del mundo visto por los famosos, lo más delirante de los famosos vistos por el mundo y todo sobre ese insólito punto en el que ambos fenómenos se entrecruzan.

Sobre el autor

Tom C. Avendaño

es periodista. Se hace un lío con el país al que pertenece, si España o Estados Unidos, y suele resolverlo declarándose ciudadano de las redes sociales. Lo de los intereses lo tiene más claro: investigar cuánto dice la cultura popular sobre el mundo en que vivimos.

Eskup

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A la espectacular trastada que se le gastó anteayer a la agencia de noticias Associated Press cabe achacarle al menos una pega: la dificultad de contextualizarla dentro de otras trastadas menores perpetradas contra otros pilares de la información. Es un problema derivado de la propia espectacularidad del asunto: un hacker se coló en una de las cuentas de Twitter más fiables del mundo, la de la AP, y tecleó los 76 caracteres más demoledores que podrían imaginarse sin forzar la credibilidad del lector medio. "Última hora: dos explosiones en la Casa Blanca y el presidente Obama está herido". 76 caracteres para la histeria colectiva y, lo que es peor, contra otra mucho menos razonable: la bursátil. En los minutos que siguieron a la publicación de esa salvajada, el Down Jones perdió todo lo ganado en la jornada, unos 130 puntos que recuperó en cuanto se supo que el tuit era, efectivamente, falso.

La historia en sí es tan espectacular y tiene tantas lecturas (que tanta gente se lo creyera como para desplomar la bolsa aunque sea un rato dice mucho de la percepción general de la seguridad estadounidense o de la precaria salud de la información online, porque hace falta mucho estómago para aceptar que unas explosiones en la Casa Blanca y las heridas de Obama podrían ir juntas en el mismo tuit, como si la AP hubiera esperado a confirmar lo segundo antes de alertar de una burrada como lo primero) que eclipsa la pregunta que cualquiera se hubiera hecho sí, en lugar de en la Red, el atentado hubiera ocurrido en la vida real: ¿Por qué?

Casi 24 horas después del incidente es más o menos seguro que la cosa era obra de unas personas con nombre de banda de punk. El único colectivo que ha reclamado la autoría del atentado ha sido el Ejército Electrónico Sirio, un grupo de partidarios del presidente Bachar el Assad que ha venido empleando la tecnología con apabullante eficacia para propagar bulos sobre el lujazo que es vivir en un país que derrama sangre las 24 horas como Siria. "Somos un grupo de apasionados sirios que no puede permanecer pasivo hacia la manipulación general de los datos concernientes a la reciente rebelión en Siria", prometen en su página web. "Esta manipulación se lleva a cabo en varias páginas de Facebook que distribuyen deliberadamente el odio y la intolerancia sectaria entre las gentes sirias para alimentar la rebelión".

A tal fin, estos hackers se han metido en las cuentas de Twitter de la FIFA y su presidente, Sepp Blatter, para publicar la verdad sobre la elección de Catar como sede del Mundial de 2022; la cuenta con información del tiempo de la BBC; la de la radio pública estadounidense y la del reverenciado programa 60 Minutos.

Lo de ayer, sin embargo, fue su obra maestra. Para acceder a la cuenta de AP, el Ejército Electrónico Sirio envió varios correos falsos a los periodistas de la agencia solicitando que pincharan en un enlace, a través del cual los hackers instalaron su propio software en los ordenadores corporativos. Uno de los redactores de la casa, Mike Baker, admitió en un tuit que el correo falso estaba "impresionantemente disfrazado". Es decir, un grupo de extranjeros que no tienen el inglés como lengua madre se las apañó para elaborar un texto de phishing tan creíble que varios de los periodistas más incrédulos del mundo hicieron lo que pretendían y pincharon en el enlace.

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En cuanto el caos terminó de prenderse, extenderse y disiparse, se publicó el entusiasta tuit que celebraba que la AP había "caído rendida ante el Ejército Electrónico Sirio", junto a la preocupante etiqueta #ByeByeObama. Se hizo desde la cuenta @official_SEA6: la sexta que este grupo ha tenido que abrir después de que Twitter, que los tiene en el punto de mira desde hace ya varios ataques, cerrara las anteriores.

La historia, sin embargo, se topó con la problemática habitual de las jugarretas online: la reacción tendió a la comedia y se centró más en el hecho en sí que en sus autores. Lo cual tiene, al menos, el mérito de devolverle al Twitter estadounidense el humor que había perdido tras las explosiones en Boston. Tampoco ayudó el que la comedia en la red social tienda a basarse en la actualidad, y ésta ha sido, para desgracia del minucioso Ejército, que el ansia de informar por Twitter llevó la semana pasada a la publicaciones de varias informaciones ignominiosamente falsas sobre los sospechosos de Boston.

Así, mientras el la Bolsa ardía en el mundo real, las reacciones eran del estilo: "John King [el presentador de la CNN que la semana pasada anunció la detención de los sospechosos de Boston, nacionalidad incluida, tres días antes de que se produjera] informa que la cuenta de la AP ha sido hackeada por un hombre de piel oscura" o "El New York Post informa que 12 Obamas han muerto". También fue mala suerte que justo hace días la agencia Reuters despidiera a su director de social media, Matthew Keys, por intentar hackear la web del Los Angeles Times, porque tampoco faltaron bromas como "Felicidades a Matthew Keys por su nuevo trabajo en AP". Rob Delaney, acaso uno de los humoristas de la más éxito de la red social, repentizó un retuit mucho más absurdo que el de la AP: "RT @AP Glee es una buena serie".

La broma ocurrió y fue olvidada. El Dow Jones se desplomó y se recuperó. Twitter se escandalizó y luego se rió. La rebelión en Siria contra el cada ves menos popular Assad sigue. Y el Ejército Electrónico Sirio seguirá siendo ese grupo de perdedores que intenta escribir la historia.

En bici a ninguna parte: la Casa Blanca se estrena en Vine

Por: | 23 de abril de 2013

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De los triunfos que legue Barack Obama a la historia de la política estadounidense,pocos serán tan indiscutibles como la impronta digital de su administración, acaso la que mejor entende, en todo el mundo, la utilidad y la importancia de ser ubicuo en cualquier rincón del mundo 2.0. El pasado noviembre, por ejemplo, cuando Obama venía de ganar las elecciones presidenciales por segunda vez y le tocaba enfrentarse a las ansias republicanas de subirle los impuestos a la clase media que él había defendido en su campaña, su equipo ideó una campaña en Twitter y Facebook en la que se pedía a los usuarios de a pie que explicaran qué significaba para ellos ganar 2.000 dólares más o menos. El invento, bautizado con el hashtag -en estos tiempos, todo lo que no lleve una almohadilla delante parece que no cuenta como invento- #My2K (#Mis2Mil), era una forma brillante de devolverle la pelota a la misma gente que le había dado la victoria en las urnas, y tuvo algo más de medio millón de respuestas, que no es poco para un asunto proveniente de una institución.

Ayer, esa brillante lógica moderna regaló al mundo la imagen del presidente número 44 de la primera potencia mundial cabalgando, en un bucle infernalmente imparable, a los lomos una bicicleta estática en su jardín.

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Un chiste eterno (en la Red) llamado Kim Jong-un

Por: | 01 de abril de 2013

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El peor enemigo de la credibilidad de Kim Jong-un es la imagen que proyecta Kim Jong-un. Se dirige el querido líder norcoreano al mundo occidental con amenazas y aldabonazos sobre cómo va a poner firmes a todos rociándolos de bombas nucleares, y el mundo occidental, acostumbrado a políticos de imagen impoluta, gestos medidos y costumbre de no decir nunca nada del todo, no ve más que a un tipo histriónico, tirando a rellenito y que suena a villano de película de James Bond o, peor, recuerda al doctor Maligno de Austin Powers. Es un problema de imagen con su aquel dinástico: ya lo sufrió su padre, Kim Jong-il, hasta su muerte en diciembre de 2011, y tal era el potencial cómico que se le atribuía en Estados Unidos que se le hizo un hueco permanente en la cultura popular cuando los creadores de South Park lo explotaron como villano con tendencia a la autocompasión en Team America allá por 2004 y la serie Rockefeller Plaza lo admitió como personaje recurrente en una de sus tramas.

 

Pero pocos medios han sabido minar la comicidad de unos dirigentes de hilarante aspecto que quieren ser temidos por el mundo como Internet. Y pocas veces ha podido comprobarse hasta qué punto el público nunca se cansará de ellos como estos últimos días. Kim Jong-un ha elevado todo lo que se le ha ocurrido las tensiones con Estados Unidos y Corea del Sur, ha declarado el "estado de guerra" en Pyongyan y la Red lleva tres días muerta de risa (una reacción tan fácil como peligrosa, por otro lado) En parte porque esa supuesta guerra tiene un punto esperpéntico: este tipo de admoniciones las lleva haciendo Kim Jong-un desde hace tiempo sin llevarlas a cabo, y se dice que si no las lleva a cabo es porque sus recursos armamentísticos dejan, en realidad, mucho que desear. Lo cual deja a la percepción occidental con un líder empeñado en ladrarle a naciones mucho más grandes con poco más que un puño que agitar al aire. Las bromas que se han multiplicado estos días cumplen así dos funciones: reírse de la cutrez bélica de un dirigente es tan reconfortante para los países amenazados como efectivo, posiblemente sea el equivalente militar a cuestionar la capacidad erectil de un enemigo.  

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