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El 'landismo' continúa en Twitter

Por: | 09 de mayo de 2013

 

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Alfredo Landa, con su Goya de honor en 2008

Una muerte es, como casi cualquier otra tragedia, un tuit definitivo. Es algo principalmente emotivo, el anuncio tiene forma de noticia, es corto y absoluto. La muerte de una persona conocida es, por tanto, carne de trending topic. Y la muerte de una persona conocida con vocación de icono de algo abstracto pero que todos tenemos presente es, directamente, algo que cuesta mucho eliminar de una red social. Alfredo Landa era de estas últimas. Costaría encontrar a un español que no lo conociera, si no por haber visto alguna de sus películas más vergonzosas en Cine de barrio, por la emisión, ya en prime time, de alguno de los fantásticos despliegues como intérprete dramático con los que, a partir de aquel hipnotizante monólogo al final de Las verdes praderas en 1979, fue redescubierto. Costaría encontar a un español así como costaría encontrar un timeline en la red social esta tarde en el que no se mencione al actor con pasión, acaso un deje de nostalgia y con nobleza.

En ese sentido, Alfredo Landa sido -quién lo iba a decir, por un lado; por el otro, cómo no- nuestra Whitney Houston. Aquella inesperada muerte en febrero del año pasado sacudió a la población estadounidense y asoló Twitter con tanto ardor que cambió para siempre la forma en la que se recibían y medían las muertes en el mundo 2.0. Se estrenó entonces la ahora consagrado hábito de que, en cuanto fallece un famoso, el resto de famosos del mundo está obligado a tuitearlo y lamentarlo.

Lo de Alfredo Landa de hoy ha sido algo parecido. Cabían esperar reacciones a la noticia de aquellos profesionales del cine que o bien lo conocieran o bien sean reputados bebedores del landismo o del pasado del cine español. Y las ha habido, claro, de Santiago Segura y Alex de la Iglesia (este último, suma elegancia siempre, lo hizo a través de retuits de compañeros, sin aportar a la cursilería general que en Twitter, como en la vida, provoca un deceso).

Pero Landa era demasiado grande y demasiado conocido. Su muerte ha confirmado que la costumbre estadounidense ha llegado a España (o la ha traído directamente). Así, también ha quedado tuieado el compungido dolor de Manu Tenorio, de aquel primer Operación Triunfo, de cuando el formato y el país eran más dichosos, el grupo Los Secretos, Eugenia Silva, el presentador Christian Gálvez y la astróloga Esperanza Gracia, o Alberto Chicote.

Una de las peores aportaciones de las redes sociales al mundo de la defunción es que, cuando se produce una de esta magnitud, se genera tanto ruido sobre el hecho que es fácil terminar gritando. Este fenómeno le vino particularmente bien a los muchos a los que le salió el maniqueísmo político y recordaron que Landa fue un actor de derechas, lo cual es algo que, por lo visto, prima sobre la noticia de su muerte o el recuerdo a su trayectoria. Por ejemplo:

Lo cual ha merecido observaciones del estilo:

Y conclusiones de este estilo:

La cosa quedó así dividida: el grupo que no estaba recordando, cuando no celebrando, la muerte de un actor facha, es porque estaba recordando cualquiera de los dos aspectos de su trayectoria (la cómica y la dramática), o, una opción más recomendable pero más minoritaria, convirtiendo en sabor kistch lo que para otros es caspa.

Ha sido un fenómeno largo. Importante. Ni por Fraga ni por Sara Montiel se han lanzado semejantes salvas tuiteras. Éstas han durado varias horas -nadie que haya recibido la noticia tenía motivos para no reaccionar a ella, mal que le pese al número de personas que se han quejado de que la respuesta a la noticia no terminaba nunca- y el retuiteo de los homenajes que supuestamente le dedicarán los medios en los próximos días será constante.

No será el único, claro. Tarde o temprano morirá alguien igual de conocido en un panorama informativo igualmente despejado que no distraiga de la noticia. Pero cuando eso suceda, se recordará la muerte de Alfredo Landa. El landismo dejó de ser trending topic mundial hace rato, pero lo de hoy quedará en los anales.

Hay 2 Comentarios

Mira que se tiene que ser imbé-cil y tener la mente cerrada para alegrase de la muerte de alguien por que no vota lo mismo que tu, y no ver mas allá de tus complejos poiticos.
Pero a pesar de estos "cortitos" nos hemos quedado sin un gran tipo y muchos lo sentimos.

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Tuitología

Sobre el blog

Un blog sobre las ansiedades, ínfulas, confesiones y caprichos diarios que comparten las personalidades públicas en redes sociales. Lo más llamativo del mundo visto por los famosos, lo más delirante de los famosos vistos por el mundo y todo sobre ese insólito punto en el que ambos fenómenos se entrecruzan.

Sobre el autor

Tom C. Avendaño

es periodista. Se hace un lío con el país al que pertenece, si España o Estados Unidos, y suele resolverlo declarándose ciudadano de las redes sociales. Lo de los intereses lo tiene más claro: investigar cuánto dice la cultura popular sobre el mundo en que vivimos.

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