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James Blunt ha dado de comer a los 'trolls'

Por: | 28 de octubre de 2013

 

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James Blunt, enzarzado en su 'You're beautiful' en julio de 2005. / ASSOCIATED PRESS

James Blunt ha logrado este mes hacer algo heroico y triste a partes iguales. El cantante inglés, un ávido tuitero que interactúa con su cuarto de millón de seguidores con una frecuencia que cabría calificar de agresiva, publicó el lunes su último disco, Moon landing, del que asegura sentirse particularmente orgulloso (y que, insiste, no tiene nada que ver con aquel superventas empalagoso de 2005 llamado You're beautiful con el que todavía se le asocia). Por si alguien dudara de su palabra, el día antes del lanzamiento ya estaba haciendo lo que muy pocos artistas tienen tiempo o paciencia de hacer: localizando y atacando a quien le criticara en Twitter. A un ahora infelizmente célebre miembro del Ejército británico que tuiteó, "Jesucristo, James Blunt ha sacado otro disco. ¿Hay algo más que vaya a irme mal?", Blunt le contestó públicamente: "Sí, podría empezar a tuitearte".

 

La broma gozó del apoyo del público, que lo retuiteó casi 3.000 veces. Es cierto que tenía un algo simbólicamente gratificante: un hombre, autor de una de las canciones más parodiadas de la historia, dejaba de ignorar el torrente vitriólico y sarcástico que es Internet cada día, y respondía a una broma fácil a su costa con cierto sentido del humor. Es posible que sea el sueño de todo aquel que publica cosas online y tiene que convivir con las bromas pero, vista la desproporción de masa de críticos con respecto a los individuos criticados, la práctica más recomendable suele ser hacer la vista gorda. James Blunt, sin embargo, había plantado cara al statu quo mientras el resto Internet contemplaba su hazaña con delectación morosa cómo, por una vez, el personaje público se permitía tener la última palabra.

Pero un repaso más exhaustivo del perfil de Blunt en Twitter revela que aquello no fue una excepción. De hecho, Blunt llevaba semanas buscando a sus críticos solo para responderles delante de sus seguidores. Un chaval llamado Rob Makin había bromeado, el pasado día 19, escribió: "¡James Blunt ha vuelto con un nuevo single! Creo que es lo peor que me ha pasado en la vida". Blunt copió el mensaje y apostilló: "Veo que vas bien de perspectiva". El 16 de octubre, una tuitera también se había quejado en un tuit: "¿Por qué James Blunt siempre canta como si le estuvieran pisando el pito?". Blunt contestó: "Es que no paro de pisármelo". El 11 de octubre, cuando Blunt actuó en el programa de Graham Norton en la televisión británica, un tuitero se maravilló: "¿Quién coño le está aplaudiendo a James Blunt?". Él: "Mi madre estaba entre el público".

La táctica de Blunt se remonta a más días. El ocho de octubre, un tuitero más sucinto que el resto de los críticos resumió sus sentimientos con un: "Que te follen, James Blunt". El cantante replicó: "Lo siento, tendrás que ponerte a la cola". El origen parece estar en el 26 de septiembre, cuando un joven inglés llamado Harrison Simpson se preguntó: "Del uno al diez, ¿cómo es de gay que me guste la nueva canción de James Blunt?", y él contestó: "Diría que un 11".

Aquel diálogo no fue recibido con especial entusiasmo (tuvo 107 retuits), pero Blunt había dado con una fórmula que trascendía la popularidad: una manera de convertir una crítica en una oportunidad para lucir su sentido del humor y buena disposición. Podría decirse que era una idea genial. Podría decirse que había dado con una fórmula de oro para darle variedad a su cuenta en Twitter. Podría hasta ser recomendable. Pero en retrospectiva, no era ninguna de estas cosas.

Lo más grave no es que la repetición de la fórmula da a entender que, más de sentido del humor, lo que se tiene es una fijación por callar a los críticos. Lo más grave es que si algo tienen en común todas estas críticas es que ninguna menciona la cuenta de James Blunt: lo citan solo por su nombre. Por tanto, Blunt no tenía forma de verlas automáticamente, de lo que se desprende que James Blunt pasa parte de su tiempo metiendo su nombre en el buscador de Twitter y leyendo lo que se dice de él a sus espaldas. De los miles de tuits que se encuentran en búsqueda (y que, unos segundos después, son docenas más), es razonable suponer que elige las críticas más suaves e irracionales y las saca de contexto al llevárselas a su cuenta, para que un cuarto de millón de personas que ya de por sí interesadas en él, lo verán imponiéndose al impío y cruento troll. El hecho de que las críticas vinieran de usuarios pequeños (no suelen tener más de 500 seguidores) tampoco resulta necesariamente elegante.

Podría argüirse que este texto hace algo parecido: descontextualiza media docena de tuits que fueron publicados a lo largo de un mes para dar una imagen reduccionista de su autor, que en honor a la verdad probablemente solo pretendía hacer algo original con su cuenta. Solo que aquí no hay ánimo de derrotar. La idea era brillante, la ejecución, fallida. Y recuerda por qué se creó el clásico adagio sobre Internet, generalmente un salvaje Oeste digital sin normas, acepta regirse y que dice: Don't feed the trolls (No dés de comer a los trolls; es decir, que no les hagas caso porque toda respuesta será utilizada en tu contra). Porque responder a las críticas del siempre crítico público de Internet es tan trabajoso que en el esfuerzo siempre habrá un porcentaje no pequeño de vanidad.

Hay 3 Comentarios

A mí personalmente me parece que una de las desventajas de las nuevas tecnologías es que ha generado un nuevo tipo de violencia. La practica casi todo el mundo en alguna u otra ocasión, pero no le hace bien ni al espíritu ni al ambiente, es decir, es malo para uno mismo y malo para la comunidad. Andar insultando, o satirizando, o troleando es una manera estúpida de rellenarse uno mismo de basura. A mí me gusta opinar, pero detesto los que llegan interpelándote con ánimos de insultar. Si tuvieran lo que hay que tener para hacerlo públicamente y a cara descubierta, en una semana muchos estarían sin dientes, así que dan rienda suelta al bajo instinto del odiar porque sí desde el anonimato de sus ordenatas. No hay debate, no hay charla, la mayoría de las veces lo que hay es insulto, soledad, frustración.. Es la parte más siniestra de Internet. No sé cuándo las autoridades sanitarias harán algo en este sentido, pero creo que una buena medida sería obligar a las personas a publicar con su nombre y apellidos, una foto, y su lugar de resiencia (por ejemplo, Sabadell).

La verdad sea dicha, con el tiempo que lleva sin publicar nada podía haber aprovechado y aprender a cantar.

Por no mencionar su cuenta de Twitter en un tuit no debe decirse, precisamente, que estén criticándolo a sus espaldas… Se trata de Twitter, todo es público.

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Tuitología

Sobre el blog

Un blog sobre las ansiedades, ínfulas, confesiones y caprichos diarios que comparten las personalidades públicas en redes sociales. Lo más llamativo del mundo visto por los famosos, lo más delirante de los famosos vistos por el mundo y todo sobre ese insólito punto en el que ambos fenómenos se entrecruzan.

Sobre el autor

Tom C. Avendaño

es periodista. Se hace un lío con el país al que pertenece, si España o Estados Unidos, y suele resolverlo declarándose ciudadano de las redes sociales. Lo de los intereses lo tiene más claro: investigar cuánto dice la cultura popular sobre el mundo en que vivimos.

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