JUAN JOSÉ MORENO NAVARRO
Para los medios de comunicación, todo año tiene sus fechas básicas marcadas en rojo: en este 2012 una de ellas es el 6 de noviembre, momento en que los estadounidenses elegirán a su nuevo presidente, y probablemente también el 27 de julio, línea de salida para que comiencen los XXX Juegos Olímpicos de Londres. Para los astrónomos y científicos destacó el 6 de junio, cuando pudimos disfrutar del tránsito de Venus por delante del Sol. Y otra fecha curiosa fue el 12 de marzo porque ese día, según la Oficina del Censo Americano, superamos los siete mil millones de seres humanos en el planeta Tierra. Entre los ciudadanos, se ha popularizado bastante el 21 de diciembre, el fin del mundo según el calendario maya.
Pero durante estos días investigadores de todo el mundo celebran, desde Filipinas a EEUU, desde Inglaterra a España, otra fecha: el aniversario del nacimiento del matemático, lógico e informático británico Alan Turing, padre de la informática moderna (el 23 de junio hubiera cumplido 100 años). En torno al centenario, un buen número de ciudades en el mundo serán la sede de actos, conferencias, congresos, presentaciones de libros, películas, documentales y exposiciones para celebrar el trabajo de un hombre aclamado como un genio. Por tanto 2012 será el Año Turing o el Año Internacional de la Informática. Si hubiera sido necesario ponerle un nombre más concreto quizás se podría haber elegido “El Año de la Inteligencia": de los clásicos ejemplos de inteligencia (humana-matemática, artificial y militar), Turing realizó contribuciones rompedoras en las tres.
Una magnífica manera de honrar a Turing es conseguir que la gente conozca y valore su trabajo. Una gran parte del público probablemente comprenda los logros de científicos como Kepler, Galileo, Newton, Darwin o Einstein que, en efecto, revolucionaron nuestras visiones del mundo, pero quizás no sean conscientes de los avances de Turing, cuando tienen incluso mayor impacto en su vida cotidiana que los anteriores.
Por desgracia hay mucho trabajo por hacer: incluso aquellos mejor bienintencionados y que tratan de popularizar el trabajo de Turing se centran en su labor como un consumado descifrador de códigos y héroe de la Segunda Guerra Mundial o solo hablan de su contribución a la Inteligencia Artificial. Pero sus aportaciones a la creación de la Informática moderna le hacen merecer un lugar de honor en el Olimpo de grandes científicos de todos los tiempos.