JUAN JOSÉ MORENO NAVARRO
Es curioso cómo nos encanta hacer escalafones y listas de los mejores de lo que sea. Parece algo consustancial a la humanidad, pues los helenos ya eligieron las 7 maravillas del mundo antiguo. Las hay más sesudas y científicas usando indicadores supuestamente contrastados, como los ranking de universidades, tenistas, los países más turísticos o las 100 mejores películas. La mayor parte están basados en consultas estadísticas, a veces sólidas a veces informales. No hay periódico que no publique su ranking de hoteles, móviles, vídeojuegos, coches, series de televisión, etc.
Probablemente ya se haya estudiado esto sociológicamente de forma más científica, pero los ranking suponen una forma de simplificar, de dar un mensaje muy sencillo, quizás para evitarnos hacer pensar, quizás para orientarnos hacia qué pensar. Se usan como armas arrojadizas cuando interesa (como en el caso de las universidades) o se ignoran si los resultados no gustan (España es la novena del mundo en resultados de investigación, lo que no parece que sea coherente con el supuesto desastroso resultado de las universidades). Pero también sirven para provocar: dado un ranking, aparecen mil detractores y objeciones a las decisiones tomadas.
Todos, hasta los más serios, no pasan de ser un juego divertido y están cargados de subjetividad. Son por definición injustos: ¿cómo un cinéfilo puede elegir las mejores 10 películas con las cientos de obras maestras que hay? A la vez sirven para llamar la atención, como señuelo de popularidad. De hecho uno de los consejos que se dan para aumentar el impacto de un blog es publicar un ranking de cualquier cosa, da igual si es sensato o no: en el primer caso será visitado para informarse, en el segundo para descalificarlo. En este blog no vamos a ser menos y vamos a referirnos a uno de ellos de reciente publicación, que tiene el pedigrí de haber sido ideado por Stephen Hawking y está avalado por la Real Sociedad Británica (Royal British Society) y la Real Academia de Ingeniería del Reino Unido, así como el gobierno y los museos de ciencia británicos.
La iniciativa consistía en elegir las más grandes innovaciones
británicas del siglo XX. Se abrió una votación que coincidió con la semana de
la ciencia del Reino Unido (15 al 24 de marzo) y que ha recibido más de 50.000
opiniones. La elección ha recaído en la máquina universal de Turing, el
fundamento teórico que dio lugar a los computadores actuales y que sirvió en
gran parte como base de su diseño.
Turing recibió un 24% de los votos. La segunda mejor innovación
británica es el Mini, el pequeño auto que cautivó a toda Gran Bretaña y gran
parte del mundo en los últimos 40 años y que tiene su origen en el interés por
fabricar un automóvil económico y cómodo para las que unieron fuerzas las
firmas Morris y Austin.
En tercer
lugar se coloca la técnica de la cristalografía de rayos X y su espectrómetro,
diseñada por el físico inglés William Henry Bragg, fundamental para el estudio
de propiedades de materiales o descubrimientos en química orgánica y biología.
Gracias a ella se ha podido deducir la doble hélice del ADN, la estructura
tridimensional del colesterol o la insulina o estudiar el fulereno,
la tercera
forma molecular más estable del carbono, tras el grafito y el diamante.
Completan las cinco primeras posiciones el descubrimiento de los
púlsares (una clase desconocida hasta ese momento de
objetos cósmicos) y el
Mallard (el tren de vapor más rápido del mundo puesto en marcha en 1938 y que
alcanzó los 203 km/h). Otros candidatos fueron la doble hélice de ADN, el
Concorde, las células madre, la penicilina o el cristal líquido.
Entre los votantes se encuentran el primer ministro David Cameron (que apostó por el ADN), la presentadora de televisión, actriz y escritora Gia Milinovich (defensora de los púlsares), el físico, profesor de la universidad de Surrey y gran estrella de la divulgación en la BBC Jim Al-Khalili y el actor Stephen Fry (ambos impulsando a Turing). Todos ellos han defendido activamente a sus favoritos en Twitter, redes sociales y en varios medios de comunicación. En particular, puede escucharse un mensaje de Stephen Fry donde postula a Turing como un genio con el que el Reino Unido y el mundo están en deuda ya que acortó la Segunda Guerra Mundial y propuso los fundamentos de la tecnología que nos permite leer esto hoy.
Toda esta información se encuentra en el sitio web (http://www.topbritishinnovations.org) que además de dar cabida a las votaciones pretende continuar en activo como un recurso en internet para divulgar las innovaciones británicas en ciencia, ingeniería y medicina. Aunque está en inglés, merece la pena navegar un rato por estas apasionantes páginas.
Todos aquellos británicos que han (re)descubierto la figura de de Alan Turing han tenido más éxito esta vez que hace unos meses cuando apoyaron una iniciativa para que Turing apareciera en los billetes de 10 libras. El Banco de Inglaterra empezó a incluir personajes históricos en sus billetes desde 1970 y lanzó una petición de sugerencias de de individuos fundamentales en la historia del Reino Unido que pudieran aparecer en futuros billetes. El mínimo de peticiones debía ser 100.000 para pasar una primera selección y llegar a un comité del banco que tomara la decisión final. Pero desafortunadamente la candidatura de Turing solo obtuvo 28.000. Quizás sorprenda que se barajen como posibles efigies para los billetes figuras como el futbolista David Beckham, el cantante Robbie Willliams o el actor y humorista John Cleese.
También se eligieron las tecnologías del siglo XXI más prometedoras. La
primera posición es para la química de los líquidos iónicos, que permite
crear super-disolventes o el
desarrollo de nuevos procesos tecnológicos e industriales. El segundo lugar lo
ocupa el Raspberry Pi, un
computador de bajo coste del tamaño de una tarjeta de crédito,
con el objetivo de estimular la enseñanza de la informática en las escuelas. Puede conectarse directamente a una televisión o un teclado y su potencia puede
emular la de los computadores personales en muchas acciones. Los sistemas
operativos y aplicaciones que soporta son software libre (Linux, Android,
Firefox, LibreOffice, etc.)
El pódium lo completan las impresoras de órganos artificiales
a partir de células madres embrionarias, que ofrece un enorme potencial de
aplicaciones médicas en el campo de los trasplantes. En la lista también
aparecen el grafeno, el bosón de Higgs o las manos biónicas.
Siempre es difícil predecir el futuro y la historia está llena de equivocaciones: Thomas Watson, el presidente de IBM indicó en 1943 que “solo se necesitarían unos 10 computadores en el mundo” y Charles Duell, director de la Oficina de Patentes de EEUU dijo en 1919 que “todo lo que se puede inventar ha sido ya inventado”. Pero esta lista nos abre un mundo de esperanzas en que la tecnología y la innovación pueden ayudar al bienestar social.
Los rankings, ya lo hemos visto, suelen tener un componente pedagógico y lúdico y en este caso hay que interpretarlo como un doble acto de convicción del valor de la investigación y la innovación y, a la vez, de un ambicioso trabajo de difusión de la ciencia y la tecnología. Y en ambos casos solo se puede admirar la iniciativa con envidia. Aunque las encuestas hablan de la buena valoración de la sociedad a los científicos y su trabajo y empiezan a reconocer su buen nivel internacional, no parece que las noticias sobre los presupuestos y actuaciones para la I+D+I permitan pensar en que estos buenos resultados se plasmen en avances tangibles, efectivos o esperanzadores para el país. Pero tampoco podemos estar orgullosos del alcance en la difusión de la ciencia. El lector cuidadoso probablemente haya pensado que es un error que pueda haber un divulgador “estrella” de la BBC, pero es que esta cadena ha tenido por mucho tiempo programas de ciencia en “prime time”. En España hay que buscarlos en horarios imposibles en La 2.
Todos los rankings son discutibles y este no es una
excepción. Pero en el Año Turing no vamos a objetar a que
la máquina de Turing se considere como una innovación capital en el siglo XX. ¿Es
la más grande? ¿Por qué no? Sintámonos felices y algo orgullosos de
que se reconozca la invención de Turing y que su figura sea cada vez más
conocida por el gran público. Así se logrará que a los informáticos nos sea más
fácil explicar lo que investigamos y sus posibles aplicaciones.
Juan José Moreno Navarro es catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid e investigador sénior del instituto IMDEA Software. Es Comisario del Año Turing / Año de la Informática.
Hay 6 Comentarios
Por cierto, os dejo un vídeo del año 1988 de la famosa serie de televisión Computer Chronicles. En el minuto 4:09, un desarrollador de software explica que todos los ordenadores tienen la misma potencia de cálculo, que está definida por la Máquina de Turing: http://youtu.be/5XLgAR_vmZo?t=4m10s
Publicado por: iDESWEB | 05/04/2013 18:04:09
Muy buena la discusión de los dos primeros párrafos sobre la validez de los ranking, y la referencia a las universidades.
Por cierto, me ha sorprendido que entre los cinco primeros no aparezca la World Wide Web. Pero en la segunda posición está el Mini: eso dice mucho de la validez de esta clasificación.
Publicado por: iDESWEB | 05/04/2013 17:56:58
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Publicado por: rss noticias | 04/04/2013 17:47:56
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Publicado por: Matildita | 04/04/2013 8:06:37