Un 'twitrip' consiste en aterrizar en un destino con lo puesto y dejarse guiar exclusivamente por las recomendaciones de tus seguidores en Twitter. Lo puesto tiene que incluir un móvil con internet, claro. El periodista Benji Lanyado lleva desde 2009 'twitripeando' y contándolo en The Guardian. Hace dos semanas sus viajes le trajeron a Madrid, donde le encontramos camino de La Venencia (gran recomendación).
“Nada ha cambiado tanto mi forma de trabajar como Twitter, en primer lugar, se acabó eso de documentarse... ¡vengo a pelo!”, explica Lanyado en una de las bodegas más auténticas de Madrid, donde fotografía el cartel de “Prohibido escupir en el suelo” y reseña, en menos de 140 caracteres, que tienen cecina, “the jew-friendly jamón serrano”. Twitter no solo le gusta por vaguería. “Es reporterismo puro, en directo, las pistas que te da la gente son específicas para el momento y el lugar donde te encuentras”, dice.
La idea de hacer crónicas viajeras con Twitter se le ocurrió en Berlín cuando una aerolínea le dejó tirado. Refunfuñó en su microblog y alguien le recomendó un hotel. Luego un café, luego una tienda… Todas las pistas le encantaron y decidió experimentar. Su primer 'twitrip' fue a París. Tuvo que esperar 20 minutos en la puerta de la Gare du Norde a que le llegase la primera pista. Pero desde entonces no ha parado. Ha recorrido prácticamente todas las ciudades de Gran Bretaña de 'tweet' en 'tweet', y ahora está haciéndolo por Europa. Gracias al sistema ha descubierto cosas como un cabaré de travestis en Blackpool donde hacen 'medleys' de Michael Jackson, un “alucinante” restaurante iraquí a las afueras de Nottingham o un Karaoke en Londres en el que cuenta cantó Bryan Adams ante un público de ancianos cantoneses (y el tío lo colgó, puedes oírlo aquí).
Su trabajo puede parecer jauja, pero tiene su intríngulis. No para en 12 horas y no suelta el móvil. Comprueba constantemente sus mensajes, y cuando una pista le gusta escribe sus 140 caracteres, toma fotos y vídeos del lugar, los cuelga, los vincula a un mapa, lo publica todo y “lo más importante”: agradece públicamente al desconocido que le ha dado la pista. “La mayor inconveniencia son las baterías”, dice mostrando las dos de repuesto que lleva. A veces, cuando vuelve a casa, redacta un resumen de lo 'twiteado', lo llama 'El veredicto'.
En Madrid sus seguidores le mandaron al Vicente Calderón (donde se coló en el cesped y le echaron) y al bar Cock (que le hizo mucha gracia por el nombre, picha en inglés) donde acabó el día con una ginebra mediterranea de romero y aceituna (eso se lo recomendé yo, de viva voz).
Solo una vez, en Brighton, un gracioso le gastó una broma pesada enviándole a un aparcamiento en busca de una escultura gigante en forma de pato que por supuesto no existía. “Pero la mayoría de la gente, entre 200 y 300 'tweets' por viaje, me recomienda sitios estupendos”, dice Lanyado que tiene 6.629 seguidores."Oiga, ¿y por aquí dónde se come?". ¿Acabará Twitter con este clásico callejero?