Es una cuestión de gustos, naturalmente, pero si hay una serie que capítulo tras capitulo y temporada tras temporada mantiene un nivel de talento extraordinario esa es Bing Bang: cuatro frikis y una vecina como protagonistas y algunos secundarios que complementan o realzan los disparatados diálogos.
Con unos medios sencillos (no más que los que encumbraron a los de Friends), unos modestos interiores y, sobre todo, unos guiones pletóricos de humor y sarcasmo, Sheldon y sus amigos se ríen de todo y de todos, empezando por ellos mismos, naturalmente, que es la forma más elegante de la ironía considerada como una de las bellas artes. Los cinco protagonistas ejemplifican comportamientos y orígenes diversos y absolutamente irresistibles.
El ya citado Sheldon, un físico teórico asexuado, inteligente y convencido de que es un ser superior por su extraordinario coeficiente intelectual y que no duda en creer que el Nobel de Física alcanzará su justificación real cuando se lo otorguen a él; Leonard, un físico experimental (es decir, un ser ligeramente inferior según Sheldon), traumatizado por una infancia infeliz con una madre hiperracionalista; Wolowitz -que sólo es un ingeniero y no un doctor, como recuerda constantemente el ser superior-, con una madre de la que sólo oímos su voz a través de las paredes hogareñas, personaje que permite a los guionistas reirse de los judíos con un nivel similar al del mejor Woody Allen,y Rasham, un astrónomo indio incapaz de hablar cuando hay una mujer delante salvo que beba alcohol, todos ellos con el complemento de Penny, una camarera que llegó a California con sus sueños de actriz y su realidad del sector servicios. Impagable. No se la pierdan.