La audiencia fue generosa con la primera entrega -de un total de dos- de la serie que reconstruye el mayor atentado de la historia de España, el que se realizó el 11 de marzo de de 2004. Siete años después, más de 2.200.000 espectadores siguieron en Telecinco las malditas andanzas de un grupo de fanáticos terroristas islamistas que dejaron tras de si 192 muertos y más de 2.000 heridos. Sólo fue superada por Los misterios de Laura, en la 1. Daniel C. Torallas es el director de 11-M, y lo cierto es que ha conseguido mucho más de lo que se esperaba.
En primer lugar, y creo que es lo más extraordinario, consiguió que ninguna de las asociaciones de víctimas implicadas en el terrible atentado discrepara o protestara por la realización de la serie. A nadie se le escapa que el recuerdo de aquellos hechos encuentra en los directamente afectados, o en sus entornos familiares, una hipersensibilidad legítima y justificada. Pues bien, no hubo ningún reproche y eso habla muy bien del tratamiento en el guión y en la realización de la narración de los acontecimientos.
En segundo lugar, consecuencia de lo anterior, la dirección fue excelente y los medios puestos a disposición de la serie suficientes sino generosos. Bien es cierto que ya en el tratamiento previo, en el guión de la historia que se quería contar, se huía del sensacionalismo, del regodeo en la barbarie, y ello resulta más extraordinario en una cadena que si de algo puede ser tildada es, precisamente, de sensacionalista (ahí están sus interminables y reiterativas tardes de broncas tabernarias y en absoluto salvadoras).
En resumen: 11-M es una excelente reconstrucción de un día infame en la vida de España, un día que conviene no olvidar en sus detalles para comprender aún mejor las indignantes reacciones del Gobierno de Aznar en los días posteriores al atentado, sus desesperados intentos de manipulación de los hechos y la bochornosa actitud de la prensa escrita más reaccionaria que siete años después de aquel 11 de marzo mantienen la desinformación y la tergiversación como esencia de su manual de estilo periodístico. No se pierdan mañana el segundo y último capítulo de la serie.
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