Scott Fitzgerald, uno de los grandes cronistas literarios del periodo de entreguerras del siglo XX, decía en su extraordinaria novela A este lado del paraíso que detesteba un sistema que permitía que los más ricos se llevaran siempre a las más guapas. Era una forma de definir el tiempo que le tocó vivir. No sabemos que hubiera pensado 70 años largos después de su muerte ante noticias como los entresijos del derrumbe de la Caja Mediterránea (CAM) o la expectación que provoca en los medios (mucho más en los medios que en la ciudadanía) la próxima boda de la muy octogenaria Cayetana de Alba. Ya no se sabe si los más ricos se llevan a las más guapas, si los más listos se lo llevan crudo o si los más espabilados y pacientes alcanzan el ducado por antonomasia.
Sobre el derrumbe de la CAM poco se puede añadir a las propias cifras de su desastroso balance. Sin embargo hay algo que aumenta en progresión geométrica la irritación del personal: hoy hemos sabido por boca del sindicato Comisiones Obreras que los directivos que provocaron la debacle habían cobrado unas prejubilaciones tan desorbitadas como injustificadas: Roberto López Abad, 3,8 millones de euros. Agustín Lorca, 2 millones. Joaquin Meseguer, 2 millones. Vicente Soriano, 1,5 millones y Gabriel Sagristá, 1,5 millones. Dicho de otra manera: la cúpula responsable de una entidad que, de momento, ha necesitado una inyección del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) de 5.800 millones de euros, es decir, de todos los ciudadanos que pagan sus impuestos, ha tenido a bien adjudicarse unas prejubilaciones millonarias por los servicios prestados. Que sepamos, todavía no está ninguno en la cárcel y ni siquiera está claro el que devuelvan lo cobrado.
Por otra parte, el próximo miércoles se casa Cayetana Fitz-James Stewart, duquesa de Alba, venerable dama que en el pasado mes de marzo cumplió 85 años de edad. Es su tercera boda aunque en realidad es la enésima demostración de que hace lo que le da la gana desde que tiene uso de razón. En algo se tiene que notar su cuna. Lo peculiar del caso, incluso más que el que decida casarse a su provecta edad, es el caudal informativo que está generando el acontecimiento. No hay ni uno solo de los muchos programas del corazón que inundan todas las cadenas que no nos cuenten cada día los pormenores de un acto tan minoritario como exclusivo. La boda se celebrará en la capilla privada de su palacio sevillano y a la misma asistirán un máximo de 35 personas. El bombardeo informativo que nos espera a todos hasta el 5 de octubre alcanzará cotas insoportables. La única probable ventaja es que el estupendo libro de Manuel Vicent Aguirre, el magnífico, biografía novelada del anterior marido de la duquesa, repunte de nuevo en sus ventas.