Ayer estrenó la cadena de pago TNT los dos primeros capítulos (en versión original subtitulada) de Alcatraz, la nueva serie de televisión que viene avalada por su creador, J. J. Abrams, probablemente el nombre más rutilante de la industria de Hollywood. En su haber están las series de Perdidos, Fringe y Person of Interest, entre otras. El nuevo niño prodigio de la televisión norteamericana cuyo nombre está a la altura -el menos en lo que a rendimiento comercial se refiere- de Steven Spielberg, productor suyo en su primer largometraje, Super 8, comparte con su maestro y tutor ese enorme instinto del gusto popular, sobre todo del público más juvenil, que les caracteriza. Son las gallinas de los huevos de oro pero, también, han cometido errores. Como diría Rajoy, en la vida nada es para siempre.
La nueva producción de Abrams parte de una idea brillante y bien estructurada en la que la ciencia-ficción moderada tiene un papel esencial. La base de toda producción es el guión, y la trama de Alcatraz es espléndida: cuando la celebérrima prisión es clausurada a finales de los años 60, desaparecen como por encanto todos los reclusos (más de 250) y los guardias del recinto penitenciario. Es una especie de fenómeno tipo el triángulo de las Bermudas. 50 años más tarde, la huella de unos de los reclusos desaparecidos aparece en el escenario de un crimen. Sabemos a partir de ese momento que los diferentes condenados irán reapareciendo en la actualidad, con el añadido de que su aspecto no se ha modificado, como si hubieran permanecido esas cinco décadas en un limbo espacio-temporal.
Una inspectora de policía (Sarah Jones), un friki de los comics y estudioso historiador de la prisión (Jorge García), un destacado miembro del FBI (Sam Neill) y su ayudante (Parminder Nagra) formarán un equipo especial para detener a los prisioneros evadidos y devolverlos a una nueva y supersecreta prisión.
La serie tiene más de thriller que de ciencia-ficción. Es el caso inverso de Fringe, en el que el componente visionario y futurista pesa más que la acción policial, pero comparte con ella, y con la serie de Person of Interest, esa especial fascinanción por la tecnología de vanguardia que caracteriza a su creador, quien no dudó en rendir homenaje al artefacto pionero de la nueva cinematografía, la cámara super 8, en su primer largometraje. Un artefacto que, en realidad, suplió los estudios de aprendizaje de la realización en personalidades tan definitivas en el cine actual como Tarantino o Pedro Almodóvar.
Un reparto excelente, un lujo de producción, unos guiones (al menos los dos primeros capítulos) espléndidos y una realización impecable, convierten a Alcatraz en uno de los estrenos más prometedores de la temporada. En Estados Unidos el estreno de la serie fue seguido por 10 millones de espectadores. Es la ratificación del talento.