En mayo de 1979 se presentó en el Festival de Cannes, fuera de concurso, la primera película de Franc Roddam, un realizador británico: Quadrophenia. Hoy pueden contemplarla en La 2,a las 22 horas. Si no la han visto, y pueden, no se la pierdan. Tuvo un espectacular estreno en Cannes (los Who, autores de la ópera-rock en la que se basa la película, llegaron en tres Bentley como los que suele usar la Reina de Inglaterra, rodeados de la policía motorizada francesa y ante centenares de curiosos). Fue una de las grandes sorpresas del certamen y, años después, se convirtió en una de las películas de culto esenciales para comprender una parte de los años 60.
Roddam narra con infrecuente maestría para un debutante el estilo de vida de los jóvenes londinenses de los años 60. El protagonista (Phil Daniels) pertenece a la tribu de los mods (los "modernos o modernistas). Es botones de una agencia de publicidad, no tiene ningún futuro laboral, sus relaciones familiares son tensas, admira al "As" (Sting), ama las anfetaminas, las lambrettas y a su novia, cajera de supermercado. Son la generación anterior al thatcherismo y viven en una realidad esquizoide en la que el único consuelo es el grupo. Frente a ellos, los rockers, amantes de las motos potentes, las chupas de cuero y el tupé a lo Gene Vincent. Un largo fin de semana en Brighton será el campo de batalla perfecto para las dos grandes tribus urbanas y el principio del fin del protagonista, lo que años atrás Scott Fitzgerald solía calificar como "el derrumbe".
Una espléndida película que ratifica una vez más la creencia de que para comprender y conocer las sociedad de una determinada época, la literatura y el cine aportan una información difícilmente localizable en los libros de historia. Los mods y los rockers son formas de enfrentarse a la vida, probablemente perecederas, sin duda, pero en las que ya se intuyen unas actitudes ante los tiempos difíciles que perdurarán, o se incrementarán, hasta llegar a la actualidad. Anticipan el No future de los Sex Pistols y las explosiones callejeras de ira. El paso de los años y de las crisis económicas, políticas y sociales han ido desgranando y perfilando nuevas tribus urbanas. Hoy sabemos que la tribu más peligrosa, la más agresiva y cruel, es la de los grandes especuladores financieros y sus desalmados ejecutivos. Visten de Armani, se trasladan en Lexus, son de una arrogancia impresentable y han convertido el mundo en su particular campo de batalla.
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