Pero, ¿qué está pasando aquí? El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS en francés) se ha cepillado de un plumazo media carrera profesional de Alberto Contador y, de paso, ha ratificado la idea que recorre Europa de que en España lo de la lucha contra el dopaje empieza a parecerse a la lucha contra la corrupción. La muy aguerrida Mercedes Milá, por su parte, no dudó en arremeter contra dicha sentencia condenatoria con una soflama antifrancesa a lo alcaldesa de Móstoles rediviva por mas que el tribunal estaba compuesto por el israelí Efraim Barack, el alemán Ulrich Haas y el suizo Quentin Byrne-Sutton. Lo hizo en el transcurso de una gala de Gran Hermano en la que, además, el concursante con mayor número de nominaciones, Aris (11 de 12 posibles), no lleva ni una semana en un concurso en el que para poder entrar tuvo que pagar 69.100 euros. No me cabe duda de que la audiencia y, sobre todo, la organización del tinglado no van a permitir que le expulsen.
Por si todo esto fuera poco, tenemos a Arantxa Sánchez Vicario en boca de todos los tertulianos y telediarios del día. En su libro de memorias Vamos! se asiste, al parecer, a una recreación actualizada de una tragedia griega en la que padres e hijos se enzarzan en todo tipo de broncas y amenazas de querellas por injurias y difamación.
No ganamos para disgustos deportivos, concursales o de relaciones paterno-filiales. Tampoco se libran los territorios políticos y laborales. Si ya comenzamos el largo fin de semana último con un consejo de ministros en los que se atacó duramente los sueldos de los grandes ejecutivos de los bancos y cajas de ahorro, ahora la ciudadanía está expectante por ver como el próximo consejo de ministros afrontará, también duramente, la reforma laboral. Ni que decir tiene que si rebajan el sueldo de los trabajadores en la misma proporción que se lo han rebajado a los presidentes y consejeros-delegados de los bancos y cajas ayudadas con préstamos del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), o a las nacionalizadas, la cosa se pone complicada.
Un ejemplo: Rodrigo Rato, presidente de Caja Madrid y Bankia, pasará de cobrar anualmente 2,3 millones de euros a percibir 600.000 euros, un 74,4% menos. ¿Cómo va a sobrevivir el señor Rato con 50.000 euros al mes? Ante tamaño recorte lo menos que se puede hacer es abrir una cuenta corriente -naturalmente en Caja Madrid- para que puedan depositar en ella los donativos de los españoles que se solidaricen con tan insigne financiero. Ahora bien, si el Gobierno de Rajoy sigue en su línea de repartir las cargas por igual (subida del IRPF), imagínense si se recorta el sueldo medio de los trabajdores españoles (unos 22.000 euros al año para los que tengan contrato indefinido, según el INE) en la misma proporción: se quedaría en algo menos de 7.000 euros al año. Un problema.
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