Lo de que si no quieres taza, taza y media, es ya una realidad. Si ayer una parte importante de la ciudadanía demostró su total desacuerdo con una reforma laboral que sólo gusta a la patronal y que decididamente no creará empleo, hoy el Gobierno aprobará en su consejo de ministros unos presupuestos generales que ampliaran el descontento. Incluso los más anlafabetos en política económica sabemos que los recortes en tiempos de recesión generan más paro, que más paro supone más gasto en las cuentas públicas y menos consumo, es decir, más recesión, lo que no quita para que Mariano Rajoy saque pecho por la cantidad de reformas que ha realizado en los 100 primeros días de su gestión. Pero como no todo son malas noticias, citemos los ingresos en 2011 de Javier de Paz, exdirigente de las Juventudes Socialistas y consejero independiente de Telefónica: 1,27 millones de euros. No sabemos si con ese nivel de ingresos, el exdirigente y exjoven será también exsocialista. En todo caso, nos alegramos por su familia.
Por el contrario, la familia que debe de estar perpleja es la de Sindia, llamada también Pipi, concursante andaluza de Gran Hermano. El debate de ayer (1.793.000 espectadores) tuvo ese componente morboso que tanto gusta a Telecinco y que explotó hasta la saciedad: Pipi, la trabajadora agrícola sevillana, no paró de llorar: ya no está segura de sus sentimientos hacia Sergio, su novio desde hace años, que también pasó a formar parte de esa tribu. Todo eran dudas y llantos en ella y desconcierto en él. El gran Rafael Azcona decía que en la fase del subidón del enamoramiento todo era extraordinario e idiota. "Yo podía a ver mi novia, que estaba en Callao, desde la Puerta de Alcalá". También pensó en interponer una demanda a Frank Sinatra por el mucho mal que habían causado sus canciones al incrementar el número de matrimonios. Pues bien, las dudas y llantos de Pipi son una ratificación de la teoría azconiana. Desde su evidente ingenuidad y sencillez ve como se desmorona su vida cotidiana. La sencilla recogedora de mondorinas, feliz y dicharachera en las primeras semanas del concurso, es ahora un personaje confuso y depresivo. Siente que ya no es feliz con su novio de siempre aunque duda de que Pepe, el tercero en discordia y con más conchas que un galápago, sienta lo mismo que siente ella por él. Lo cierto es que con tanto ir y venir sentimental, el debate ha conseguido su récord de audiencia en el día de la huelga general y la cadena, y Javier de Paz, están, por distintas razones, felices. Algo es algo.
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