Que Sor Lucía, una monja de Tucumán (Argentina) con residencia en Cataluña, sea la que mejor y más sencillamente haya explicado la expropiación de YPF en El programa de Ana Rosa demuestra que algo no funciona. Que una periodista como María Antonia Iglesias se convierta en la abanderada de la reivindicación del monarca en el asunto de la excursión a Botsuana y el posterior arrepentimiento, demuestra que algo no funciona. Que Ana Mato, ministra de Sanidad, pida disculpas por el repago de los medicamentos a la vez que señala que no hay más remedio, demuestra que algo no funciona. Y que Mariano Rajoy no pida diariamente disculpas o perdón por las múltiples contradicciones entre lo dicho y lo hecho por él, demuestra que el Gobierno no funciona.
Sí funcionan, por ejemplo, las miniseries de Telecinco en las que se destripan las vidas de los famosos de la prensa del corazón. Carmina, la biografía filmada de Carmina Ordóñez, tuvo ayer 3.063.000 espectadores. Amores, desamores y juergas intensas van radiografiando tangencialmente una parte de la España más frívola y jaranera. Por allí surgen representantes de la prensa del corazón que exigen "sinceridad" a cambio de algún millón de pesetas. Rocieros de toda la vida que, como Javier Guerrero, el encarcelado exalto cargo de la Junta de Andalucía, necesitan de la cocaína para soportar tanta devoción o tanto sacrificio al servicio a la ciudadanía. Al parecer en el siguiente, y último, capítulo de la miniserie, aparecerán algunos conspicuos representante del periodismo hispano como la inefable, pese a trabajar con las palabras, Encarna Sánchez. En todo caso Mediaset, a diferencia del Gobierno, es coherente en lo que anhela y consigue: ganar audiencia. Primero, el capítulo de Carmina. Después, y durante toda la semana, tertulias, comentarios, repeticiones de secuencias, en fin, todo lo que favorezca la divulgación de la serie y rentabilice su inversión. De los amoríos de Carmina Ordóñez a los de Noemi en Gran Hermano, un totum revolutum de los sentimientos y los balances anuales.
Para ser sinceros, hay otras muchas cosas que sí funcionan. La retransmisión del partido de fútbol entre el Chelsea y el Barça lo vieron más de 9 millones de espectadores en las distintas televisiones autonómicas. Son esos instantes de éxito de unas televisiones deficitarias que no sobrevivirían sin las permanentes ayudas públicas, su cuarto de hora de fama warholiano que cuestan un dineral al personal pero tanto satisfacen a las Esperanzas Aguirres, Arturos Mases, Javieres Griñanes o Albertos Fabras de nuestras autonomías.
Hay 2 Comentarios
Felicidades Sanchez Harguindey, no puede usted saber lo desolada que me siento por esta España banal, frívola y des-culturizada. Y además, me siento impotente.
Publicado por: Erika Bornay | 19/04/2012 17:34:09
Si señor, bien hablado!
Seguro que tiene toda la razón!!
Desafortunadamente no he visto todo lo que cuenta, pero estoy con usted al 100 por 100!
Un saludo y gracias por informarnos!
Con cariño
Publicado por: E | 19/04/2012 15:40:27