Ya tenemos un nuevo crack en el top 100 de los espabilados del sistema: Gerardo Conde-Roa, alcalde electo de Santiago por el PP, debe al fisco 291.000 euros por no haber pagado el IVA correspondiente a la venta de 61 pisos que construyó aunque sí cobró a los compradores. El señor alcalde, con un preclaro dominio de los significados, alega que no es fraude sino deuda reconocida. De momento no dimite y, además, cuenta con el apoyo de su partido. Mientras tanto en Gran Hermano acaban de expulsar a Sergio, novio o exnovio de Pipi, que no está claro, y representante paradigmático de un concepto de hombría confuso y trasnochado. Es el Clemente de los novios o exnovios de la España profunda.
En Gran Hermano (Telecinco), que por cierto alcanzó en la gala de ayer el primer lugar de los programas más vistos en su horario con 2.826.000 espectadores, superando ligeramente y por primera vez al concurso de Antena 3 Número 1 (2.749.000 espectadores), se produjo una vez más la dualidad de enfoques entre el plató de Mercedes Milá y la casa de Guadalix. El discurso de la presentadora tiene un aire progresista, con recproches obvios del comportamiento feudal del macho-Sergio sobre su novia. Los planos y secuencias dentro de la casa elegidos por la realización seleccionan todo aquello que incide en ese comportamiento y apenas señalan los planos que podrían perjudicar la imagen de la dama. La una condena, los otros manipulan. Resultado: Sergio, fuera del concurso.
En todo caso el concurso permite momentos espléndidos. Los concursantes, por un extraño azar, deciden tener una breve conversación sobre algo que no son ellos mismos, la nocilla, o los sentimientos sentimentales. Hablan fugazmente de política:
Marta hace un alegato en favor de los políticos que pueden mejorar su barrio. Son los únicos que le interesan. Alguno pregunta si hay alguien de Falange Española. Desconcierto. Marta le pregunta a Dani si le gusta Cospedal. Noemí, desde la bruma del duermevela pregunta que qué es eso de Cospedal. Risas generalizadas. Fin de la lección de política. En realidad es una deuda reconocida y no un fraude a la enseñanza obligatoria.
Por otra parte, Antena 3 tira la casa por la ventana los domingos por la noche y anuncia que Andreu Buenafuente y Javier Sardá enlazarán sendos programas (Buenas noches y Buenafuente, Usted perdone) con el ánimo de arrebatarle audiencia a la no se cuantas temporadas de Aída. Dos pesos pesados de la televisión, uno detrás de otro, dos ingenios y dos talentos y un sólo dios verdadero: el egocentrismo. Todo parece indicar que Sardá no podrá superar esa su enorme vanidad y que tratará de ser más importante, llamativo e ingenioso que su entrevistado. Ya en su anterior programa, con escaso éxito, Dutifri era un poco agobiante el protagonismo que se daba a sí mismo. Veremos si sigue tropezando en la misma piedra.
Hay 0 Comentarios