TV Blog de Harguindey

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La televisión es la reina de la casa. Lo que se pretende en este espacio es comentar la actualidad televisiva más inmediata, los programas del día, desde cualquiera de los que se definen como “telebasura” a las retransmisiones deportivas, los espacios informativos, documentales, las películas o las series. Son los comentarios y recomendaciones de un telespectador común.

La importancia de las babas

Por: | 09 de agosto de 2012

KennedyQue una cadena generalista decida estrenar una serie de postin en pleno mes de agosto sólo se explica por dos posibles razones: o no cree en ella y, por lo tanto, lo mejor es soltarla cuanto antes, o, por el contrario, cree que por sí misma será capaz de elevar la audiencia media de un mes habitualmente flojo, y mas con los juegos olímpicos en el candelero. Los datos de audiencia de Los Kennedy, la serie programada por Telecinco (1.298.000 espectadores en el primer capítulo y 1.712.000 en el segundo), no despejan las dudas. Ni es un resultado desastroso ni, tampoco, para tirar cohetes.

La serie, con destacada participación canadiense, tiene un excelente reparto (Greg Kinnear, Katie Holmes, el magnífico Tom Wilkinson o Barry Pepper, entre otros), una producción que, al parecer, llegó a los 30 millones de dólares y, sin embargo, el resultado no excede de lo correcto, con tendencia a una realización plana. Da la sensación de que se estaban más pendientes de las posibles querellas de la poderosa dinastía norteamericana (una presiones que lograron que su emisión en Estados Unidos no se realizara en el canal previsto, History Channel, y lo hiciera en un canal secundario) que de desarrollar una historia potencialmente muy atractiva, con un breve, intenso y atractivo mandato presidencial de John Fitzgerald Kennedy.

Toda comparación es, probablemente, odiosa pero también puede ofrecer pistas sobre las tendencias y gustos de las distintas ciudadanías. Parece evidente que la televisión tiende a uniformizar los gustos sociales. Los Kennedy analizan y difunden las virtudes y miserias de una familia emblemática en la política estadounidense del siglo XX, pero en el desarrollo de la trama el amor, en el sentido en el que lo definía Cioran :"la unión de dos babas", tiene una notable importancia. Y en eso coincide con buena parte de los biopics españoles, en los que el bajo vientre era, en realidad, un leit-motiv esencial en las semblanzas audiovisuales de figuras como la Duquesa de Alba, Isabel Pantoja o Carmina Ordóñez, entre otras.

Y mientras esperamos la aparición de Marilyn Monroe, Lee Harvey Oswald o Aristóteles Onassis, personajes relevantes en la biografía de J.F.K., el ministerio de Sanidad español continúa su denodada labor en favor del desmantelamiento de la sanidad pública, una de las pocas instituciones de las que se podían sentir orgullosos los habitantes de este país. El exconsejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela (caso Leganés), se lo agradeceré desde alguno de sus puestos directivos de entidades que pretenden potenciar la sanidad privada.

Hay 5 Comentarios

Gracias al autor del blog por corregir los vínculos del texto, que como advertía algún comentarista, no remitía nunca a la página en cuestión. Los enlaces funcionan ya perfectamente.

Estoy de acuerdo que toda comparación de gustos suele ser odiosa. Pero más odiosa, en mi humilde opinión, es que los países dominantes quieran imponer su cultura a las demás, como si fuera poco, que ya globalicen los bienes tangibles o sea, que todos “tenemos” a la hora de comprar, supuestamente, que adoptar aquellos bienes físicamente apreciables por el capitalismo dominante en al ámbito mundial, y ahora también, lo desean hacer “ la uniformización de los gustos sociales” como lo comenta categóricamente en Sr. Harguindey. Pero, ¿un país que no adopte su propia cultura, o sea, acepte el proceso constante de la aculturación, no sería como estar apagando, y hasta mismo, negando su propia historia?
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Digo retificando: ...no estaria negando su propia historia?

Estoy de acuerdo, que toda comparación de gustos suele ser odiosa. Pero más odiosa, en mi humilde opinión, es que los países dominantes quieran imponer su cultura a las demás, como si fuera poco, que ya globalicen los bienes tangibles o sea, que todos “tenemos” a la hora de comprar, supuestamente, que adoptar aquellos bienes físicamente apreciables por el capitalismo dominante en al ámbito mundial, y ahora también, lo desean hacer “ la uniformización de los gustos sociales” como lo comenta categóricamente en Sr. Harguindey. Pero, ¿un país que no adopte su propia cultura, o sea, acepte el proceso constante de la aculturación, no sería como estar apagando, y hasta mismo, negando propia su historia?

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Sobre el autor

Ángel Sánchez Harguindey

Ángel Sánchez Harguindey perteneció a la plantilla de El País desde su fundación en 1976. Fue jefe de la sección de Cultura, responsable del suplemento cultural Babelia, redactor jefe de El País Semanal, redactor jefe de la sección de Opinión y Adjunto a la Dirección.
Ha publicado el libro "Memorias de sobremesa. Conversaciones con Rafael Azcona y Manuel Vicent" (Editorial Aguilar)

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