Los cambios en la programación de las cadenas generalistas permiten intuir por donde va el país. El progresivo descontento ciudadano ante una política reaccionaria se refleja, a su manera, en las escaletas televisivas. Programas como El Intermedio (ayer, lunes, La Sexta, un 9.9% de audiencia y 2.070.000 espectadores, su máximo) o Salvados, del que por cierto hay una intensa camapaña en las redes para frenar las, al parecer, presiones del lobby de las grandes empresas eléctricas ante la cadena propietaria (Antena 3) irritadas por el programa de Évole que las criticaba abierta y legítimamente, tienen cada vez más repercusión.
A los cambios de programación con la llegada de los nuevos tiempos hay que añadir una familia peculiar, la del presidente de Madrid, Ignacio González, gran valedor de la privatización de lo público mientras supera la contradicción de un amplio entorno familiar que vive y trabaja en lo público. Como dijo Rafael Gómez, el Gallo: hay gente pá tó.
Cuatro lanzó ayer un nuevo programa (Te vas a enterar, un 3.6% de audiencia y 420.000 espectadores), rival en la misma hora que el reciente Más vale tarde (La Sexta, 3.2% de audiencia y 378.000 espectadores), en los que se tratan los temas de actualidad con un cierto enfoque crítico, y en el caso del primero de los citados, con un aire que busca el segmento juvenil de la audiencia. Buscan arrebatar espectadores (y pastel publicitario) al programa estrella de la sobremesa, Sálvame (Telecinco, 15.7% de audiencia y 1.931.000 espectadores, ayer, lunes), una corrala disparatada y egocéntrica que tiene enganchados a la mayor parte de la ciudadanía que ve la televisión en su horario. Tratar de pelear con la estrella de la sobremesa está destinado, al menos de momento, al fracaso. Es el caso de un programa como Alguien tenía que decirlo (La Sexta, 2.8% de audiencia y 404.000 espectadores), que tiene mucha más gracia que Sálvame pero que tiene un horario equivocado. Después de comer la audiencia es mayoritariamente de la tercera edad o jubilados, un segmento social que, al parecer, prefiere las riñas familiares a la ironía.
Donde no hay riñas familiares, al menos que se sepa, es en la familia del excelentísimo Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid y adalid de la privatización de la sanidad pública de su comunidad, siguiendo, eso sí, los pasos de esas dos lumbreras de la política que son, o fueron, María Dolores de Cospedal y Francisco Camps. El señor González ha conseguido por primera vez que todos los gremios que conforman la sanidad pública se rebelen contra sus propuestas. Esta tarde concluirán los dos primeros días de una huelga general en el sector con una, previsiblemente, gran manifestación en el centro de la ciudad, manifestación que -siguiendo la estela de Hermann Tertsch y sus dotes proféticas- ya se puede afirmar que la delegación del Gobierno reducirá a una cuarta parte de las cifras manejadas por los convocantes.
Lo curioso del señor González, Ignacio, es que presentándose como se presenta como el abanderado de la privatización de lo público, en base a unas indemostradas ventajas, tenga a media familia empotrada en lo público. A saber: el padre, de 86 años de edad, es asesor del PP en el Senado; su hermano Pablo es desde el pasado mes de abril director de Estudios Comerciales de Mercasa, entidad pública dependiente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, SEPI. Previamente había trabajado en Bankia desde la llegada del lince de las finanzas, Rodrigo Rato. "Abandonó su posición en el polémico banco fusionado semanas antes de la salida del ex vicepresidente del Gobierno y ex director del FMI. Tras esos avatares, el hermano del actual presidente madrileño se hizo con el 30% de la sociedad Tecnoconcret, adjudicataria de la explotación del complejo de golf en Chamberí, en pleno centro de Madrid. A esta operación también se apuntó su cuñado, Juan José Caballero, con otro 30% de la sociedad", explica el diario digital Público. La mujer del presidente madrileño, Lourdes Cavero trabaja como adjunta a la presidencia de CEIM, la patronal madrileña que preside el empresario Arturo Fernández, exconsejero de Bankia. La hermana de Ignacio González es diputada en la Asamblea de Madrid y concejala del ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón. Por último, señalar que su cuñada Carmen Cavero es vocal de Caja Madrid Cibeles S. A. y hasta su nacionalización, consejera de Bankia. La familia que vive de la administración pública, o de sus aledaños, unida, permanece unida.
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El cortijo privado del ''seeeeeññooooooritooooo' en este país nuestro que se llama Eshpañistán. Esta es la realidad de la clase dominante (y bien mandada) española. Y discutían que las 'clases' y la guerra de clases estaba demodé
Publicado por: nachogijon | 27/11/2012 19:22:05
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Publicado por: ★★BLOG ELIMINAR LA GRASA ABDOMINAL★★ | 27/11/2012 18:09:18