Ni que decir tiene que la Puerta del Sol estará repleta pese al frío y a ese siniestro edificio que ahora alberga a Ignacio González, antes a Esperanza Aguirre, y mucho antes, en sus sótanos, a todos los que osaban luchar contra lo establecido. Es curioso como ahora los que luchan contra lo establecido -el frágil Estado del bienestar- son los que ocupan las plantas nobles del siniestro caserón. Pero como no hay lugar para la nostalgia de los malos recuerdos, rindamos una vez mas un merecido homenaje al visionario Hermann Tertscht y propongamos doce reflexiones para las doces uvas, varias horas antes de que se cumpla la tradición. Todos los invocados han ocupado ampliamente los informativos televisivos y, prácticamente, ninguno, la celda que en realidad les correspondía ocupar.
Primera uva. Ojo con los plazos, Mariano. Te quedan tres años de Gobierno y o se dan prisa los magistrados correspondientes para celebrar el juicio del caso Gürtel, o te va a coger el toro a la hora del previsible indulto.
Segunda uva. ¿Pero Antonio María Rouco es o no es hermano de Paquito Clavel? Mientras salimos de dudas no podemos por menos que celebrar el que la Conferencia Episcopal haya dejado de lado las manifestaciones de protesta callejeras para centrarse en alguna de sus labores esenciales: no pagar impuestos, repetir de vez en cuando el mantra en contra del aborto y el matrimonio gay, y hacer declaraciones ambiguas como las de "rezar porque todos los niños sean acogidos como un don de Dios". Son ya demasiados casos de pederastia confirmados como para andar jugando con fuego.
Tercera uva. Adelante Cristóbal. Que no ceje nuestro ministro de Hacienda en su denodada lucha contra los ya de por sí escasos recursos que destina a combatir el fraude fiscal (en 2009 España gastó un total de 1.405 millones de euros en la lucha contra el fraude, mientras que Alemania invirtió 6.973 millones) y a desmantelar las Agencias Tributarias donde mejor han funcionado (Palma de Mallorca, por ejemplo). Su abnegación se verá recompensada con nuevas amnistías fiscales para los que más tienen y menos pagan.
Cuarta uva. José Luis: eres el mejor. No hagas caso de esa clasificación del Financial Times en la que te colocaban en el último lugar y te calificaban del peor ministro de Economía de Europa. ¡Es la envidia, estúpidos!
Quinta uva. ¡José Ignacio y cierra España!. La encomiable labor del ministro de Educación y Cultura por enmerdar todo lo que toca y conseguir irritar a todos los gremios que administrativamente dependen de su negociado debería ser recompensada con mucha mayor generosidad que la del simple fichaje de su señora para "Los desayunos de TVE". Pensión completa es lo que se merecen los dos, o como dicen en cataluña: ¡tot pagat!
Sexta uva. Sanidad privada. "El contrato que la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) ha firmado con el grupo privado Capio para que éste le alquile siete mamógrafos de última generación asciende a casi siete millones de euros durante los próximos cuatro años; una cifra que le reportará un amplio margen de beneficio al grupo hospitalario y que ha provocado la dimisión en bloque de la junta provincial de Madrid por discrepancias con la presidenta nacional de la ONG, Isabel Oriol". Un ejemplo más de las ventajas de la externalización sanitaria.
Séptima uva. Ánimo Ana. Deseamo que 2013 sea el año en la que, por fin, Ana Mato, ministra de Sanidad, se decida de una vez a proponer un decreto-ley por el que a los inmigrantes sin papeles, a los jubilados, a los discapacitados, a los dependientes, a los parapléjicos y, en general, a todos los inútiles socio-económicos se les quite la nacionalidad española. Ahorraría una barbaridad.
Y como pasa con las auténticas doce uvas, las últimas se comen atropelladamente. Hay que tragarse cinco de golpe lo que, en realidad, después de todo lo que llevamos tragado éste maldito año de 2012, tampoco es tanto. Ahí entran apelotonadamente desde Iñaki Urdangarin a Díaz Ferrán (ver foto), sin olvidarnos de Andrea Fabra, Fátima Báñez, Rodrigo Rato, Julio Somoano o Ana Botella, por citar unos pocos. Lo dicho: ¡feliz Año Nuevo!