Lo de que "una imagen vale más que 1.000 palabras" depende, sin duda, de las imágenes y de las palabras. La emisión ayer, lunes, de El asesinato de Carrero Blanco, seguido del programa especial Carrero Blanco, el consejero fiel, y la próxima aparición del libro de Manuel Vicent El azar de la mujer rubia, permiten comentar las diferencias entre el cine, la televisión en este caso, y la literatura sobre un tema cronológicamente coincidente: el comienzo de la transición política española.
Televisión Española emitió en un orden equivocado dos espacios dedicados a la figura del almirante Carrero Blanco, probablemente el pilar más sólido en el que se apoyó Franco en sus décadas como Jefe de Estado. Y el orden, creo, fue equivocado porque el documental sobre "el consejero fiel" (16% de audiencia y 1.161.000 espectadores) situaba con cierta objetividad la figura del almirante en su contexto histórico, cosa que apenas insinuaba la miniserie dirigida por Miguel Bardem (15.8% de audiencia en su fraja horaria y 3.208.000 de espectadores, en el primer capítulo, y 23.4% y 3.318.000 en el segundo, el programa más visto en la jornada del lunes).
No tiene mucho sentido emitir una recreación del asesinato de un personaje político importante sin apenas referencias políticas, económicas y sociales de un régimen dictatorial al que coadyuvó a consolidar. Es verdad que había algunas alusiones al proceso de los sindicalistas del 1001, alguna referencia a las asambles de ETA, a personajes de los servicios secretos, de la policía, del ejército pero todo ello envuelto en una deliberada ambigüedad. Incluso la figura del almirante se dibujaba en un terreno de nadie. Lo mejor eran los insertos de imágenes de archivo con esas últimas del funeral del asesinado presidente del Gobierno con un Jefe de Estado que no podía contener las lágrimas, lo que sí pudo cuando poco antes de su muerte siguió firmando sentencias de muerte.
De ahí que hubiera sido mucho más lógico emitir en primer lugar Carrero Blanco, el consejero fiel porque ahí se perfilaba con mucha más información el carácter, la ideología e, incluso, sus obsesiones casi paranoides con el comunismo y la masonería. Un Carrero Blanco inflexible, mediocre y cruel, como su valedor el general Franco. Fue el hombre que introdujo a los tecnócratas del Opus Dei y que se negó sistemáticamente a cualquier atisbo de libertad formal. El documental ofrecía una buena información sobre un tiempo y un país que no han conocido, para su fortuna, la mayoría de los telespectadores.
Manuel Vicent, por su parte, publicará en el próximo mes de enero El azar de la mujer rubia, un nuevo eslabón de lo que podríamos llamar "los episodios nacionales contemporáneos", pues a través de sus últimos textos como el de Aguirre, el magnífico, y antes, León de ojos verdes, Vicent va dejando constancia de los acontecimientos más importantes en la España del siglo XX visto desde su propia sensibilidad y sabiduría narrativa. En El azar de la mujer rubia, los protagonistas son Adolfo Suárez, Carmen Díez de Rivera y el Rey, un trío que jugó -cada uno en su correspondiente parcela- un papel esencial en la transición de la dictadura franquista a un sistema democrático, un proceso que sin la menor duda se inició con el asesinato de Carrero Blanco. Vicent entremezcla brillantemente ficción y realidad desde la muy literaria figura de la desmemoria de Adolfo Suárez, un personaje que en la última etapa de su vida recuerda la misma inmerso en una profunda nebulosa. Son formas distintas de narrar personajes y hechos históricos pero la clave, lo que eleva la condición cualitativa de las obras no es tanto el lenguaje que se utiliza como el talento del narrador.
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