Carta a Eva es una demoledora visión de la España más sórdida y cruel (1947, Eva Perón visita Madrid), la de los tristes años de la posguerra y la represión, la del nepotismo de los mediocres, la autarquía y el bajo palio pero, también, una sobria descripción del mundo del que venimos, incluso una explicación de muchos comportamientos de ahora mismo. Todo se reduce a un lema: somos los dueños y hacemos lo que nos da la gana. El primero de los dos capítulos de la espléndida serie dirigida por Agustí Villaronga tuvo una notable audiencia: 2.746.000 espectadores en una franja horaria en la que tenía que competir con Gran Hermano 14 y Pesadilla en la cocina. Los tres coparon el podio. En el caso de la serie, su éxito, probablemente, se debió a su buena factura, unos diálogos excelentes y una reparto impecable, con una gran Julieta Cardinali como Eva Perón, una enorme Carmen Maura y una Ana Torrent extraordinaria en el papel de la desagradable Carmen Polo. Aquella niña que nos hipnotizó a todos en El espíritu de la colmena se ha convertido en una gran actriz.
Su realizador y coguionista, Agustí Villaronga, lo explica muy bien: "Todo lo que sucede en nuestro relato tiene carácter histórico y una
base testimonial refutada y es, a su vez, una fabulación verosímil de lo
que hubiera podido pasar en las zonas oscuras que la historia ya
escrita no llegó a desvelar. La historia es historia. Está en libros y
documentales. Abordar una ficción supone ir a lo más esencial".
Lo dijo el poeta: "todo pasa y todo queda". Dejemos el pasado y entremos de lleno en el presente. Recomendaciones para el fin de semana: puede comenzar tomando un cóctel, Perplexed's Mato, llamado así en honor de la confusión de nuestra ministra de Sanidad que no sabe quién pagó sus viajes a Disneylandia, a Dublín, a Suiza, a Jerez, a La Toja, ni de quien era el jaguar en el que la llevaba su entonces marido a Barajas, por no hablar de las fiestas familiares. Ella no ganó la guerra pero se comporta como si hubiera entrado con las tropas rebeldes en Madrid el día de la victoria. Si, además, es usted diputado, se puede tomar dos cócteles por el precio de uno en el bar del Congreso. Los padres de la patria, como dirían los de Media Markt, no son tontos, y si hace falta subvencionar con un millón de euros al año a la cafetería, pues se subvenciona. La cuestión es que los precios sean la mitad que en la calle. Dicho de otra manera: un diputado en la barra del bar vale por dos ciudadanos.
Y si la cafetería del Congreso estuviera en Eurovegas, además de pagar la mitad se podría usted fumar un puro sin salir a la acera. Es lo que tiene velar por los hipotéticos beneficios que va a reportar un empresario de turbio comportamiento en Estados Unidos y, al mismo tiempo, el Mr. Marsahall de Alcorcón. Y todo ello con la bendición del privatizador Javier Fernández-Lasquetty, consejero de Sanidad de la Comunidad, tan cuidadoso con los beneficios económicos y tan descuidado con la salud ciudadana. Y ya puestos, tiene usted la posibilidad de contratar a un preparador personal para mejorar su capacidad de liderazgo, experto en técnicas de desarrollo personal: basta con contratar por 18.000 euros más IVA, al que le acaban de rescindir el contrato que había previsto utilizar el muy honorable president valenciano, Alberto Fabra, el de los recortes y la austeridad. Fue un visto y no visto. Alentado por el vicepresidente del Gobierno valenciano, José Císcar, quien aseguró que dicha contratación redundaría en beneficio de los valencianos, lo cierto es que fue el personal coach más breve de la historia: duró 12 horas. El president tuvo una revelación y decidió parar el tinglado. En resumen: el personal coach está libre.