"El Partido Popular manifiesta, como ha hecho siempre, respeto a las decisiones judiciales en todos los procedimientos". Extraordinario. No se puede ser ni mas parco ni mas falso. Bueno, sí. Pueden salir a la palestra dos de los pesos pesados de la incompetencia gubernamental: Gallardón y Montoro. Naturalmente el leit-motiv de tanta declaración y comunicado no es otro que Luis Bárcenas, al que se le puede llamar de todo menos incompetente. No todo el mundo es capaz de manejar una fortuna de 48 millones de euros, de momento, con los ingresos de un buen sueldo. Tiene que haber algo más: un feeling especial con el dios del comercio. Pues bien, dos de nuestros ministros más torpes han asomado la patita por debajo de la puerta para decir un par de obviedades que no se las creen ni ellos. Que el partido respeta las decisiones judiciales, bla, bla, bla.
Sorprende que Ruiz Gallardón alardee del respeto a la justicia precisamente cuando acaba de perpetrar, con el apoyo de la mayoría absoluta del Parlamento, una reforma del Consejo General del Poder Judicial rechazada por toda la oposición y por, prácticamente, todos los gremios afectados: "Los portavoces han tildado la norma de "atraco a la independencia del Poder Judicial", porque arrebata al órgano de gobierno de los jueces su poder y le exime de control parlamentario, convirtiéndose en una delegación del Ministerio de Justicia". Añádanle el tasazo o el retrógrado proyecto de reforma de la Ley del Aborto, y tendrán el perfil del que sólo respeta los deseos de su señorito y los de la Santa Madre Iglesia. No obstante hay que reconocerle una habilidad especial: después de dejar la ciudad de la que fue alcalde varios años con una deuda que supera ampliamente el billón de las antiguas pesetas, todavía nadie le ha exigido ni responsabilidades ni cuentas por ese despropósito de gestión.
Nada que ver con su otro compañero incompetente de Gobierno: a Cristóbal Montoro se le exige, día sí y día no, que haga el favor de marcharse, que como tomadura de pelo y gestos de chuleta de barrio, ya está bien. Además de seguir haciendo el ridículo con lo de la Infanta, de equivocarse en las cuentas macroeconómicas y en amenazar a quien se le enfrente, éste dechado de virtudes con tres pisos en Madrid y las correspondientes dietas parlamentarias para alojamiento y manutención, tiene una misión en la vida: hacer exactamente lo contrario de lo que su partido, su programa, su presidente y él mismo han defendido hasta anteayer. No resisten 30 segundos de hemerotecas o videotecas. "Subir los impuestos indirectos es una puñalada trapera a las clases medias y a los trabajadores", decía González Pons, el mismo que le dio 400.000 euros de los fondos públicos valencianos a Urdangarín por no hacer nada. Montoro, con Rajoy, juraban y perjuraban que no subirían los impuestos y, mucho menos, los indirectos. Hoy suben el alcohol y el tabaco, o lo que es lo mismo, bajará el consumo y el poder adquisitivo de los más débiles, es decir, se avecinan nuevos recortes ante la bajada de ingresos públicos. Sólo hace falta estar atentos a la declaración de alguno de estos linces asegurando que no habrá más recortes para saber por dónde recortarán.
¿Y del ministro Wert qué se puede decir? De entrada que, como ocurrió hace tiempo en la tertulia del Alabardero (un restaurante madrileño), cuando los comensales decidieron instaurar el premio "Al tonto contemporáneo", se descartó a uno de los más preclaros candidatos al galardón -un destacado intelectual- "por no ser contemporáneo", aunque vivía. A Wert le pasa lo mismo: no es contemporáneo. Que es tonto, no lo niega nadie. El problema es que es de otra época: está más cerca del medioevo que de la actualidad. Tiene un concepto de la educación y la cultura como reductos elitistas en los que el pueblo llano y sencillo no pinta nada. Cree y defiende que las becas son un premio por las buenas notas y no una ayuda a los más débiles. Se beca a quien no puede pagarse los estudios, no al que saca mejores notas. Es así de sencillo pero no lo entiende, o no quiere entenderlo. Como también es de cajón que si implanta el IVA más abusivo y elevado de toda Europa a la cultura, la ciudadanía dejará de asistir a los eventos culturales. La crisis es la crisis para todos, salvo en algunos casos que diría nuestro registrador de la propiedad favorito.
Ya sólo queda felicitar a la selección nacional de fútbol por esa enorme batalla en la que la suerte se alió con ella y esperar tranquilamente los enormes abucheos que les esperan en Maracaná el próximo domingo. A nuestros futbolistas se les abuchea porque les temen, exactamente lo contrario que al Gobierno o a la familia Real en los que el rechazo va unido al desprecio.