"Este viernes se conocieron las cuentas de 2012 del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) (En la foto, Antonio Carrascosa, director general del FROB, con una desafortunada sonrisa)" -lo de reestructuración ordenada es un eufemismo, como se verá a continuación-, "que asume que se perderán la mayor parte de las ayudas a la banca. La conclusión es que el fondo de rescate da por perdidos 36.000 millones de los 52.000 millones que inyectaron el año pasado en Bankia, Novagalicia (NCG), Catalunya Banc, Banco de Valencia, Caja España Ceiss y BMN. Son unas cifras similares a los recortes en Sanidad y en Educación". También se puede contar de otra manera: si en España hay 46 millones de habitantes, cada español ha tenido a bien regalar por la cara al sistema financiero unos 800 euros, regalo que, naturalmente, ha decidido generosamente nuestro entrañable Gobierno. Conviene recordar que el ministro de Economía, Luis de Guindos, declaraba el 3 de marzo en una entrevista a la agencia EFE que estaba convencido de que "Bankia será capaz de devolver las millonarias ayudas que ha recibido, pero también de que el resto de entidades nacionalizadas, CatalunyaBanc y Novacaixagalicia, podrán hacerlo". Un lince.
La eficacia de un Gobierno se mide por sus decisiones y por lo que opinan los ciudadanos, las encuestas. De las decisiones bastan los datos del FROB para entrelazar la valoración de la gestión con un recuerdo intenso a la madre que los trajo al mundo. De la opinión demoscópica de los empresarios sobre el Gobierno de Rajoy, unos datos: "En el barómetro correspondiente al primer semestre de 2013, más de la mitad de los panelistas tienen una visión negativa de la trayectoria del Gobierno (el 39% la considera mala, y 14%, muy mala), para el 32% es indiferente y solo el 15% la califica de buena o muy buena". Si con los más de 36.000 millones de euros graciosamente regalados a la banca y cajas, sólo hay un 15% de empresarios que creen que la trayectoria económica del Gobierno es buena, Mariano: tienes un problema.
Bueno, en realidad, tiene varios problemas. El domingo, El País publicaba una encuesta sobre el caso Bárcenas. El próximo 1 de agosto, nuestro registrador de la propiedad favorito tiene previsto comparecer en el Congreso para, entre otras cosas, responder a las preguntas que se le harán sobre el caso. Ya es sorprendente que una de las cuestiones que debaten los expertos es si el presidente nombrará al extesorero por su nombre. Su actitud de creer que lo que no se nombra no existe, y su persistencia en no nombrarlo, está dejando perplejo a medio mundo. Delirios en diferido aparte, lo cierto es que el 89% de los encuestados creen que la explicaciones que dará Rajoy en el Congreso no contribuirán a aclarar el caso. Otro dato: el 56% de los encuestados cree más a Bárcenas que a Rajoy (al que sólo creen un 14%). El resto, un 25%, no cree a ninguno de los dos, y un 5%, no sabe o no contesta. Y no se olviden de un detalle: hace menos de dos años, el PP ganó las elecciones generales con mayoría absoluta, lo que sumado a sus triunfos en varias autonomías, convirtió a su presidente en el de mayor poder político de la reciente historia de España, un poder que ha despilfarrado con la misma generosidad con la que le ha birlado a cada ciudadano unos 800 euros por cabeza para sanear una entidades que se han distinguido, en una buena partes, por estafar a esa misma ciudadanía preferentista.
Y si Rafael Maluenda, diputado valenciano del PP (¿qué habrán hecho los valencianos para merecer esos diputados?) lamentaba en un tuit que el accidente de Santiago "nos impida expresar prudentemente nuestra satisfacción por los datos del paro", es decir, que hubiera sido mejor que el accidente fuera otro día, también podemos afirmar que los datos de las encuestas, el balance del FROB y las opiniones de De Guindos nos han aguado la fiesta de celebrar prudentemente cualquier disparate de Telecinco, por ejemplo la expulsión de Karmele Marchante o la fuga de Lucía Etxebarría de Campamento de verano.
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