El terrible accidente de tren de Santiago (79 muertos), con ese plano del descarrilamiento repetido hasta la saciedad en todas las cadenas de televisión -imagínense el sentir de los familiares de las víctimas al verlo cinco o seis veces diarias durante semanas-, está dejando al descubierto una de las mayores lacras de esta imperfecta democracia que disfrutamos: la falta de responsabilidad de los dirigentes y políticos. Empresas públicas y ministerios se lavaron las manos desde un primer momento. El Congreso de los Diputados escenificó una burda caricatura de lo que debe ser una comisión de investigación. La ministra y los presidentes de Adif y Renfe dejaron claro que no tenían culpa de nada y, por lo tanto, ¿quién pensaba en dimitir? Al parecer dejar voluntariamente un apetitoso cargo al comprobarse que se habían producido una cadena de errores, humanos y técnicos, es de mala educación, de gente sin clase.
Pero no todos los políticos son iguales: "Estamos hablando de la vida o la muerte. En cualquier otro país, estos señores [en alusión a los presidentes de Adif y Renfe] estarían ya cesados al día siguiente por negligencia", afirma María Teresa Gómez-Limón, diputada popular (ver foto), que recuerda que estos dos altos directivos "cobran un sueldo impresionante por su alta responsabilidad. Ese salario no es solo para cobrar, es también para ejercer", en alusión al indigno papel que los presidentes citados jugaron durante los días siguientes a la tragedia. Y señala en alusión a Ana Pastor: "Un ministro está para algo más que para hacerse la foto", frase que, además, sirve para denunciar la actitud del exministro José Blanco que "inauguró con deficiencias y con mucha prisa por cortar la cinta porque había elecciones. Tres días después del accidente colocaron señales, ¿y por qué no tres días antes para evitar una catástrofe?", concluye la diputada. Pues, básicamente, por falta de responsabilidad. Porque los políticos y los que ocupan altos cargos por designación están convencidos que el cargo es, ¿qué menos?, un premio a sus desvelos, a su larga y accidentada carrera (salvo en el caso de Ana Botella, cuyos mayores desvelos ha sido soportar a su marido sin arrojarle un cenicero a la cabeza) en el seno de las esferas del poder y, por tanto, algo totalmente desvinculado de obligaciones ante la ciudadanía, de la que, por otra parte, surge el dinero y las dietas que les pagan sus salarios, sus tarjetas oro, sus restaurante de cuatro o cinco tenedores y sus desplazamientos en primera clase.
Ese terrible accidente dejó claro, una vez mas, la irresponsabilidad de los dirigentes, una actitud generalizada y que se ha convertido ya en norma. En éste país no dimite nadie. Si acaso, hay algún cesado, y los pocos que hay se marchan entre elogios de quienes les cesan, destacando su enorme contribución al partido y a España. Sólo hace falta un poco de videoteca para ver los elogios a Bárcenas, a los cesados municipales por el caso Arena o ese figurín de pacotilla que responde al nombre de Francisco Camps. De tal modo que la clase política, y sus aledaños, suelen distinguir entre dos grandes grupos: los políticos que no asumen ninguna responsabilidad ante los desastres de su área y los que, sin admitirla, además roban. Y así, los primeros se muestran autosatisfechos de su gestión (¿cuántos políticos valencianos, por ejemplo, han dimitido por llevar a la ruina a su comunidad?) y los segundos, se van entre abucheos de la chusma pero sin devolver un duro.
P.D.- Estaba cantado: At. Madrid – Barcelona, un 38.4% de audiencia y 4.930.000 espectadores. Es una forma de acceder a la cultura por parte de la indocta masa pues además de mostrar las jugadas, siempre se plantean problemas metafísicos de cierta trascendencia: ¿Abandonará Casillas el Real Madrid?, ¿las molestias musculares de Messi son reales?, ¿por qué Hacienda va a ganar mas que Cristiano Ronaldo con su renovaciób? en fin, menos mal que hay, además, cenáculos de expertos en todas las cadenas para analizarlos en profundidad.
Hay 1 Comentarios
Efectivamente aquí nunca dimite nadie. Es mas, ni siquiera hay leyes para esto ni siquiera para "gestores de crisis". Ni se presenta en programas electorales, y si se presentara sería tan mentira como el resto.
Quiero decir, que también tenemos culpas nosotros, cuando a estas alturas de la estafa y demás crímenes, todavía el electorado no tiene claro si PE (antes O y E) ó PP. Y con eso se descargan la conciencia echando culpas.
Vamos que yo creo que tenemos que parar mas trenes en vez de charlar en la cantina de la estación.
Publicado por: Carlos | 23/08/2013 11:03:25