Cada día es mas evidente que la crisis generada, básicamente, por la codicia especuladora de unos cuantos, mas, en el caso de España, la burbuja inmobiliaria, está siendo utilizada para la gran vendetta, para satisfacer el ansia de una derecha omnívora que arrasa todo cuanto toca, siempre que lo que toque no moleste a los poderosos. Las exigencias de la dirección de Panrico, propiedad del fondo de riesgo estadounidense Oaktree, se sitúan en la Europa pre-revolución industrial: quieren despedir a 1.914 empleados, el 48% de la plantilla, y rebajar los salarios entre un 35% y un 45%. Antes, la empresa ya había anunciado que no pagaría la nómina de septiembre para poder abonar las facturas de los proveedores y que tal decisión de impago de nóminas podría prolongarse en el tiempo sin fecha fija. Los representantes sindicales han convocado una huelga total el 7 de octubre respaldada en las votaciones realizadas en las factorías que Panrico tiene en Barcelona, Valladolid, Madrid, Córdoba y Murcia. Asimismo, los más de 2.000 autónomos que colaboran con la empresa tampoco trabajarían ese día. Retroceder en el tiempo en lo que respecta a las condiciones laborales conlleva el riesgo de llegar al siglo XVIII, siglo en el que se comenzó a utilizar la guillotina.
Lo realmente alarmante de esta noticia es que todas las decisiones empresariales se toman dentro de la legalidad. Es decir, la reforma laboral de éste Gobierno que ya ve la luz al final del túnel, de su propio túnel, no del de la ciudadanía, permite, incluso alienta, el que los grandes especuladores, las entidades que han recibido el sobrenombre de fondos buitre campen por sus anchas. Primero se crea el caos financiero y, a renglón seguido, se destruye el entramado legal establecido para que los adalides del caos se enriquezcan con los restos del naufragio. Cada vez se entiende también mejor el irreprimible deseo de los González y Lasquetty por vender a fondos de riesgo seis hospitales madrileños. Para ellos, la sanidad pública, la atención médica a quienes durante toda su vida han estado cotizando a la Seguridad Social es equivalente a la fabricación de pan de molde y bollería industrial.
Es el mismo descaro que manifiesta la ministra de Sanidad abogando por reformar la ley antitabaco para favorecer al turbio Adelson con entelequias argumentativas como las de que se van a generar 300.000 puestos de trabajo cuando los expertos en la materia no preveen más de 30.000. ¿Qué se transmite con todo esto?: que la marca España es un territorio sin ley. Que aquí vale todo si los beneficios privados son sustanciosos. Y si no fueran los suficientemente importantes, pues se retoca la legalidad, como ha hecho el ministerio de Justica modificando una norma mediante la cual los autónomos que quieran proteger sus viviendas de posibles embargos por deudas profesionales deberán inscribirse en el correspondiente registro como "emprendedores de responsabilidad limitada". Conclusión: 1.200 registradores de la propiedad -y ya saben cual es nuestro favorito- se verán beneficiados con cerca de 150 millones de euros de nuevos ingresos. Un lujo.
Lo que resulta divertido, aunque tiene muy poca gracia, la verdad, es el diferente trato que dan las cadenas generalistas a una información que, originariamente, es poco discutible. Cuatro y Telecinco informan con delicadeza y brevedad sobre esa perversión democrática que ejemplifica Silvio Berlusconi, sin duda el político con menos vergüenza de la Unión Europea y accionista mayoritario de Mediaset. Todo lo contrario que Antena 3 y La Sexta, sus grandes competidores en el campo televisivo y sin vínculo con el impresentable empresario y político italiano. No busquen diferencias ideológicas. Es una cuestión de accionarado.
Que un individuo condenado en firme a cuatro años de cárcel por fraude fiscal en el caso Mediaset (de los que sólo cumpliría uno y en ningún caso en prisión) decida provocar una crisis de Gobierno en Italia al retirar a cinco de los quince ministros del Gobierno de coalición ante la posibilidad de ser expulsado del Senado, como —dicho sea de paso— prevé la legislación actual contra los políticos corruptos condenados y con ello perder su condición de aforado, da cumplida cuenta de la catadura moral del empresario y político. Berlusconi no es que se identifique con Italia, es que a su juicio Italia debe identificarse con él. Con Berlusconi mas que de vendetta hay que hablar de omertà, ese código de honor siciliano por el que se prohíbe informar sobre los delitos que incumben a las personas implicadas y que el magnate reinterpreta con su peculiar estilo: que nadie hable de mis condenas. Lo que no se nombra no existe. (Mariano, no te des por aludido). En fin, ya pueden apuntar a uno mas en la lista de delincuentes, o presuntos delincuentes, que asistieron a la magnificente boda Agag-Aznar.