Si en algo ha funcionado a la perfección en el Gobierno de Rajoy es en su empeño por hundir a la cultura. Bueno, también a la investigación científica. Primer paso: poner al frente del ministerio a un individuo al que no le falta inteligencia ni, sobre todo, cinismo. José Ignacio Wert comenzó su mandato pletórico de ideas. Habló incluso de acelerar la Ley del Mecenazgo y reprimir la piratería. Sus desvelos pronto los pudo dedicar, casi exclusivamente, a poner patas arriba la educación. Para acabar con la Cultura -objetivo previsto desde los tiempos de Aznar- le bastó, conchabado con el ministro Montoro, aplicar un 21% de IVA. ¿No queríais el no a la guerra en Irak?, pues ¡toma guerra!
El Anuario de las artes escénicas, musicales y audiovisuales que realiza anualmente la SGAE, sin duda el informe más completo sobre la cuestión, ofrece unos resultados demoledores. En el teatro, por ejemplo y comparando los datos de 2012 con los del año anterior, el descenso fue del 10,44 %; del 9,8 % en asistencia y del 8,32 % en recaudación (en la foto, reproducción de un cuadro de Edward Hopper). En cine, el número de sesiones cayó un 10,95 %, con una disminución del 13,51% en el número de espectadores, aunque la recaudación en taquilla descendió solo un 1,82 % debido al incremento del precio de las entradas. En música, en 2012, se celebraron 116.446 conciertos en España, un 4,3 % menos que en 2011. La industria del videojuego perdió un 16% el pasado año y la danza, la disciplina más perjudicada, bajó en un 43,41% sus representaciones. Un dato sobre la piratería: solo el 12% de las descargas musicales fueron de pago.
Tener que explicar a estas alturas del siglo XXI la importancia de la cultura es, casi, tan demoledor como el anuario de la SGAE. En realidad todos, Gobierno y oposición, lo saben y lo comprenden. Saben que es, probablemente, el intangible más rentable, mas civilizado y mas exportable de todos. Saben que un pueblo sin cultura es un páramo. Saben, también, que una sociedad culta es una sociedad crítica, con mas y mejores criterios para valorar y analizar una situación, un problema o un programa. Y porque lo saben es por lo que la desprecian, la acosan y, como se ve, la derriban.
Saben, sabemos, que hay varios tipos de cultura, desde la elitista a la popular, de la analítica a la adormidera, pero ninguna merece su erradicación mediante un decreto-ley. Es curioso que quienes se declaran liberales utilicen el mercado como referente cualitativo, salvo que la banca necesite de fondos del Estado (hoy, se publica que "Rajoy facilita que los bancos refuercen su capital en 28.000 millones",con un detalle: "El Estado afrontaría los créditos fiscales en caso de insolvencia"), o se pervierta la oferta y la demanda con impuestos sobre el valor añadido decretados desde el rencor. Tienen un pilar clave para conseguir su anhelo: el que en tiempos de crisis económica la cultura es uno de los bienes mas prescindibles frente al hambre, el techo o la salud. Un libro excelente de Guillermo Cabrera Infante aludía en su título al dilema que les proponía su madre: ¿Cine o sardinas? Los hermanos Cabrera elegían el cine, y de esa elección, años más tarde, disfrutamos todos los que le leímos y admiramos. El problema es cuando hay que optar entre sardina o comedor social. Ahí es cuando mentes tan preclaras como la del ministro de Hacienda declara que el problema del cine español es la baja calidad de sus películas, o cuando el ministro de Educación y Cultura propone un sistema educativo reaccionario e injusto o, como publicaba El Hunffigton Post, "El Partido Popular enmienda su propia Ley. En el trámite en el Senado de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), el PP prevé incluir una última gran reivindicación de la Iglesia: que la asignatura de Religión sea de oferta obligatoria también en el Bachillerato e Infantil, como es en Primaria y ESO".
Se recorta en los últimos años un 40% en investigación científica y se estimula y difunde el esoterismo. Lo importante es no pensar, reconfortarse con la imagen de que es más fácil que entre un camello por el ojo de la aguja que un rico en el reino de los cielos, por mas que el camello, la aguja y, probablemente, el cielo sean ya propiedad de algún fondo de inversión.
P.D.- Hay algo que nos llena de orgullo y satisfacción (como le gustaba decir al Monarca en los mensajes navideños en tiempos en los que Urdangarin todavía era el yerno perfecto), y es que Uzbekistán, Zambia o Sudán del Sur están aún peor valorados en el ranking Doing Business que elabora el Banco Mundial y que clasifica a 189 países por sus ventajas para la actividad empresarial. Es en el apartado sobre las dificultades para poner en marcha una empresa donde podemos sacar pecho ante los uzbekos, los zambianos o los sudaneses del sur desde nuestro puesto 142, y a mucha honra.
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