Se suele decir que el Gobierno, y su Presidente, no saben donde viven. Creo que sí, que lo saben perfectamente: viven en un mundo mejor, en un mundo en el que, por ejemplo, mientras los altos directivos de Vaersa se repartían sobresueldos la empresa ejecutaba dos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que afectaban a más de 200 personas. Vaersa, naturalmente, es una empresa pública valenciana (Valenciana d'Aprofitament Energètic de Residus) dependiente de la Generalitat que presta todo tipo de servicios relacionados con la gestión medioambiental. Y para que todo quede más claro, el pasado 26 de junio fueron detenidos el director general, Enrique Simó, y el exdirector general Felipe Espinosa, acusados de malversación de dinero público y prevaricación.
Viven en un mundo en el que su Presidente, al hacer el balance de éste año es capaz de afirmar que cuando no hay un bipartidismo fuerte: "cuando eso deja de pasar, surgen otras cosas que lo único que generan es inestabilidad, falta de progreso, retroceso y pérdida de bienestar", un ejemplo de autocrítica digno de elogio salvo por el detalle de que, de momento, el bipartidismo sigue en pie. De lo de la inestabilidad, la falta de progreso, el retroceso y la pérdida de bienestar en estos últimos tres años, nada que objetar: ¡lo has clavado, Mariano!.
Un mundo en el que se alardea de haber creado 550.000 puestos de trabajo y se oculta el que se han destruido 650.000 desde 2011, o que hay más de cuatro millones de ciudadanos en el paro; que más de tres millones no tienen ningún subsidio; que la subida del salario mínimo será de tres euros y la de las pensiones será de un 0,25%, datos que a juicio de quien nos gobierna no pueden empañar la omnipresente recuperación, que remató con una revolera: "Nunca hemos engañado a los españoles sobre la situación de nuestra economía". Subir el salario mínimo tres euros al mes es, sin duda, uno de los mayores desprecios que se pueden hacer a la ciudadanía cuando, sin ir más lejos, las SICAV de las grandes fortunas crecieron un 12% en 2014. Más que un insulto es un gesto despótico, de señorito cortijero: toma y cómprate tres barras de pan que ya hemos salido de la crisis, eso sí, dicho con esa media sonrisa del que está convencido de que se ha asegurado el Estado de bienestar.
Viven en un mundo en el que el Ayuntamiento de Barcelona (CiU) desconoce cómo se gastaron los 8,3 millones que pagó para la organización de dos galas de entregas de premios deportivos para las que intermedió Corinna Sayn-Wittgenstein, amiga de Juan Carlos I. En el Consistorio no tienen ni facturas ni desgloses de los gastos de esas dos fiestas de apenas dos horas de duración cada una que se celebraron en 2006 y 2007. Un mundo en el que la Junta de Andalucía, y muy especialmente el PSOE, anteponen el clientelismo a la honradez, el favoritismo al control de las subvenciones, el colegueo como complemento socialdemócrata al capitalismo de amiguetes de la derecha autóctona. El mismo mundo en el que los dirigentes de los principales partidos, ese bipartidismo tan elogiado por el Presidente, no se percata de que la irrupción de Podemos está consiguiendo inquietar a los nacionalismos -burgués y radical- con más eficacia que varios años de torpeza política y de leña al mono. Sólo piensan en sus poltronas.
Un mundo en el que el recién creado gubernamental Portal de Transparencia oculta el dato de que el ministro de Defensa, Pedro Morenés, tal y como ha constatado Vozpópuli, mantuvo una estrecha vinculación con la firma Instalaza SA, fabricante de bombas de racimo, un nexo directo entre los años 2005 y 2009, de tal modo que su curriculum no es que sea típico de las puertas giratorias: es su definición. Subsecretario de Defensa, consejero de fábrica de bombas de racimo y ministro de Defensa. A poco que se lo pronga acaba de embajador de España en el Reino Unido (¡tiembla Trillo!).
Un mundo en el que uno de los príncipes de la Iglesia, la de las inmatriculaciones, monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, en su última carta pastoral asegura que Rajoy no dio marcha atrás en su reforma del aborto por cálculos electoralistas, sino por “un plato de lentejas” en la ONU. “¿Cuáles son los verdaderos motivos de esta retirada? El plato de lentejas: ahora un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero también el acceso a otras cuotas de poder y a la financiación. Para entender bien la decisión del Presidente del Gobierno no es suficiente recurrir a análisis electoralistas”, asegura Reig Pla. Con pastores como éste el rebaño lo lleva claro.