Es todo tan descarado, tan previsible, que el simple hecho de que ocurra es la demostración más palmaria del concepto que tienen de la ciudadanía: unos atontados. Otra cosa distinta es saber si están equivocados, o no. En ocasiones, la relación entre el Gobierno y el partido que lo sustenta con el electorado recuerda a ese desembarco de colonizadores que ofreciendo baratijas se llevan el oro. A menos de tres meses de las elecciones municipales, todo es de color, que cantaban Lole y Manuel.
Las cifras macroecónomicas son satisfactorias: "los nuevos datos del INE confirman que, en promedio, el PIB creció un 1,4 % en 2014, lo que permitió a la economía española dejar atrás seis años de recesión casi continua. Aumentó el consumo de los hogares, el IPC cerró diciembre con una caída del 1% si bien el alza de ingresos derivado del primer aumento anual del empleo en siete años apenas compensa la devaluación salarial y el descenso de las aportaciones públicas a los hogares". La microeconomía es otra cosa, la vietnamización laboral es evidente, la desigualdad aumenta y el paro y la corrupción siguen encabezando el ranking de los problemas que más agobian al personal.
Pelillos a la mar: ahora lo que interesa son las elecciones, el mantenerse en la poltrona: ¿que hay que bajar el IRPF?, se baja. ¿Que hay que solucionar lo de los enfermos de hepatitis C que están manchando la imagen del Gobierno con sus constantes protestas por su derecho a vivir? Pues como ya nos hemos ahorrado tres años largos de medicamentos y faltan tres meses para las autonómicas, pues se soluciona. Después de noviembre, y según quien gane, ya veremos. Y si es cierto que la media de muertes por la enfermedad es de 12 diarias, calculen lo que se ha ahorrado el ministerio de Sanidad en los últimos años a casi 60.000 euros per cápita de tratamientosaca de la manga (¡es la macroeconomía, estúpido!).
¿Qué hay que replantearse lo de la dación en pago, al menos parcialmente? Pues se replantea, para eso estamos: para ofrecer chuches a última hora a cambio de otros cuatro años en el poder. Ahora, eso sí, a la banca, las petroleras y las eléctricas: ni tocarlas. ¿Que cometen todo tipo de irregularidades pactando los precios de la gasolina?, una multita y a disfrutar, que son dos días.
Y, por fin, la guinda del pastel: ¿Qué la derechona más casposa está molesta con la, casi, no modificación de la ley del aborto, incluida la Conferencia Episcopal? Pues ningún problema: el ilustre intelectual, el gran sociólogo o como le definió Sánchez Dragó en su día, "el miembro más culto del Gobierno", don José Ignacio Wert, otrora tertuliano de talante liberal, se saca de la manga casi de tapadillo una nueva asignatura de Religión que es, probablemente, el texto más reaccionario que imaginarse pueda, y aquí páz y después, gloria. Frases como "reconocer la incapacidad de la persona para alcanzar por sí mismo la felicidad" tiene tantas lecturas y tan dispares que mejor no ofrecer un abanico de las mismas.
Ya en el bachillerato, la asignatura llevará la buena nueva sobre cuestiones como "Moral de la vida humana y problemática actual: manipulación genética, aborto, eutanasia", tan coherentes con un Estado que constitucionalmente se declara aconfesional pero que los respectivos Gobiernos socialistas y conservadores han respetado inconstitucionalmente hasta extremos incomprensibles.
Parece ser que la nueva asignatura de Religión no incluye ningúna referencia ni a los 13 millones de euros diarios que las arcas públicas aportan a la Jerarquía Eclesiástica Católica, ni a las inmatriculaciones a 30 euros la Mezquita de Córdoba (ver foto), ni siquiera se hace la menor referencia a la posibilidad de que las otras religiones tengan un trato similar. Añadan que el temario ideado por los obispos de la Conferencia Episcopal incluye el rezo en las aulas y comprenderán que para Juan José Tamayo, director de Cátedra de Teología y ciencias de las religiones Ignacio Ellacuría de la Carlos lll de Madrid, el Gobierno y los obispos pretenden con esta asignatura de Religión "volver al nacional-catolicismo". Pues que Mariano Rajoy entre en las catedrales bajo palio.