Cada vez resulta más dificil escribir sobre la actualidad nacional sin referirse a Cataluña. No hay programa de tertulianos, informativos generalistas o de la caverna que no dediquen buena parte de su tiempo a desgranar lo que allí sucede. Y si baja en algo el ritmo, siemprequeda el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que ha citado a declarar como imputado al presidente de la Generalitat, Artur Mas, a la exvicepresidenta del Gobierno Joana Ortega y a la consejera de Enseñanza, Irene Rigau, por la supuesta comisión de delitos de desobediencia grave, prevaricación, malversación y usurpación de funciones en el proceso participativo del 9-N de 2014. Más madera para esa ensoñada pira en la que inmolarse teóricamente el president y convertirse, por fin, en la hipotética víctima que siempre alardeó de ser. Es la rentabilidad de aumentar el martirilogio.
Desde la ignorancia jurídica cada vez se entiende menos esas prisas apabullantes del PP por endosarle al Tribunal Constitucional una capacidad ejecutiva no solicitada, rechazada por el resto de los grupos parlamentarios y muy criticada por numerosos expertos constitucionalistas. Si, como parece, la reforma del Tribunal Constitucional perseguía el que pudiera sancionarse a Artur Mas ante una posible desobediencia a sus decisiones, da la sensación de que el Gobierno no se fiaba de las actuaciones de los Tribunales Superiores de Justicia que, como se acaba de ver, siguen fielmente las leyes establecidas y las recomendaciones del Fiscal General del Estado aún en contra de las de los fiscales catalanes. Sólo por uno de los delitos por los que están imputados, el de prevaricación administrativa, podría ser condenado con la inhabilitación especial para empleo o cargo público por un tiempo de siete a diez años.
El otro gran tema de estos días es, naturalmente, la enorme capacidad de engaño que han demostrado los dirigente de Volkswagen, una de las joyas de la corona de la mitificada Alemania que, al parecer, es también puntera en la mistificación. Décadas regodeándose en su milagro y dejándose querer por el mundo mundial para acabar mostrando que pueden ser los más tramposos. Como se sabe, todo empezó por la actuación de Estados Unidos que comprobó que la marca alemana había falseado los datos de emisiones relativos al NOx (óxidos de nitrógeno) con un software específico. Las pérdidas totales estimadas en apenas 48 horas, y no sólo para Volkswagen y Audi sino para el sector de automoción europeo, superan en algo más los 51.000 millones de euros, según autopista.es. Les libero de detalles técnicos para acceder al terreno humano: de un lado, la Fiscalía de Braunschweig anunció el lunes que investiga a Martin Winterkorn, (en la foto, recibiendo del ministro Soria la Gran Cruz de Isabel la Católica, paradojas de la vida) el hombre que dirigió la empresa desde 2007 hasta el pasado miércoles, por un posible delito de fraude relacionado con el engaño sobre emisiones contaminantes. De otro, ahora sabemos que el hasta el pasado miércoles presidente y consejero delegado de Volkswagen, Martin Winterkorn, acumula un plan de pensiones por valor de 28,5 millones de euros a cierre de 2014 y podría recibir hasta dos años de su sueldo, esto eso, más de 30 millones de euros, tras su salida de la compañía. Hunda usted a su compañía (lleva una caída del 73% del valor de sus acciones) y llévese entre indemnización y plan de jubilación unos posibles 58,5 millones de euros, y no se preocupe: el neoliberalismo económico bendice sus acciones.