Menos mal que Cioran ya no está entre nosotros porque eso me evita la querella por plagiarle el título.
"No vamos a participar en una ceremonia de confusión y engaño a los españoles", declaró Mariano Rajoy en un acto en su diario, La Razón. Antes ya había estado en la COPE y en 13TV, en una vetiginosa carrera promocional que para sí quisiera Santiago Segura en vísperas del estreno de cualquiera de sus Torrentes. Lo curioso del caso es que después de denunciar el engaño del pacto entre los socialistas y Ciudadanos volvió a insistir en su mantra favorito, la necesidad de un gran acuerdo con socialistas y Ciudadanos para conseguir "seguir creciendo y creando empleo, de lo que ya nadie habla en nuestro país; consolidar el Estado del Bienestar; blindar la unidad de España; luchar contra el terrorismo; y luchar contra la corrupción".
Tiene razón nuestro líder: "Las sociedades de inversión de las grandes fortunas españolas, conocidas como sicavs, viven un momento dulce. Tras sufrir unos años malos al comienzo de la crisis, su patrimonio se ha incrementado en un 30% desde 2010 hasta alcanzar los 34.000 millones de euros. Esta situación se explica por la subida de la Bolsa en este periodo y por la entrada de nuevo dinero tras la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno del Partido Popular". Eso es crecer y lo demás, tonterías.
De la lucha contra el terrorismo, ¿qué vamos a decir que no se sepa?, ¿qué con ETA acabaron los socialistas?, ¿que aquella nefasta reunión del trío de las Azores tuvo mucho que ver con el auge del fundamentalismo yihadista? Pelillos a la mar. Al fin y al cabo el gran estadista que fue Jose Mari (Aznar para el vulgo) pudo poner los pies sobre la mesa del saloncito de Bush Jr. y eso vale un potosí para la marca España.
En la lucha contra la corrupción nadie les discute su enorme mérito y valentía: sólo hay que oir a Rita Barberá decir que todo es falso para comprobar que el PP está limpio como una patena. Es mas, destruyeron los discos duro de unos ordenadores de su sede central por puro patriotismo porque, como señalaron los imputados, estaban vacíos. Era una forma de manifestar su lucha contra la prepotencia de las multinacionales estadounidenses.
Lo que sorprende en el discurso preelectoral de Mariano Rajoy en Chez Marhuenda es que no sacara pecho de sus excelentes relaciones con la jerarquía católica, es decir, la Santa Madre Iglesia, porque si, como parece, seguimos creciendo, creando empleo, luchando contra el terrorismo y la corrupción, no menos cierto es que gracias a sus píos ministros, también estamos más cerca de ganar el cielo y hacerlo dignamente, sin concesiones humilantes. Sólo hay que oir a Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, sobre la conveniencia de revisar los acuerdos concordados con el vaticano en 1976 y 1979 que elevaron a rango de ley los numerosos privilegios obtenidos por la Iglesia católica durante la dictadura franquista, : "Las leyes no son eternas, ni los acuerdos", ha subrayado, ofreciendo "la disponibilidad de los obispos al diálogo, siempre que se respete la libertad religiosa, la enseñanza concertada, la asistencia religiosa en lugares públicos y las exenciones fiscales". No se diga mas.