Cuando se viene de 40 años de dictadura y se milita en un partido que originariamente se formó en torno a "siete magníficos" (Manuel Fraga, Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodó, Enrique Thomas de Carranza, Gonzalo Fernández de la Mora y Licinio de la Fuente, nombres que a la mayoría ni les suena pero con un común denominador: todos fueron ministros de Franco) no es de extrañar que se tenga un concepto de la democracia muy peculiar.
La última en manifestarlo fue Celia Villalobos, la muy dicharachera diputada del PP, quien no se cortó un pelo al declarar que no dudaba para nada de la honestidad del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, pese al torrente de disparates y barbaridades que diariamente se ofrecen de la conversaciones con Daniel Alfonso, exdirector ya de la Oficina Antifraude catalana, más apropiadas de dos matones tabernarios que de dos cargos de un Estado de Derecho.
Villalobos, naturalmente, no se quedó ahí y tras considerar "increíble" que se grabaran las conversaciones, consideró que la mencionada honradez ministerial fue ratificada por los catalanes en las últimas elecciones ya que el haber aumentado el número de votos y de diputados, "los catalanes, parece, que se lo han revalidado". Dicho de otra manera: el haber aumentado en 30.000 los votos y en un diputado mas, los datos ratifican que Fernández Díaz es inocente, una peregrina conclusión que sin embargo tiene ilustres precedentes en ese partido de "magníficos": "El pueblo me ha absuelto" declaró a bombo y platillo el también dicharachero Carlos Fabra al haber ganado en Castellón las elecciones de 2007. Lamentablemente para él, la Justicia le condenó a cuatro años de cárcel que aún está cumpliendo por una incomprensible decisión de un Tribunal que no supo valorar en toda su grandeza el haber construido un aeropuerto para personas. Y es que a los genios no se les comprende fácilmente.
Algo parecido le pasó al marido de Villalobos, Pedro Arriola. El que fuera gran gurú electoral del no menos grande José María Aznar y del incomensurable Mariano Rajoy, dicen que fue el artífice, aunque no está documentado, de aquella sutil frase, "Váyase, señor González" y del no menos clarividente análisis sociológico del emergente Podemos: "Todos los frikis acaban planeando sobre Madrid. Lo digo con todos mis respetos", pues bien, esta lumbrera no consiguió alcanzar la cima de la popularidad por sus análisis de las circunstacias sociales en las que se desarrolla un acontecimiento sino por ser uno de los citados en "los papeles de Bárcenas", probablemente los papeles más comentados desde El Quijote: "El asesor del PP Pedro Arriola, marido de la vicepresidenta primera del Congreso, Celia Villalobos, cobró en solo cinco años del partido, entre y 1996 y 2001, casi tres millones de euros, y una parte de ese dinero fue pagado en dinero en negro, según la documentación facilitada por el extesorero Luis Bárcenas al juez Pablo Ruz, a la que ha tenido acceso la SER". Así es la vida: ¡un asco!
P.D.- Que el dicharachero señor Fernánez Díaz, una vez mas, se considere una víctima y no un verdugo tras conocerse sus diálogos en la caverna, no es un despropósito: el despropósito es todo él por mas que condecore a las Vírgenes o tenga un aparca, el ángel Marcelo, que vale un potosí.