Pocas veces la obra de un realizador como Chicho Ibáñez Serrador ha descrito mejor la monótona vida política española: Historias, para no dormir, Historia de la frivolidad y Un, dos tres... responda otra vez. Así es si así os parece.
Para no dormir son las historias que nos cuentan nuestros próceres del PP en su afán de seguir en la poltrona presidencial: por ejemplo que si no se consigue un Gobierno estable (es decir, de ellos) repercutirán en el salario de los funcionarios y en las pensiones. Hay que ser muy cínicos para hablar del riesgo de la subida de las pensiones (un 0,25%, es decir uno o dos euros de media) cuando se han esquilmado los fondos de reserva de esas mismas pensiones sin explicar el por qué, naturalmente. También es cierto que nuestra oposición, toda ella, no ha dicho esta boca es mía sobre el problema salvo algún slogan. Al parecer no es importante. Lo importante es culpabilizar al otro de su propia incompetencia.
Frivolidad es tener que oir una y cien veces que la política económica del Gobierno funciona. No se si seguimos siendo la admiración de Europa, como dijo en su día Cristóbal, Amnistía, Montoro, lo que sí sabemos ya es que sacarán pecho por ese dato de la creación de empleo. De hecho ya lo sacó ayer el presidente en funciones en esa extraña rueda de prensa en la que siempre agregaba una coletilla que lo enmarañaba todo, un sí pero según: "el paro ha bajado hasta los 3,7 millones, tras contar 124.349 desempleados menos, según el Ministerio de Empleo. El punto negro sigue estando en el tipo de empleo que se crea: solo el 5,3% de los contratos firmados fue indefinido a jornada completa". Tampoco explicarán que cómo es que con tanto nuevo empleo y tanto nuevo cotizante, las arcas de la Seguridad Social sigan al borde del abismo. Cuando en septiembre vuelva subir el paro, correrán un tupido velo.
Mientras tanto asistimos a ese déjà vu de Felipe VI saludando a los próceres, recibiendo "noes" de unos y otros a ese gran estadista que es Rajoy mientras el gran estadista da la callada por respuesta a esos 10.000 millones de euros que hay que recortar para cuadrar las cuentas con Bruselas. Lo cierto es que ya no hace falta que expliquen de dónde van a recortar: de los rescoldos que quedan del Estado de bienestar. Cualquier cosa menos molestar al Ibex 35, faltaría mas.
Un ejemplo de los desvelos de nuestros gobernantes, en éste caso de la Generalitat catalana, por consolidar nuestra armonía y felicidad: "Catalunya y Canarias son las comunidades españolas con las listas más abultadas de ciudadanos dependientes que esperan ser atendidos. Catalunya tiene 90.221 personas (el 41,7% de la demanda) aguardando para acceder a una residencia pública o concertada, a centros de día, a servicios de ayuda a domicilio y a prestación de cuidados a un familiar. En el conjunto de España, hay 381.508 personas en lista de espera (el 31,6% del colectivo total). Así lo refleja el informe de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios sociales presentado el pasado miércoles". Un informe que se da a conocer el mismo día en el que el Parlament decide hacerse el harakiri antes que reconocer su ineptitud, y la del Govern, para resolver los problemas cotidianos.
"Si el número de dependientes se mantuviera inmóvil (1,2 millones actualmente en toda España), con el actual ritmo de nuevas personas atendidas, deberían transcurrir más de cuatro años para acabar con las listas de espera en el Estado. Esta proyección media, con ser elevadísima, aún así es muy inferior a la de Catalunya, cuya lista de espera, según el mismo informe, tardaría más de 10 años en desaparecer. Lo que significa que este grave problema es en Catalunya un 150% superior que en el conjunto de España". Tomaros algo Puigdemont, Junqueras y Forcadell y que nos lo apunten a quienes os robamos.
También es verdad que visto lo visto aún tenemos que aguantar las lamentables explicaciones de Echenique y Bescansa sobre la precariedad laboral de los ayudantes de los dependientes sin explicar que su situación es precaria porque hay muchos que les pagan en negro. Del Un, dos, tres... responda otra vez, nada que decir salvo esperar a las próximas elecciones en las que, si se producen, todos dirán que nadie las quería pero que la culpa fue de los otros.