Son esas pequeñas cosas de la vida, aunque no las que cantaba Serrat. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, por ejemplo, destacó hace unos días en Huelva la necesidad de reconocer "la inteligencia política" del presidente del Ejecutivo para "juntar a muchos en el bien común que marcan los Presupuestos". Bien. La "inteligencia política" de Mariano Rajoy queda fuera de toda duda, sobre todo cuando deja muestras de la misma en actos como en una reunión en Mallorca con el PP lugareño en la que afirmó sin la menor vacilación que: "Me han puesto una moción de censura. Y hay dos posibilidades: que la gane el que me la puso, en cuyo caso él sería presidente, y que no la gane, en cuyo caso tendría que seguir yo". Al parecer en el Real Academia de Ciencias Políticas han decidido crear un grupo especial de expertos para analizar el corpus teórico del presidente Rajoy. Al César lo que es del César.
Sobre la "inteligencia política de juntar a muchos en el bien común que marcan los Presupuestos" cabe hacer alguna reflexión, por ejemplo la facilidad con la que el Gobierno del PP pasa de demonizar a los nacionalistas a considerarlos unos benditos aliados. El sonsonete de que son los abanderados de la unidad de España se aparca momentáneamente hasta conseguir que, sin ir más lejos, el PNV decida apoyar dichos Presupuestos a cambio de pequeñas concesiones: el cupo vasco se ha fijado para los próximos cinco años en 956 millones de euros, 569 menos que el de 2016. La administración central también compensará a Euskadi con 1.400 millones de los 1.600 que le reclamaba por discrepancias desde 2007 en concepto de Cupo. El acuerdo incluye 3.800 millones de euros para la alta velocidad. Además, se impulsarán las plataformas logísticas en Lezo (Gipuzkoa), con unos 100 millones y la Intermodal de Jundiz, en Álava, con otros 120 millones de euros, entre otros trabajos, y una rebaja en la tarifa eléctrica a las empresas vascas y comunidades en torno a los 50 millones de euros anuales, reivindicaciones que no dudamos sean legítimas y justas en cuyo caso tampoco se entiende que se concedan en vísperas del debate de los Presupuestos Generales. Lo mismo ocurre con el disputado voto de Nueva Canaria que, finalmente, decidió apoyar las cuentas generales a cambio, eso sí, de 204 millones de euros y la subvención del 75% al transporte de pasajeros entre las islas. Hay, efectivamente, mucha inteligencia política pero no precisamente del Gobierno.