Rafael Hernando, el fino estilista y portavoz del PP en el Congreso, lo tiene claro: "Podían llamar al señor Rajoy como podían llamar al Papa de Roma para que viniera a decirles lo que pasó en aquel momento, porque sabe lo mismo". Se refiere el señor Hernando a la citación para declarar como testigo en el juicio del 'caso Gürtel' que ha cursado la Audiencia Nacional al presidente del Gobierno por la presunta financiación irregular del PP en la campaña electoral municipal de 2003. "No tiene sentido que comparezca en tribunal para hablar de un asunto sobre el cual no tiene conocimiento de ni responsabilidad alguna. Rajoy no tiene nada que decir ni nada que ver", concluyó.
Tiene cierta gracia que se afirme rotundamente que Rajoy no tiene nada que ver cuando ocupaba en 2003 la secretaría general del Partido Popular. El empresario acusado Alfonso García-Pozuelo declaró el pasado 11 de octubre en la Audiencia Nacional que había recibido comisiones de los organismos centrales del PP. Por su parte el cabecilla de la trama, Francisco Correa, dos días después en la misma sede judicial, reconoció que había llevado maletines de dinero a la sede nacional del PP, algo que al parecer se realizaba sin conocimiento del secretario general y responsable de varias campañas electorales. Están tan acostumbrados al trasiego de maletines con dinero que ya ni siquiera se informa al responsable máximo. Es la recepcionista la que indica a los repartidores donde está el cuarto de los maletines.
Y ya que el Papa estará este fin de semana en Fátima para beatificar a los pastorcillos -al fin y al cabo milagros hay muchos, desde la aparición de la Virgen a la consolidación del Estado de bienestar en España-, tampoco estaría de mas que presidiera la delegación española al evento Juan Cotino, que de visitas papales sabe un rato y, de momento, no está en la cárcel. La marcada espiritualidad del señor Cotino alcanzó cotas de humilde grandeza al saberse que los 6.864 urinarios portátiles encargados para la visita , con un coste de 2,6 millones de euros, estuvieron almacenados desde varios meses antes en una finca del mencionado exvicepresidente de la Generalitat. Lástima que el Juzgado de Instrucción número 5 de Valencia abriera una causa, que ha declarado secreta, en la que se investiga el movimiento y pago de letrinas pues se quiere conocer si el susodicho Cotino se lucró a costa de las necesidades fisiológicas de los peregrinos. Con los urinarios valencianos pasó algo similar que con las previsiones de ingresos del Gobierno: se calcularon por encima de sus posibilidades pues llegaron muchos menos de los previstos. Nótese que, por ejemplo, en los últimos años el Ayuntamiento de Valencia, en Fallas, la fiesta mayor de la ciudad y a la que llegan unos dos millones de visitante, apenas habilita entre 250 y 300 mingitorios. Está claro que, a juicio del Govern valenciano, la fe mueve montañas y, también, próstatas.