El alcalde de Blanes (Girona), Miquel Lupiáñez, del PSC (ver foto), estuve sembrado hace cuatro días en una entrevista radiofónica: "No es que el resto del mundo no exista. Pero aquí los parámetros son básicamente estos. Responsabilidad, compromiso, avanzar, premiar el esfuerzo, y en el resto de España se vive esto de otra manera, como puede vivirse diferente en Dinamarca que en el Magreb". Ya era hora que un político electo dijera las cosas claras: al pan, pan, y al vino, vino. Hartos estamos de sinónimos, de metáforas y de marear la perdiz, sobre todo cuando lo dicho solo refleja la realidad evidente.
Sanidad, educación, ayudas a la dependencia...todo en Cataluña remite directamente a Dinamarca. Parafraseando a Rajoy, "todo es verdad salvo algunas cosas". Cosas como por ejemplo lo que ya se publicaba hace cinco años, en junio de 2012:"La llamada sociovergència ha tenido en la sanidad su máximo exponente, un terreno de consenso en el que CiU y el PSC se han repartido áreas de influencia mientras los gestores sanitarios gozaban de una estabilidad y unos ingresos envidiados en el resto de España. En los últimos 18 meses han estallado más escándalos en la sanidad catalana que en las dos décadas anteriores, un cúmulo de pagos irregulares, adjudicaciones sin concurso, favores políticos y salarios millonarios con un nexo en común: la aparente incapacidad de los órganos de control para ponerles coto".
No está documentado el que uno de los templos musicales de Copenhague haya sido saqueado por sus responsables pero todo llegará. En todo caso el que existan algunas diferencias en la gestión cultural de ambos países es perfectamente comprensible, sobre todo en lo musical. Preguntado el ya citado alcalde de Blanes en la misma entrevista si no era incoherente querer participar en el referéndum y rechazar ceder espacios municipales, como había declarado previamente, contestó: "Cómo puedo querer a tres personas a la vez y no estar loco, como decía la canción". Y aquí comprobamos un salto cualitativo en esa sincera referencia a Dinamarca y el Magreb por parte del alcalde: hemos pasado de querer a dos mujeres a la vez (una es el amor sagrado, compañera de mi vida, esposa y madre a la vez, que suponemos será Cataluña, y la otra es el amor prohibido, complemento de mis ansias y a quien no renunciaré, que suponemos será el referéndum), a querer a tres personas a la vez y no estar loco. Lo tremendo del asunto es que el compañero Lupiáñez no nos explica quien es la tercera persona, ese fantasmagórico componente del transgresor ménage à trois que, de confirmarse, dejará a Dinamarca muy atrás de esa Cataluña laboriosa, comprometida y libérrima.