En vísperas de lo que puede ser la guinda de las ceremonias de la confusión, esa clandestina e hipotética declaración unilateral de independencia de Cataluña, quizá sea el momento de comentar el comportamiento precedente de los principales responsables del asunto.
En líneas generales sabemos de la desidia de uno en los últimos cinco años, y de la obcecación de otro con un único objetivo. Dos actitudes que se han alimentado mutuamente con ese concepto tan alicorto de la política basado más en los errores ajenos que en los aciertos propios. Y lo cierto es que errores, sin duda, son lo que más abundaron en estos años.
Curiosamente uno y otro se han autoproclamados garantes de la democracia, dueños y señores de las esencias del mejor de los sistemas políticos posibles, o el menos malo, como se prefiera. Y al mismo tiempo, uno y otro, han dado sobradas muestras de que su concepción de la democracia es parcial, que aluden a ella cuando les conviene a sus intereses partidistas despreciando el bien común, el bienestar de la ciudadanía.
Un ejemplo de lo dicho es preguntarse ¿cuántos responsables directos de las torpezas y errores reconocidos han dimitido?, ¿cuántos han renunciado al cargo que desempeñan en uno o en otro Gobierno? Ciñéndonos a lo más próximo, a lo ocurrido en los últimos cuarenta días, no encontramos, de un lado, con una notable lista de imputados en procedimientos judiciales a los que nadie les ha exigido la dimisión o el cese. Al parecer eso sólo cuenta para delitos de corrupción económica, la corrupción política se ha transformado en relato heroico y ya tenemos a la Forcadell reconvertida en Agustina de Aragón.
Pero también nos encontramos, de otro lado, con un responsable de la coordinación de todas las fuerzas del orden en Cataluña ante el referéndum del 1 de octubre, Diego Pérez de los Cobos, director del Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad y coronel de la Guardia Civil (ver foto de archivo), que falló estrepitosamente en su cometido y no precisamente por falta de información: "Tras conocerse esta decisión, el conseller de Interior, Joaquim Forn, en una declaración institucional, ha asegurado que los Mossos d'Esquadra, a través del mayor Josep Lluis Trapero, han expresado "la voluntad del Cuerpo de no aceptar la coordinación del representante del Estado español" con el resto de fuerzas de seguridad". El resultado de esa torpeza ya lo conocemos.
Tampoco tenemos noticia de algúna dimisión en la consellería de Economía, departamento que ha conseguido con constancia la fuga de las principales empresas y bancos de Cataluña. Sabemos, eso sí, de un par de declaraciones pueriles de su máximo representante, Oriol Junqueras, del tipo de "se van a los Països Catalans" o "se van temporalmente", mientras tiene imputados a buena parte de sus hombres de confianza. Lo dicho: todos son portadores de la esencia democrática siempre que la democracia no anteponga el bienestar de la ciudadanía a los intereses electorales del partido.