Lo cierto es que la actualidad política se ajusta a lo previsto: una oposición que haga lo que haga el Gobierno se opondrá y lo hará desde distintas perspectivas y argumentos. Para el PP y Ciudadanos, es decir la derecha, Pedro Sánchez es un vendepatrias dispuesto a todo con tal de mantener la poltrona. Los populares, con ese genio del Derecho y los máster al frente, han optado por la reivindicación de lo más trasnochado del panorama ideológico. Han decidido que para diferenciarse de Ciudadanos no hay nada mejor que la extrema derecha: contra el aborto, contra la imigración irregular, contra la eutanasia o contra cualquier atisbo de mejora del muy deteriorado Estado de bienestar. No está claro si también se opondrán al matrimonio homosexual aunque ahí tendrían problemas internos. Al fin y al cabo no hace mucho que se oponían a una ley del divorcio por mas que una vez aprobada se divorciaran como cualquier vecino (un saludo al compañero Álvarez Cascos) o que el exministro de Economía y Hacienda ande visitando juzgados por presunto blanqueo de capitales.
Para Ciudadanos, es decir, la derecha, España es un destino en lo universal aunque lo revistan de neoliberalismo afrancesado. Tienen la opción de ocupar un centroderecha moderado al desmarcarse los populares hacia el populismo protofascista pero su obcecación con los nacionalistas les sitúan en un territorio desolador: sólo pueden apoyarse en la extrema derecha, sus rivales directos. Paradojas de la política.
La izquierda por su parte, o lo que se entiende habitualmente por izquierda, se divide en dos opciones: los independentistas que han dejado claro que sus votos en el Parlamento son moneda de cambio (te doy si me das) y que en el Parlament no son nada, ni sus votos ni los de la oposición, hasta nueva orden porque lo han cerrado. No hay Parlament pero sí hay nóminas. La izquierda no independentista por su parte anda a la greña con ellos mismos siguiendo una tradición secular: que en Cataluña somos partidarios de un referéndum pactado pero en Andalucía el que se mueva no sale en la foto. Y si es conveniente pedirlo todo o nada, pues se vota nada en el techo de gasto y se desprecian 6.000 millones de ayudas sociales, sanitarias y educativas por mas que esa actitud supongan 11.000 millones de nuevos recortes. Nadie dijo que tomar el Palacio de Invierno fuera barato.