TV Blog de Harguindey

TV Blog de Harguindey

La televisión es la reina de la casa. Lo que se pretende en este espacio es comentar la actualidad televisiva más inmediata, los programas del día, desde cualquiera de los que se definen como “telebasura” a las retransmisiones deportivas, los espacios informativos, documentales, las películas o las series. Son los comentarios y recomendaciones de un telespectador común.

Sobre el autor

Ángel Sánchez Harguindey

Ángel Sánchez Harguindey perteneció a la plantilla de El País desde su fundación en 1976. Fue jefe de la sección de Cultura, responsable del suplemento cultural Babelia, redactor jefe de El País Semanal, redactor jefe de la sección de Opinión y Adjunto a la Dirección.
Ha publicado el libro "Memorias de sobremesa. Conversaciones con Rafael Azcona y Manuel Vicent" (Editorial Aguilar)

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Lo previsto

Por: | 31 de julio de 2018

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Lo cierto es que la actualidad política se ajusta a lo previsto: una oposición que haga lo que haga el Gobierno se opondrá y lo hará desde distintas perspectivas y argumentos. Para el PP y Ciudadanos, es decir la derecha, Pedro Sánchez es un vendepatrias dispuesto a todo con tal de mantener la poltrona. Los populares, con ese genio del Derecho y los máster al frente, han optado por la reivindicación de lo más trasnochado del panorama ideológico. Han decidido que para diferenciarse de Ciudadanos no hay nada mejor que la extrema derecha: contra el aborto, contra la imigración irregular, contra la eutanasia o contra cualquier atisbo de mejora del muy deteriorado Estado de bienestar. No está claro si también se opondrán al matrimonio homosexual aunque ahí tendrían problemas internos. Al fin y al cabo no hace mucho que se oponían a una ley del divorcio por mas que una vez aprobada se divorciaran como cualquier vecino (un saludo al compañero Álvarez Cascos) o que el exministro de Economía y Hacienda ande visitando juzgados por presunto blanqueo de capitales.
Para Ciudadanos, es decir, la derecha, España es un destino en lo universal aunque lo revistan de neoliberalismo afrancesado. Tienen la opción de ocupar un centroderecha moderado al desmarcarse los populares hacia el populismo protofascista pero su obcecación con los nacionalistas les sitúan en un territorio desolador: sólo pueden apoyarse en la extrema derecha, sus rivales directos. Paradojas de la política.
La izquierda por su parte, o lo que se entiende habitualmente por izquierda, se divide en dos opciones: los independentistas que han dejado claro que sus votos en el Parlamento son moneda de cambio (te doy si me das) y que en el Parlament no son nada, ni sus votos ni los de la oposición, hasta nueva orden porque lo han cerrado. No hay Parlament pero sí hay nóminas. La izquierda no independentista por su parte anda a la greña con ellos mismos siguiendo una tradición secular: que en Cataluña somos partidarios de un referéndum pactado pero en Andalucía el que se mueva no sale en la foto. Y si es conveniente pedirlo todo o nada, pues se vota nada en el techo de gasto y se desprecian 6.000 millones de ayudas sociales, sanitarias y educativas por mas que esa actitud supongan 11.000 millones de nuevos recortes. Nadie dijo que tomar el Palacio de Invierno fuera barato.

De la mujer

Por: | 29 de julio de 2018

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El gran Rafael Azcona decía cada vez que le recomendaban un drama que él no iba al cine a sufrir. Está claro que no vería la estupenda serie Alias Grace (Netflix) estrenada a finales del pasado año y que mantiene en su catálogo la plataforma. Seis capítulos, cinco horas en total, de una historia real de mediados el siglo XIX, la de Grace Marks, una irlandesa que trabajaba como empleada doméstica en Canadá y que a sus 16 años se vió involucrada en el asesinato del propietario y del ama de llaves de la granja en la que trabajaba. Condenada a cadena perpetua, Alias Grace, es la reconstrucción novelada que hizo la escritora Margaret Atwood de los hechos y recuerdos de la protagonista a través de unas conversaciones con un psiquiatra. En realidad, es la disección de una mentalidad y un tiempo en el que la mujer era un objeto de usar y tirar. Atwood, una vez mas, denuncia el maltrato individual y social de la mujer bien en un futuro (El cuento de la criada) o en el pasado, Alias Grace.
Tampoco el presente es más risueño: ahí está el rebrote de las ideas más reaccionarias de la nueva estrella de la derecha, Pablo Casado, sobre el aborto y la familia, es decir, sobre el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, ideas encubridoras de un concepto machista del orden social que, afortunadamente, las mujeres denuncian cada día con más fuerza y solidaridad como lo demuestran las espontáneas y multitudinarias manifestaciones tras conocerse la sentencia de La Manada o la de Juana Rivas.
La serie producida por Sarah Polley, actriz en dos películas de Isabel Coixet, y dirigida por Mary Harron, es una joya: una historia dura, la de una vida maltratada desde su nacimiento por el mero hecho de ser mujer, tratada con sutileza y elegancia y alejada siempre del ramplón estímulo del morbo más elemental, el que cultiva la fascinanción por la violencia, con una notable producción y una extraordinaria interpretación de Sarah Gadon, su protagonista.


De lo cansino

Por: | 17 de julio de 2018

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¡Qué cansina es la información política nacional! Siempre se ha dicho que el tiempo es oro en la televisión y sin embargo todos los informativos llevan semanas dedicando una buena parte de su oro a una cuestión interna de un partido político en franca decadencia: el PP. ¿De verdad alguien se cree que la elección entre Casado y Sáenz de Santamaría es esencial para el futuro de España? Hablamos de que unos cientos de compromisarios deben elegir entre un joven con un currículo sospechoso y una declarada admiración por Aznar y una dama que representa la ortodoxia de la política de Rajoy y Montoro, es decir, entre Guatemala y Guatepeor aunque eso sí, con rimbombantes declaraciones sobre la unidad del partido y el bien de España. Faltaría mas.
Por su parte el company Torra hace tiempo que no pisa el no despacho de President. No le queda tiempo con tanto viaje y tanta manifestación. Una pregunta idiota: desde que el supremacista es President ¿alguien recuerda, siquiera vagamente, alguna alusión en favor de la mayoría catalana no independentista o alguna medida de su Govern para favorecer el bienestar del conjunto de la ciudadanía?
Si algo define a la cúpula política del procés es la deslealtad. Pactan con socialistas y Podemos la renovación transitoria de la cúpula de RTVE pero a la hora de votar en el Parlamento dos diputados independentista no asisten y otros dos, suponemos que por tanto tiempo de inactividad retribuida, se equivocan de papeleta. Que todo cambie para que todo siga igual.
Los socialistas han llegado al poder con el anhelo de recomponer el muy deteriorado estado de bienestar. Bien. Para ello, naturalmente, hace falta dinero y nada más sencillo que crear nuevos impuestos. Vale. Creer que aumentar la tributación a las grandes empresas y a la banca no repercutirá en el pueblo llano y sencillo es, sencillamente, creer en unicornios azules. Todavía están frescas en la memoria aquellas declaraciones de Camps afirmando que la Fórmula 1 no iba a costar un euro a los valencianos antes de conocer que, como poco, les ha costado 300 millones de euros. En eso hay que reconocer la sobriedad de los socialistas: la noche de juerga y alegría de un alto cargo de la Fundación Andaluza para la Formación y el Empleo en un puticlub sólo le costaron al erario público 15.000 euros. Eso para los valencianos del PP no es dinero.
Y por último, y hablando de dinero: ¿a alguna mente preclara del Gobierno se le ha ocurrido acabar con los privilegios tributarios de la Santa Madre Iglesia Católica para aumentar la recaudación? ¿Por qué en un Estado aconfesional la Iglesia no paga el IBI cuando su voracidad financiera está más que demostrada? Un dato: Europa Laica contabiliza desde 2008 más de 5.000 bienes inscritos por la Iglesia a su nombre en el Registro de la Propiedad: viviendas, terrenos, ermitas e iglesias, que forman parte de ese listado de bienes inmatriculados que, por no se sabe qué argumentos racionales, no pagan impuestos. Lo dicho: que todo cambie para que todo siga igual.

Revolución

Por: | 15 de julio de 2018

Damnation

Hay ciertos aspectos cíclicos en los acontecimientos sociales, económicos y políticos. Uno de ellos, por ejemplo, es que las secuelas de las grandes cisis económicas suelen potenciar las reacciones más lamentables del ser humano desde la codicia a la insolidaridad. La excelente serie Damnation (Netflix) nos habla de todo ello desde ese reverencial concepto del entretenimiento considerado como una de las bellas artes del cine y la televisión que distingue a la industria estadounidense.
La acción en un pequeño pueblo agricultor de Iowa comienza en 1931. Estados Unidos vivía las consecuencias del crac de 1929 y la Gran Depresión. Un dato: en 1932 había 12 millones de desempleados en EE.UU. que constituían el 25% de la población activa. A este desempleo se sumó la ruina de millones de agricultores por la caída de los precios agrícolas.
Aquí y ahora, tras la última debacle económica, las datos son irrebatibles: entre el comienzo de la crisis en 2008 y el 2015, el número de millonarios en España aumentó un 50%, según el XX Informe Mundial de la Riqueza (World Wealth Report). En Estados Unidos, por su parte, Donald Trump, un populista con un discurso xenófobo, gana las elecciones presidenciales. Era y es el momento de los especuladores y los oportunistas favorecidos por un sistema que alienta la demagogia.
En Damnation un peculiar predicador y su esposa están empeñados en remover las conciencias de los campesinos para mantenerse firmes en una huelga en protesta por la abusiva política de precios que impone la banca local, testaferro de una poderosa familia industrial. No pretenden ampliar el número de fieles: su misión es llevar la revolución frente a un capitalismo despiadado. Es el tiempo de la violencia desatada por pistoleros rompehuelgas contratados por los poderosos y permitida por corruptos agentes de la autoridad. La Gran Depresión se entremezcla con el far-west. Dicho con nombres propios: una serie bajo la sombra de la fotógrafa Dorothea Lange, la literatura de Steinbeck y el concepto plástico y moral de John Ford. El espectáculo está asegurado.

Vivir del cuento

Por: | 06 de julio de 2018


¿Se puede vivir del cuento? Se puede. Es lo que llevan haciendo desde hace más de un mes los miembros del Govern catalán y los parlamentarios autonómicos. Desde el pasado 3 de junio, fecha en la que se anunció la composición del nuevo gobierno presidido por Quim Torra y, consiguientemente, el fin de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, ¿qué han hecho unos y otros por resolver los problemas de la ciudadanía? o como diría Perales, ¿a qué han dedicado su tiempo?
En el caso de los independentistas está claro: a divulgar su sueño dorado. La cuestión es que el supremacista Torra no gobierna, o no debería gobernar, para el 47% de la población sino para el conjunto de la ciudadanía pero ¿qué ha hecho en este mes largo? Visitar Berlín, visitar Washington, visitar Estremera, visitar Lledoners... ¿y qué han hecho los miembros del Parlament? Unos llevar lazos amarillos en la solapa y otros no llevar lazos amarillos en la solapa, ardua labor por la que cobran entre 5.000 y 9.000 euros mensuales, según funciones. Naturalmente, el paro, la sanidad, la educación o la dependencia están exactamente como estaban pero eso, a tenor de las preocupaciones de la clase dirigente política catalana, son cuestiones menores. Lo importante es la República por mas que cuando se declaró fue retirada y calificada inmediatamnte de simbólica.
Es probable que la obcecación del juez Llarena en negar la libertad provisional a los líderes independentistas sea difícilmente comprensible. No menos cierto es que decidieron romper unilateralmente todas las reglas del juego de una convivencia civilizada y democrática pero lo sorprendente es que unos y otros, ciuadadanos y dirigentes, consideran que reivindicar un determinado sistema político es mas que suficiente para aparcar sine die el intento de resolución de los problemas cotidianos, que entre la independencia o la nada, eligen la nada aunque eso sí, cobrando.

El País

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