Es el momento de reivindicar la chapuza nacional frente a la internacional o señalar que en todas partes se hacen desaguisados y así equiparar las torpezas autóctonas con las foráneas. Viene esto al caso de Residue, una serie británica que exhibe la plataforma Netflix.
Descrita como "miniserie" en realidad se trata de un largometraje estrenado en Gran Bretaña en 2015 y que a la vista del escaso éxito de crítica y público sus responsables decidieron trocear en tres capítulos. Londres vive una noche del fin de un año sin datar cuando en una discoteca se produce una gran explosión con docenas de muertos, entre ellos la hija de un inspector de policía alcohólico y drogadicto que vive en su coche. La sala de fiestas estaba situada encima de un silo que almacenaba armas químicas por lo que el Gobierno decide sitiar y poner en cuarentena buena parte del centro de la ciudad aunque, eso sí, cuidándose mucho de dar las explicaciones suficientes, algo que comparten los responsables de la serie pues poco o nada se sabe de los protagonistas, ni de dónde vienen ni a dónde van.
Una fotógrafa y su novio están decididos a averiguar la verdad pero la verdad nunca se llegará a conocer porque la miniserie tenía previsto una segunda temporada de diez capítulos que no se llegó a realizar. En todo caso, los tres capítulos permiten mostrar diversos homenajes cinematográficos al Kubrick de Eyes Wide Shut, a Lynch, a Abel Ferrara y a quien se ponga por delante, homenajes injustificados y, probablemente, injustificables.
La chapuza nacional, por su parte, se sitúa en el terreno de la realidad. Mañana, viernes, el equipo femenino sub 20 -las Hermanas Lumière del balompié- juega la final del campeonato mundial de fútbol contra Japón (Gol, 19.30 horas). Un dato de la igualdad: la Federación decidió que cada jugadora del Atlético de Madrid tuviera una prima de 54 euros, sí, 54, por ganar la Liga femenina de 2017. Los jugadores del Real Madrid recibieron 300.000 euros por ganar la suya aunque fue el club quien la pagó.