Que Pablo Casado se ha pasado tres pueblos en los últimos días estimulado por su señorito Aznar lo va a demostrar Pablo Casado el próximo domingo cuando le entreviste Ana Pastor. Ella, naturalmente, se mostrará agresiva en sus preguntas, con esa gracia que le caracteriza que no es otra que interrumpir constantemente al entrevistado para dejar bien claro que en su programa manda ella. Él, también naturalmente, tratará de ser moderado y agradable, con esa sonrisa de yerno perfecto para quienes consideran que el Abc hace tiempo que tontea "con los de la cáscara amarga". Preguntas agresivas, respuestas moderadas y aquí paz y, después, gloria. El lunes será otro día y Pablo Casado volverá a su campaña andaluza en busca del menor desastre electoral posible. Cabe la posibilidad de que todo sea al reves; que Ana Pastor deje hablar, que Casado responda agresivamente y que en Andalucía gane el PP pero parece poco probable.
Y si por un lado asistiremos a un intento de lavado de cara del líder pepero, lo que está claro es que esa pareja tóxica de la política que son Puigdemont y Torra no desean lavarse nada. Al revés, su deseo es enfangar y enfangarse lo mas posible con una táctica de Maquiavelos baratos, de mesa camilla. Antes o después se sabía que el Tribunal Supremo fijaría la fecha del juicio oral contra los políticos del procés. El intrépido Torra y su señorito insisten en manipular toscamente los hechos: "No es un juicio contra nueve políticos honestos que dieron la voz al pueblo sino contra dos millones de catalanes que fueron a votar el 1-O". Pues no, es un juicio contra quienes despreciaron la Constitución, las resoluciones del Tribunal Constitucional, su Estatuto de Autonomía y el Reglamento de su Parlamento, lo que no hicieron los dos millones de catalanes que votaron inútilmente en un referéndum sin garantías y que, absurdamente, fueron represaliados con dureza y sin necesidad, algo que desde entonces rentabilizan los independentistas.
Que Torra y Puigdemont insistan una y otra vez en manipular los hechos puede tener una enrevesada finalidad: que su gran rival, Oriol Junqueras, siga en prisión durante años. "No reconocermos ninguna otra sentencia que no sea la absolución", suele afirmar la pareja tóxica. Ese tipo de fantasmadas no benefician en nada a los políticos presos. Es mas, predispone a los magistrados en contra pues supone que la Generalitat mantiene su empeño en no reconocer el orden constitucional, es decir, en reiterar el delito. Pero si ya han decidido lo que van a aceptar y lo que no, y puesto que los políticos presos lo están en prisiones catalanas, ¿por qué no los liberan ya mismo puesto que han decretado que sean absueltos? Es la maldad de los pícaros.
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